Periodista Jamal Khashoggi fue estrangulado cuando funcionarios del consulado saudita «trataban de mantenerlo tranquilo», en hecho ocurridos en la capital de Turquía
Versiones señalan que al periodista le fueron cortados dedos de la mano durante el interrogatorio, luego decapitado y desmembrado
Otras fuentes indicaron que le fue inyectada una sustancia desconocida y que habría sido descuartizado aún vivo por un forense saudita
Regeneración, 20 de octubre del 2018. El periodista del Washington Post, Jamal Khashoggi, fue asesinado en el consulado de Arabia Saudita en Ankara, la capital de Turquía. Tras quince días de negar insistentemente que el periodista halla sido agredido en el consulado de Arabia Saudita en Turquía, el régimen saudí reconoció el asesinato del periodista.
Jamal Khashoggi, acudió al consulado saudí en la capital de Turquía para hacer trámites relacionados con su futuro matrimonio.
Ingreso el 2 de octubre a la sede del consulado en Estambul y ahí fue asesinado.
Durante 18 días el régimen saudita afirmó que el periodista abandono la sede diplomática por su propio pie, sano y salvo.
Sin embargo, durante este tiempo versiones periodísticas dieron a conocer que el periodista del Washington Post, de origen saudita Jamal Khashoggi , fue asesinado por personal del consulado de Arabia Saudita.
Incluso se publicó la existencia de grabaciones donde se estableció que efectivamente fue asesinado por personal consultar y desmembrado en menos de 7 minutos.
Sobre el destino de su cadáver, las fuentes sauditas afirmaron que los restos fueron entregados a «un cooperador local» en Turquía.
La prometida turca de Khashoggi, Hatice Cengiz, tuiteó en árabe: “El corazón se aflige, hay lágrimas en los ojos y con tu separación estamos tristes, mi querido Jamal”, dijo. Preguntó: “¿Dónde está el cadáver del mártir Khashogui?”; informó Reuters.
Trump y autoridades saudís buscan deslindar del asesinato a la realeza que gobierno Arabia Saudita
Desde que fue denuncianda su desaparición no cesaron las protestas por parte de periodistas y medios de comunicación en Estados Unidos.
Las protestas incluyeron las declaraciones de Michel Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, quién pidió el retiro de la inmunidad diplomática para los agresores.
En este tiempo Donald Trump dedicó parte de su tiempo en defender a sus aliados de Arabia Saudita de los hechos.
Reuter detalló que la fiscalía saudí informó el sábado que hubo una pelea entre Khashoggi y las personas con las que se reunió en el consulado en Estambul, lo que generó el fallecimiento.
“Las investigaciones aún están en curso y 18 ciudadanos sauditas han sido arrestados”, dijo en un comunicado.
Un funcionario saudí dijo a Reuters por separado: “Un grupo de saudíes tuvo un altercado físico y Jamal murió como resultado de un estrangulamiento. Trataban de mantenerlo tranquilo”.
La prensa estatal saudita dijo que el rey Salman había ordenado el despido de cinco funcionarios, entre ellos Saud al-Qahtani, un asesor de la corte real considerado como la mano derecha del príncipe heredero Mohammed, y el subjefe de inteligencia Ahmed Asiri.
Una crisis diplomática de dimensiones internacionales
El gobierno del Reino Unido dijo que estaba considerando sus “próximos pasos”, ante el escándalo.
Por su parte Australia y Holanda informaron que se retiraron de una cumbre de inversión planeada en Arabia Saudita en protesta por el asesinato.
Reuters también dio cuenta de las reacciones en los Estados Unidos, luego de que finalmente la casa real de Arabia Saudita reconociera los hechos:
“Esto parece haber sido un acto deliberado y planificado seguido de un encubrimiento”, señaló el senador demócrata Jack Reed, miembro de mayor rango de la Comisión de Servicios Armados del Senado, al acusar que los saudíes no decían la verdad.
El senador republicano Rand Paul escribió en Twitter: “También debemos detener todas las ventas militares, la ayuda y la cooperación de inmediato. Arabia Saudita debe pagar un elevado precio por estas acciones”.
Quién era el periodista Jamal Khashoggi
El renombrado periodista saudita Jamal Khashoggi, cuya muerte confirmó Arabia Saudita este viernes [sábado en el reino saudita], pasó de ser alguien que conocía desde dentro a la familia real saudí a ser un detractor del todopoderoso príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
En su última colaboración con «The Washington Post», denunció las trabas a la libertad de prensa en el mundo árabe y afirmó:
«Desgraciadamente, esta situación probablemente no cambiará».
Jamal Khashoggi llegó a Washington hace un año y dejó atrás una larga lista de malas noticias en el lugar que llamaba su casa.
