¿Conoces a Román? En Relatos de Pesadilla, Luis Orlando Montante nos comparte una historia real sucedida en Durango, México, a una mujer casi escéptica de lo paranormal.
Por Luis Orlando Montane Pineda
RegeneraciónMx, 25 de julio de 2022.- Hoy les tengo la segunda parte de esta aterradora historia escrita Annaiz Veloz, de la página de Facebook Historias macabras para no dormir. Ella nos cuenta de Román, un entrañable, pero extraño amigo de Durango.
La visita de Román – Parte 2
Le comenté a mi esposo lo sucedido y éste me dijo que no me preocupara, que era muy probable que estuvieran ocupados haciendo el pan. De repente sonó el timbre y, al abrir, me llené de alegría, pues era Román. Le di un abrazo y lo sentí bastante diferente: estaba muy frío, su piel era pálida y como muy terrosa.
—¿Estás bien Román?, le pregunté angustiada.
—Claro, me dijo sin dejarme de mirar.
—¡Pero mira nada más! Por fin apareciste, Román. Alondra estaba bastante preocupada por ti, le dijo mi esposo extendiéndole la mano.
—Estoy bien, repuso Román
—Estás bastante frío, compadre. Subiré a traerte un suéter.
—Román, por Dios, me estás preocupando. ¿Qué tienes? ¿Acaso peleaste con tu esposa? Te noto muy raro.
—Nada de eso, ella es una mujer maravillosa.
—Entonces ¿Qué sucede?
—Solo quería venir a verlos y decirles que realmente los quiero mucho y me dio mucho gusto saber de ti nuevamente Alondra.
—Tranquilo Román, que mientras Alondra esté conmigo me encargaré de que nunca se vuelvan a distanciar, decía mientras le colocaba el suéter.
En ese momento Román se despidió de nosotros argumentando que aún tenía a mucha gente que visitar. Al salir, volteó una vez más a vernos y pude ver como rodaban un par de lágrimas por su mejilla. Me quedé bastante inquieta, porque nunca había visto a Román así. Le dije a mi esposo que llamaría a su mujer para preguntarle qué estaba pasando, y al buscar mi teléfono recordé que lo había dejado en la habitación del segundo pisó. Subimos ambos y me di cuenta de que tenía varias llamadas de Graciela. Quise ignorarlas, pero mi esposo me dijo que era probable que fuera importante, porque Graciela no es tan insistente, así que sin pensarlo le marqué de inmediato.
La llamada
—¿Bueno?
—Alondra, Román, decía entre sollozos.
—Román qué, por Dios, Graciela.
—Ha fallecido.
—Pero, ¿de qué demonios estás hablando? ¡Eso no puede ser posible!
—Lamentablemente lo es. Estaba internado desde anoche y hace una hora le dio un infarto y los doctores no pudieron hacer nada por él. Yo me di cuenta por casualidad, porque vine a recoger una medicina y aquí me encontré a su esposa. Yo estaba con ella cuando le dieron la terrible noticia.
—¡No, Graciela, no! ¡Román se acaba de ir de mi casa!
—¡Alondra basta! Si logras entender lo que te estoy diciendo, me decía Graciela molesta.
No podía creer lo que escuchaba. Al verme en tan mal estado mi esposo me quitó el teléfono y al escuchar lo que decía Graciela él también palideció ante tan terrible noticia. Después de colgar mi esposo y yo estábamos bastante incrédulos ante la situación, así que decidimos llamar a la esposa de Román, pero, por más que insistíamos, nunca contestó.
—Vamos al hospital, mi amor. Esto se debe de tratar de una broma de mal gusto.
—¿Y tú crees, Alondra, que aún estén ahí?
—¡Claro! Si es cierto, eso el papeleo es bastante tardado, así que si nos apuramos los alcanzaremos fácilmente.
Nos dirigimos a toda prisa al hospital y conforme avanzábamos, los nervios se apoderaban de mí. Al llegar nos encontramos con la terrible noticia que todo era cierto. Amigos y familiares se encontraban dándole el pésame a la esposa de Román. En ese momento me di cuenta de que no había duda alguna, todo era cierto. ¡Román estaba muerto!
Miré a mi esposo bastante desconcertada y al notarlo, la esposa de mi amigo me preguntó que si me pasaba algo. No pude más y le conté sobre la visita de Román. Ella, bastante incrédula, me dijo que era bastante cruel de mi parte jugar con eso yo trataba de explicarle que sería incapaz de bromear con una cosa así. Cuando el personal del hospital le entregó las pertenencias de Román, todos quedamos en shock al ver que entre sus cosas estaba el suéter que, minutos antes, le había regalado mi esposo.
Otra visita
Ahora todo comenzaba a tener sentido. Román había ido para asegurarse que no olvidara mi promesa de cuidar a su familia.
Ya en el funeral, mi madre me marcó preocupada, porque no habíamos vuelto en toda la tarde, y le dije que un amigo había fallecido, que me encontraba en el velorio. Me pidió la dirección y dijo que iría a acompañarnos.
Aproximadamente dos horas después, mi madre me marcó nuevamente para avisarme que estaba afuera del velatorio, que saliéramos un momento, porque nos había traído algo de comer. Mientras nos acomodábamos en su coche para comer, ella nos dijo que había estado hablando con Román, que lo veía bastante desmejorado, que debió haberle pegado muy duro la muerte de nuestro amigo.
—¿Y en dónde fue que lo viste mamá?, le pregunté curiosa.
—Hace algunos minutos, justo antes de marcarles le ofrecí algo de comer, pero estaba tan triste que se negó. Y, por cierto, Alondra, ¿cuál de tus amigos fue el que murió?
—¡Ay mamita! Cómo decirte… el que murió fue Román.
Mi madre se puso bastante histérica al escucharme decir eso y me exigió que la acompañara a ver si lo que decía era real. Después de verlo con sus propios ojos, mi mamá lamentablemente entró en una crisis de pánico y tubo que llegar una ambulancia por ella.
A raíz de ese acontecimiento hemos tenido que ir a terapia, pues la impresión ha sido tan fuerte que aún no lo hemos podido superar. Han pasado cuatro meses de esto y quisiera que me ayudaran a entender qué demonios pasó .¿Por qué mi madre también lo vio? Ayúdenme, por favor, porque temo volver a verlo y esta vez no poder resistirlo.
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