• Los dueños del ejido Tenochtitlán, sueñan que un día obtendrán lo justo, que la Sectretaría de la Reforma Agraria resuelva el expediente 260 a su favor y que la mina les pague por sus tierras
Regeneración. junio 24, 2014 Saltillo, Coahuila.- En el ejido Tenochtitlán, localizado en el desierto de Ocampo, Coahuila, el corazón de la tierra no es de agua como en el antiguo imperio mexica, sino de plata.
Aquí, presumen comerciales el Gobierno del Estado de Coahuila, se encuentra uno de los yacimientos más productivos de plata del mundo; en este territorio donde no hay una gasolinera a 254 kilómetros a la redonda y despega cada tercer día un avión cargado de metal refinado listo para exportar; aquí se extraen 4 millones de onzas por año. Tenochtitlán es un municipio clasificado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política y Desarrollo Rural (Coneval) como “Semimarginado” y la minera canadiense First Magestic recibe de ganancia mil 464 millones de pesos anuales.
Los dueños del ejido Tenochtitlán saben que caminan sobre plata. Saben que el título de propiedad que les dio la Secretaría de la Reforma Agraria por 10 mil 100 hectáreas que comprende el Ejido, es un tesoro que deben guardar bien.
“Nosotros somos los propetarios de esto” dice Efrén Barajas deteniéndose el sombrero para que no se lo lleve el viento y apuntando hacia un desierto bordeado de montañas, el paisaje que su esposa eligió para morir.
En 1973, por decreto presidencial, 36 ejidatarios recibieron el título del lugar donde han pasado gran parte de su vida.
“Estas son las escrituras del ejido de mi propiedad” sostiene orgulloso Alejandro Ramírez, desde su casa de adobe a medio terminar. Él es un minero retirado por una lesión lumbar y que a sus 69 años, sobrevive vive con una pensión de 2 mil 500 pesos mensuales.
Fu e hasta 1980 que la Secretaría de la Reforma Agraria les entregó 8 mil 765 hectáreas, ¿y el resto? Lo tendrían que pelear a una mina de plata de Grupo Peñoles llamada “La Encantada”.
“Cuando nos dieron los títulos fue como si nos dieran una casa, ser dueños del lugar donde crecí” dice Juan Manuel Trejo de 39 años, desempleado y padre de cuatro hijas.
Grupo Peñoles dice lo contrario y en 2004 solicita un amparo para legitimar como suya la superficie donde está asentada la mina.
“Es un robo el que están haciendo y tanto dinero el que se llevan” dice Lauro Vega, quien se gana la vida vendiendo ropa a los mineros que extraen la plata de su propiedad.
En 2006, Grupo Peñoles perdió el amparo y la Secretaría de la Reforma Agraria validó a los ejidatarios sus derechos como propietarios de las 10 mil 100 hectáreas.
Sólo que Grupo Peñoles vendió la mina a la compañía canadiense First Majestic y ahora es con ellos el diálogo, la lucha para que les paguen un terreno que ha sido explotado por 34 años.
Aunque al momento de entregarles el resto de su territorio les hayan dado otros lotes que no coinciden con los planos y tuvieran que iniciar otra vez un litigio ante el tribunal Agrario en Torreón, Coahuila, para hacer valer que es de ellos donde está operando en superficie y subsuelo la canadiense First Majestic.
El pasado 6 de diciembre se reunieran con representantes de First Majestic para ponerle precio a sus predios y no llegaran a ningún acuerdo. La oferta: 10 millones de pesos, que divididos entre los 36 ejidatarios equivalen a 277 mil pesos para cada quien, menos el 30 por ciento, porcentaje para los abogados.
“Nos remontamos a la conquista porque lo que nos ofrecen es mucho menos que espejitos, es muy poco para el negocio que representa esta compañía” dice Mario Valdés, comisariado ejidal y ganadero.
No están dispuestos a aceptar esa oferta porque ya no podrán ni sembrar. Saben que el agua que corre por el subsuelo es veneno debido al proceso de lexivación que usa la mina para obtener la plata. Por hacer valer sus escrituras están arriesgando la vida.
Se les trata como extraños por su tierra, la compañía First Majestic instaló en la entrada del ejido, una pluma de acceso con guardias de seguridad las 24 horas, “¿A qué viene?, ¿con quién va?, nombre completo, identificación y placas” son las preguntas previas a un cateo obligatorio del vehículo.
“Este camino por el que ellos transitan es terreno de nosotros y estamos tratando de que se nos pague una regalía por el uso de tantos años y de aquí en adelante una renta, más el pago por el terreno donde está la mina” dice el Comisariado Ejidal, quien lleva en su andar más de cien diligencias a dependencias y juzgados para exponer el tema.