Después de una exitosa carrera como asesor y vocero no oficial de la familia real de Arabia Saudita, el príncipe heredero le prohibió escribir en el reino, incluso en Twitter.
Su columna en un periódico propiedad de sauditas fue cancelada.
A sus familiares les prohibieron viajar, para presionarlo a dejar de criticar a los gobernantes del reino.
Entonces, después de que llegó a Estados Unidos, una ola de arrestos mandó a varios de sus amigos sauditas tras las rejas, y tomó una decisión difícil: era muy peligroso regresar a casa dentro de los próximos meses, quizá en cualquier momento.
Así que en Estados Unidos se reinventó como crítico en sus columnas en «The Washington Post» y creyó que en Occidente había encontrado un lugar seguro.
Pero resultó que la protección Occidente tiene límites.
Jamal Khashoggi debía cumplir 60 años el 13 de octubre, pero el 2 entró en el consulado saudita en Estambul, Turquía, donde necesitaba recoger un documento para su boda, y no volvió a aparecer.
La prensa turca aseguró que Khashoggi fue torturado y desmembrado.
Y Washington instó a Riad a publicar cuanto antes los resultados de su investigación.
Arabia Saudita desmintió en un primer momento la muerte del periodista, pero este viernes [sábado en el reino saudita] admitió que había fallecido en el interior de su consulado en Estambul.
El Caso Khashoggi abrió una disputa entre Estados Unidos y Arabia Saudita, el principal aliado árabe del gobierno de Donald Trump, y ha dañado seriamente la reputación del príncipe heredero, Mohamed bin Salman, el hombre de 33 años que ostenta el poder detrás del trono saudita y que esta vez quizá se excedió incluso para sus más leales simpatizantes en Occidente.
La posibilidad de que el joven príncipe ordenara el asesinato de un disidente representa desafíos para el presidente Trump y puede convertir las antes cercanas relaciones en tóxicas.
Podría convencer a aquellos gobiernos y corporaciones que han ignorado la destructiva campaña militar del príncipe en Yemen, el secuestro del primer ministro libanés y sus olas de arrestos de clérigos, empresarios y otros príncipes de que es un autócrata despiadado que no se detendrá ante nada para acabar con sus enemigos.
Aunque el Caso Khashoggi ha proyectado una nueva luz más intensa sobre el príncipe heredero, también ha llamado la atención sobre las simpatías enredadas a lo largo de la carrera de Khashoggi, en la cual equilibró lo que parece haber sido una afinidad privada por la democracia y el islam político con su prolongado servicio a la familia real.
Su atracción al islam político le ayudó a forjar un vínculo personal con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, quien ahora exige que Arabia Saudita explique el destino de su amigo.
La idea del autoexilio en Occidente fue un golpe para Khashoggi, de 60 años, quien había trabajado como reportero, comentarista y editor para convertirse en una de las personalidades más conocidas del reino saudita.
La primera vez que llamó la atención internacional fue cuando entrevistó a un joven Osama Bin Laden y, posteriormente, se convirtió en un reconocido confidente de reyes y príncipes.
Gracias a su carrera estableció muy buenas conexiones y el hombre alto, amistoso y fácil de tratar parecía conocer a todo aquel que tenía alguna relación con Arabia Saudita durante las tres últimas décadas.
No obstante, establecerse en Washington tenía sus ventajas.
Un amigo lo invitó a pasar el Día de Acción de Gracias el año pasado y él compartió con sus 1,7 millones de seguidores en Twitter una foto de sí mismo en la cena engullendo pavo y batatas o camotes.
Cuando llegó su turno de compartir por qué estaba agradecido, dijo: “Porque soy libre y puedo escribir con libertad”.
De acuerdo con entrevistas hechas a decenas de personas que conocían a Khashoggi y su relación con los líderes sauditas, su afición por escribir libremente y el que quisiera impulsar una reforma política desde el extranjero lo pusieron en un camino de rivalidad con el príncipe heredero.
Aunque Arabia Saudita ha sido gobernada desde hace mucho tiempo conforme al consenso de príncipes veteranos, el príncipe heredero ha desmantelado ese sistema y dejó su propio poder sin revisión alguna.
Si se tomó una decisión para silenciar a quien el reino consideraba un traidor, probablemente la tomó él.
Lo que le dio fama a Khashoggi fue conocer a Osama Bin Laden.
Khashoggi había pasado un tiempo en Yeda, la ciudad natal de Bin Laden y, como Bin Laden, él provenía de una familia prominente que no pertenecía a la realeza.
El abuelo de Khashoggi fue un médico que trató al primer rey de Arabia Saudita.
Su tío fue Adnan Khashoggi, un famoso vendedor de armas, aunque Jamal Khashoggi no obtuvo beneficio alguno de la fortuna de su tío.
Esta sección biográfica del periodista fue publicada por El Comercio, de Perú