La exposición prolongada a la contaminación acústica se asocia con la pérdida de sueño, presión sanguínea elevada, dolor de cabeza, problemas digestivos y cardiovasculares, entre otros.
El término se refiere al ruido, sonido excesivo y molesto, provocado por las actividades humanas (tráfico, industrias, construcciones de obras públicas, fiestas, aviones, locales de ocio, etcétera), que ocasiona efectos negativos en la salud física y mental de las personas.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el límite superior de acústica al aire libre es de 55 decibeles; sin embargo, en lugares como la ciudad de México o Berlín, los niveles oscilan entre 70 y 99 decibeles. En consecuencia, desde 1972, la OMS reconoció al ruido como un agente contaminante y como una falta cívica.
Investigaciones alrededor del mundo, en especial del Chalmers University of Technology, en Suecia, sugieren que la exposición prolongada a la contaminación acústica se asocia con la pérdida de sueño, presión sanguínea elevada, dolor de cabeza, problemas digestivos y cardiovasculares, insomnio, estrés, irritabilidad, bajo rendimiento, pérdida de años de vida así como de audición.
Esta situación es el segundo problema ambiental, después de la contaminación, que repercute en la población a nivel emocional y de salubridad. Sin embargo, las reformas legislativas en relación a la contaminación acústica son insuficientes: “El número de personas expuestas a este tipo de contaminación en nuestras ciudades se mantiene en un alto nivel. Actualmente, el ruido del tráfico se relacionada con problemas de la salud ocasionados por el estrés, como las enfermedades cardiovasculares.” Tor Kihlman, profesor en Chalmers University y autor de la investigación.
Para él, no existen soluciones técnicas sencillas para resolver el problema del ruido causado por el tráfico, así como tampoco una prevención para proteger a nuestros oídos:
La división de las responsabilidades no está clara. Muchas de las medidas necesarias son ideales para implementarse en ciudades densas. Son, en su mayoría, lo necesario para abordar el cambio climático. Por lo que es doble el beneficio para luchar contra este tipo de contaminación. […] Los problemas relacionados con el ruido del tráfico de las calles no pueden ser resueltos efectivamente con tan sólo tomar acciones con la fuente del ruido, tampoco con tecnología previsible. Por consiguiente, el estudio también se enfoca en planificar y construir medidas. Sin embargo, los métodos actuales, de medir y describir las emisiones del ruido, tampoco son suficientes ni adecuados desde el punto de vista del ciudadano afectado.
Entonces, ¿de qué manera podemos reducir el ruido como parte del proceso de desarrollo de una ciudad? De acuerdo con el estudio, existen cinco posibles acciones:
- Orientar adecuadamente los edificios altos, con el fin de que actúen como escudos contra el ruido.
- Implantar un límite de velocidad que no rebase los decibeles indicados por la OMS, en especial durante la noche.
- Mejorar la pavimentación de las calles, ya que ayudan a reducir el ruido causado por el tráfico.
- Motivar a las personas a que caminen o anden en bicicleta, reduciendo así el ruido automovilístico.
- Regular el transporte público, con el fin de que genere al menos el mismo nivel de decibeles que el flujo automovilístico.
(Información: ecoosfera)