Desde el terremoto que azotó a las regiones de Parinacota y Taparacá en abril, que la comunidad Quechua de Quipisca vive atemorizada por el colapso del Botadero de Lastre Oeste, de la Mina Cerro Colorado.
Miles de metros cúbicos de desechos escurrieron desde el Botadero ubicado colina arriba, hasta asentarse en el fondo de la quebrada. Pese a que la empresa fue informada, los desechos tóxicos siguen ahí, amenazando el futuro agrícola de la comunidad.
Regeneración, 29 de agosto de 2014.-En julio del 2013 la Compañía Minera Cerro Colorado Ltda., del grupo BHP Billinton ingresó al Sistema de Estudio de Impacto Ambiental el proyecto “Continuidad Operacional de Cerro Colorado”, el que extendería la vida útil de la mina hasta el año 2023. Uno de los puntos de mayor controversia pública ha sido el uso que se haría de los pozos de agua de Pampa Lagunillas, asunto que le valió al proyecto ser declarado inadmisible por el entonces SEREMI de Medio Ambiente de Tarapacá, Juan Carlos Liendo, quien días después renunció a su cargo en medio de un fuerte escándalo político, asegurando haber recibido presiones por parte del gobierno central y acusando a la empresa de efectuar actividades de lobby en Santiago.
Lo anterior, hace necesario detenerse y mirar con especial agudeza el proyecto de “Continuidad Operacional de Cerro Colorado”, más aún cuando existe una historia de afectación humana -que hasta ahora- ha permanecido absolutamente invisibilizada, hablamos de la localidad de Quipisca, que se encuentra directamente en el área de influencia de la mina, a sólo 7 kms., de las obras.
Ubicada en la comuna de Pozo al Monte en la I Región, Quipisca se emplaza en el fondo de una verde y fértil quebrada, ahí crecen los más grandes, ricos y dulzones membrillos de toda la región. Los quipisqueños tienen una tradición agrícola ancestral, sin embargo desde el pasado terremoto de abril, los lugareños no duermen tranquilos al darse cuenta que, producto de la magnitud del evento telúrico, los desechos del Botadero Norte Oeste de la mina Cerro Colorado habían colapsado, derramando material tóxico de cerro a cerro, inundando hasta el fondo de la quebrada.
Wilfredo Bacián, Presidente de la Comunidad Quechua de Quipisca, nos señala: “El botadero se encuentra a unos 6 kms., de los suelos agrícolas, río arriba de la comunidad, y pese a que la empresa sabe de la gravedad que conlleva este hecho, sólo se limitó a remover los desechos, pero no a retirarlos, por tanto el peligro para nosotros y nuestros cultivos persiste”
Historia Repetida
Wilfredo Bacián, nos comenta que esta situación no es nueva, en el año 2012 en uno de los tantos recorridos que hacen sobre su territorio, se dieron cuenta que el Botadero Norte había colapsado depositando material en la quebrada, el que posteriormente fue arrastrado por las aguas lluvias, llegando hasta los suelos agrícolas y a la vertiente, Bacián agrega: “Denunciamos esta situación al Seremi de Medio Ambiente de esa época, y producto de esta denuncia, la Empresa (Cerro Colorado), presentó un proyecto de encauzamiento del río en ese tramo de la quebrada. El proyecto fue aprobado en mayo de este año, mediante una Declaración de Impacto Ambiental, pese a que como Comunidad Quecha de Quipisca insistimos en que, dada la magnitud de la intervención, se debía realizar Consulta Indígena, ya que habían elementos suficientes para que el proyecto se sometiera a un Estudio de Impacto Ambiental, solicitud que fue desechada por las autoridades pertinentes. Entonces, pedimos ser parte de un proceso de consulta ciudadana, para al menos así, poder presentar observaciones; lamentablemente la autoridad de ese entonces nos dijo que legalmente no era viable, porque habría que haber sumado a otra organización más o a 10 personas naturales que suscribieran la solicitud, no pudimos superar este tecnicismo.”
Wilfredo reflexiona: “Resulta angustiosa la indolencia de las autoridades y de la empresa, que pese a estar al tanto de este nuevo derrame desde hace ya cinco meses, no han hecho nada por evitar un posible desplazamiento de estos desechos tóxicos hacia nuestros suelos agrícolas y nuestras fuentes de agua. Impresiona la falta de diligencia y seriedad de las autoridades en no abordar este problema. Se nos excluye de participar en los proceso de consulta, no se nos permite aportar con nuestros conocimientos y experiencias, sólo nos han puesto obstáculos. ¿Qué pasará cuando llegue el invierno altiplánico y todo este material termine contaminándolo nuestras tierras, nuestra agua?, ¿Quién se hará cargo?, concluyó. Cabe hacer notar que la totalidad de las familias que viven en Quipisca se abastecen de agua proveniente de la vertiente, lo cual devela la alta dependencia de los habitantes del valle de los afluentes naturales presentes en la quebrada, de los cuales extraen sus aguas tanto para regadío como para consumo humano.
Fuente: Ecoportal.com