El Buen vivir: Nuevo paradigma de desarrollo para los pueblos de América Latina
El proceso ecuatoriano es de suma importancia por su gran similitud con México, pues los dos poseen una gran biodiversidad, recursos naturales y energéticos
Por Vladimir Parra Barragán*
Estos últimos días, del 7 al 15 de abril, se llevó a cabo en Ecuador la “Escuela de formación continua sobre el buen vivir ecuatoriano”, un espacio permanente de debate e investigación sobre el nuevo paradigma de desarrollo del Buen Vivir, que pretende promover la comprensión y difusión del mismo como referente a nivel internacional, a través de la celebración de diferentes cursos, conferencias, encuentros y foros de debate en varios países.
El programa intensivo “El modelo de desarrollo del buen vivir ecuatoriano y la revolución ciudadana” nace con el objetivo de informar y capacitar a jóvenes estudiantes, profesionales, dirigentes políticos y de la sociedad civil –nacionales y extranjeros–, acerca del proceso político de la revolución ciudadana que está en marcha en el Ecuador.
El proceso ecuatoriano es de suma importancia por su gran similitud con México, pues los dos poseen una gran biodiversidad, recursos naturales y energéticos, y al igual que México, está viviendo un periodo oscuro en su historia y una crisis sistémica por la aprobación de la reformas neoliberales en detrimento de las grandes mayorías, que ha llevado a la pérdida de soberanía e identidad, así como al descrédito de toda la clase política.
Ecuador en el periodo de 1996 a 2006, estuvo caracterizado por un alto nivel de conflicto social, inestabilidad institucional y turbulencia política. En el centro de estas tendencias se situaba la disputa por la vigencia y legitimidad de un orden social caracterizado por el predominio político del neoliberalismo, de los partidos y las clases dominantes en el seno del poder estatal.
Los derechos de las grandes mayorías y la construcción de un proyecto de desarrollo nacional fueron relegados a un segundo plano. Como parte de la incapacidad y falta de voluntad de las élites políticas y económicas, la agenda estatal se estructuraba siguiendo los comandos de las grandes instituciones financieras internacionales (Banco Mundial, FMI, Organización Mundial del Comercio) y los intereses de las transnacionales y potencias del primer mundo. Nada quedaba de la democracia como expresión y realización de la soberanía popular y del interés general.
Ecuador era considerado en ese entonces para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como un Estado inviable, condenado a desaparecer en el mediano plazo, una República bananera bajo control del imperio. Se generó un éxodo del 12 por ciento de la población (entre millón y medio y 2 millones de personas), lo que abrió una posibilidad de cambio en el Ecuador fueron las disputas entre las élites políticas que repitieron a lo largo de los tres derrocamientos presidenciales (1997, 2000, 2005) y de los diversos entrampamientos institucionales que vivió el país hasta 2006. De esta manera, se fueron construyendo “desde abajo” diversos grupos, partidos y movimientos sociales opuestos al proceso de modernización neoliberal de la economía.
La Revolución Ciudadana logró resquebrajar la matriz de poder social sobre la cual las élites tradicionales, los grupos de poder económico y ciertos gremios habían logrado ser ampliamente dominantes a lo largo de las últimas 3 décadas. Cinco aspectos influyeron de modo decisivo al respecto:
1.- Mayor presencia Estatal en sectores estratégicos (empresas públicas, petróleo, minería); 2.- Voluntad Política y nuevas líneas de regulación económica (banca, finanzas); 3.- Existencia de medios públicos (menos medios en control de grupos privados, democratización de éstos); 4.- Reforma del Estado y avance de ciertas líneas des-corporativizadoras; 5.- Mayor cercanía a la gente: democracia directa. Algunos claros ejemplos de ello es la coonstante rendición de cuentas del presidente, ministros y funcionarios gubernamentales, así como los gabinetes itinerantes donde se procesan en forma directa los requerimientos de la población.
Por el contrario, en nuestro país hemos retrocedido con reformas privatizadoras de nuestros recursos energéticos, de telecomunicaciones, entre otras, que fortalecen y mantienen a los monopolios. Retrocedimos hacia una desregulación y apertura de los grandes capitales contraproducente a la economía interna. A una centralización en materia educativa, electoral y fiscal, a una crisis de representación y legitimidad de los poderes del Estado, pues las reformas aprobadas no tienen el consenso de las mayorías y la transparencia está enterrada por el pretexto de la seguridad nacional nunca vista en los últimos años.
Los logros son dispares, mientras que Ecuador para el latinobarómetro ocupa el segundo lugar en niveles de satisfacción con la democracia y aprobación de la gestión del presidente en América Latina; primer lugar en satisfacción ciudadana, con la imagen de progreso del país, en la situación económica personal y en la visión optimista sobre el futuro económico; además de ser el primer lugar en la percepción ciudadana de justicia en la distribución de la riqueza y en la satisfacción con la calidad de servicios como educación y salud.
México va en retroceso con la aprobación de contrarreformas estructurales, es un país caracterizado por profundas desigualdades sociales y fuerte emigración.
Siendo así que tenemos un largo camino por recorrer en desarrollo social, económico y político, teniendo como claro ejemplo las visiones de los países del sur, el ejemplo de lucha y progreso social que han dejado estas revoluciones latinoamericanas.
* Presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena Colima