Hace dos años comenzaron otro juicio ante el Tribunal Tributario Agrario para que ejecute el decreto presidencial de acuerdo a los planos oficiales. Esto implicaría frenar la mina La Encantada que está sobre 2 mil hectáreas, registradas con nombres y apellidos de los 36 ejidatarios.
“La forma de hacer que nos pudieran hacer caso era cerrándoles el paso, lo hicimos una vez y se arrimaron pero no llegamos a ningún acuerdo, fuimos otra vez (a cerrar el camino) y entonces nos levantaron” dice Lauro Vega, quien tiene una marca en su muñeca izquierda por las horas que duró con las esposas mal puestas aquel día.
La Procuraduría del Estado de Coahuila ordeñó un operativo para aprehenderlos por el delito de obstrucción de vías de comunicación.
“Nos levantaron y nos pasearon por Múzquiz, Rosita, Monclova, luego Cuatrociénegas hasta Químicas del Rey, fueron más de 12 horas en la noche, iban bien recio, lo que no querían era que les amaneciera en el camino con nosotros” dice Lauro Vega, junto a su esposa que esa noche no durmió nomás de pensar.
Por eso interpusieron una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Sin embargo, les cobraron una multa para dejarlos libres el 28 de junio de 2013. Pagaron 500 pesos cada uno por el delito de obstrucción de vía, una vía que no está registrada en ningún documento de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, porque es propiedad privada, propiedad de ellos.
“Pensamos que nos iban a desaparecer, que nos iban a matar, ‘pisotearon nuestros derechos’, así le dije al Ministerio Público que nos levantó el acta, ‘a usted lo pusieron para cuidar a los mexicanos, no para pisotear nuestros derechos, nosotros no estamos robando, sólo queremos lo que nos pertenece, yo no veo el delito, si esto es mío a quién estoy estorbando’” dice Don Efrén Barajas.
Sobre las 2 mil hectáreas que les está invadiendo la compañía First Majestic, está cimentado un fraccionamiento exclusivo para mineros; las oficinas de La Encantada y una iglesia con el césped bien crecido, quizá para agradecer un día que esto les sea devuelto.
“Como antes había mucho pasto, yo pasaba con mis animales por aquí pero ya no los traigo porque hace años se me murieron 70 chivas, esta tierra roja está así desde hace veinte años, aquí había mucho nopal, hierba, cactus, se secó todo de a tiro” dice don Tacho desde una llanura donde escarba más de un metro en busca de tierra fértil y lo único que sale es un polvo con olor a cianuro.
La tierra ya tiene otro color por los metales pesados que se han vertido ahí. El agua, de acuerdo al estudio realizado el 5 de agosto de 2013 por la Universidad Autónoma de Coahuila, contiene: 1.112 mg/ l de Cobre, .126 mg/l de Zinc, .0138 mg/l de Niquel, .021 mg/ l de Cromo, .003 mg/ l de Cadmio y en su mayoría Plomo con un nivel mayor de .241 de miligramos por litro, cantidad que impide sea potable o sembrar alimentos con ella.
Ramón Dávila Flores, director general de First Mejestic en México presume que la empresa ha dejado una derrama por más de 10 millones de dólares en Ocampo, Coahuila.
“Pues aquí nunca se ha visto nada por el lado de First Majestic, es una vil mentira, aquí con lo único que han ayudado es con unos botes de basura, pero así que tú digas que procuren ayudar a la gente del ejido, del pueblo, nombre” dice Juan Manuel Trejo.
La mina La Encantada, es la que menos pagó impuestos en 2013 en México, sólo 68 mil pesos por extraer un millón 277 mil 500 toneladas de mineral. “Es un robo el que están haciendo y de tanto dinero” Lauro Vega, ejidatario
El Tribunal Unitario Agrario en Torreón Coahuila, distrito VI, emplazó a la minera el pasado 7 de febrero para que presente las pruebas de su propiedad o, en su defecto, desaloje las 2 mil hectáreas.
“Se puede arreglar en cualquier momento siempre y cuando quieran ellos, ya tenemos treinta años con este pleito, aquí lo que pasa es que nos estamos haciendo viejos y nos quieren enterrar y se acabó el pleito, a lo mejor es lo que ellos esperan” dice don Efrén acomodándose el sombrero y señalando la mina como quien señala un gigante.
La mina La Encantada, de la compañía First Majestic, no pudo acreditar la propiedad ante el Tribunal Agrario, ahora tendrá que ser un perito topográfico quien lea los planos y emita un dictamen.
Los dueños de Tenochtitlán sueñan que un día obtendrán lo justo: que la Sectretaría de la Reforma Agraria resuelva el expediente 260 a su favor y que la mina les pague por sus tierras.
Con información de Kowanin Silva
http://www.vanguardia.com.mx/quehaydetrasdelaplataquepresumecoahuila-2094741.html