En este artículo te hablaremos de los problemas que te traerá el actualizar tu Windows 10 de manera manual
Regeneración, 16 de diciembre de 2018.– La lógica nos dice que siempre deberíamos tener instalada la última versión de un programa. Las ventajas son obvias. Tenemos acceso siempre a las últimas funciones implementadas; y sobre todo, acabaremos con bugs de seguridad gracias a nuevos parches.
Hay excepciones, claro. Por ejemplo, no es recomendable instalar versiones beta de programas, si no aceptas que te puedes encontrar con algunos bugs; pero en la mayoría de los casos, tener siempre la última versión estable instalada es el mejor consejo que podemos dar. Excepto si hablamos de Windows 10.
Actualizar Windows manualmente no es recomendable
El 2018 ha sido un año un poco duro en cuestión de actualizaciones de Windows 10; la última versión del sistema, la October Update, tuvo que ser retirada por la gran cantidad de fallos que traía consigo. Es algo raro que una “actualización de octubre” sea relanzada en noviembre, pero fue necesario para evitar mayores consecuencias entre los usuarios.
Incluso después del relanzamiento, en Omicrono nos hemos hecho eco de muchos problemas y bugs con cada nueva actualización. Sin embargo, hay que aclarar que eso no significa que cada actualización que Windows instala tiene problemas; de hecho, los problemas suelen ocurrir cuando son los propios usuarios los que fuerzan la actualización.
Para forzar la actualización, sólo tienes que abrir Windows Update; ya sea buscándolo en el menú inicio, o accediendo a Configuración y “Actualización y seguridad”. Aquí, solo tienes que pulsar en “Buscar actualizaciones”. Windows buscará la última actualización, y la instalará.
Sin embargo, en realidad lo recomendable es no buscar nuevas actualizaciones si quieres un equipo estable. Esto puede ser confuso, tanto que la propia Microsoft ha tenido que salir al paso; explicando cómo funcionan las actualizaciones de Windows.
Los diferentes tipos de actualizaciones de Windows
Es algo más complicado de lo que parece, incluso con actualizaciones “estables”. La clave es que existen diferentes tipos de actualizaciones para Windows, pero no todas se instalan automáticamente.
Actualización “B”, la de siempre
La segunda semana de cada mes, Windows 10 recibe una nueva actualización. A esto se le conoce como “Patch Tuesday”, ya que se lanza el segundo martes de cada mes; esta actualización es automática, por lo que no tenemos que hacer nada. Windows se la descargará y la instalará por si solo, y se aplicará la próxima vez que reiniciemos el equipo (podemos ver una ventana emergente que nos pide reiniciar).
Microsoft define esta actualización como “B” de manera interna, ya que se lanza la segunda semana del mes (por lo tanto, no hay actualización “A”). La actualización B es la única que incluye tanto los nuevos parches de seguridad como los parches que no son de seguridad, además de los parches viejos por si no se hubieran instalado en su momento. Por lo tanto, es la más completa, y la que nos conviene siempre.
Actualizaciones “C” y “D”, las que sólo consigues manualmente
El Patch Tuesday es muy famoso, pero no podemos decir lo mismo de las actualizaciones “C” y “D”, que se lanzan la tercera y la cuarta semana del mes respectivamente. Estas son actualizaciones opcionales, que no se instalan automáticamente; eso es porque no incluyen parches de seguridad, y sólo modifican funciones y servicios del sistema.
Las actualizaciones de la tercera y cuarta semana del mes no se instalan por si solas; si las queremos, las tenemos que instalar manualmente pulsando en “Buscar actualizaciones” en Windows Update. Y estas son las que suelen provocar más problemas.
Hay que aclarar que las actualizaciones C y D han sido validadas por Microsoft y han pasado por un control de calidad; pero no de manera tan extensiva como la actualización B. Estas actualizaciones están más pensadas para usuarios entusiastas, que quieran disfrutar siempre de lo último; pero al mismo tiempo, que no quieran un sistema inestable como el que pueden conseguir en Windows Insider.
Tiene sentido. Si eres de los que siempre quiere lo último, es más probable que pulses en el botón de “Buscar actualizaciones” más a menudo. Pero eso no significa que, si dejas que Windows se actualice solo, vayas a perderte nada. De hecho, los parches introducidos con las actualizaciones C y D también son incluidos en la actualización B del mes siguiente. Por lo tanto, para disfrutar de lo mismo sólo tienes que esperar.
Las actualizaciones C y D existen sólo para esos usuarios entusiastas, y también como la última fase de pruebas antes del lanzamiento final, la actualización B.
Qué actualizaciones deberías instalar
Windows 10 está presente en millones de equipos de todo el mundo; hay momentos en los que miles de equipos se actualizan cada segundo. Por muy bueno que sea el control de calidad de Microsoft, no puede probar lo que ocurrirá con tantos sistemas diferentes.
De ahí la existencia de las actualizaciones C y D, que permiten realizar un lanzamiento progresivo de las novedades; así, si hay un problema con un parche, Microsoft puede cancelar el lanzamiento en la actualización B y consigue tiempo para solucionarlo. Este esquema es muy parecido a lo que se hace en Android o iOS, cuando las apps se actualizan poco a poco; primero a unos pocos usuarios, horas después a otros, y así durante días hasta que todo el mundo tiene la última versión.
En resumidas cuentas, si quieres un equipo completamente estable, lo que te interesa es no tocar las actualizaciones; dejar que Windows se actualice automáticamente cuando quiera. Si no te importa encontrarte algún bug, puedes actualizar de manera manual para disfrutar de lo último.