Tras el discurso de Akihito, nueve de cada 10 japoneses se expresaron favor de la abdicación del actual emperador y de la coronación de su primogénito.
Regeneración, 30 de abril del 2019. Luego de tres décadas de la era Heisei (consiguiendo la paz), el emperador Akihito de Japón abandonará el cargo este martes, a los 85 años, que lo convierte en el primero en abdicar en dos siglos al considerar que su edad y su salud merman sus habilidades para desempeñar sus actividades oficiales.
Akihito, el emperador número 125 de Japón, nació el 23 de diciembre de 1933. Fue el hijo más deseado de la pareja imperial Hirohito y Nagako, ya que después de cuatro niñas llegó como futuro heredero al trono del Crisantemo.
Conforme la costumbre milenaria japonesa, Akihito fue separado de sus padres a la edad de tres años para ser criado e instruido por tutores en las artes de su futuro papel como cabeza de la monarquía hereditaria más antigua del mundo.
La educación primaria y secundaria la recibió en el entonces Ministerio de la Casa Imperial, aunque durante la Segunda Guerra Mundial fue trasladado junto con sus compañeros de clases a provincias remotas.
En 1952, ingresó a la Facultad de Ciencias Políticas y Economía de la Universidad de Gakushuin. El 10 de noviembre de ese año fue investido como príncipe heredero en una ceremonia en el Palacio Imperial de Tokio.
En esa última condición, asistió a la coronación de la reina Isabel II, del Reino Unido, en junio de 1953. El 14 de enero de 1959, Akihito sorprendió con su decisión de casarse con Michiko Shoda, hija de un empresario.
La boda fue transmitida en directo por televisión el 10 de abril de ese año. De esa manera, Michiko, educada en Oxford y Harvard, se convirtió en la primera plebeya en llegar a la casa imperial.
El matrimonio tiene tres hijos: los príncipes Naruhito (el heredero al trono), de 59 años, y Fumihito, de 54; así como la princesa Sayako, de 50. El 22 de septiembre de 1988 asumió la regencia por enfermedad de su padre Hirohito.
A la muerte de éste, el 7 de enero de 1989, aceptó la posesión de la espada sagrada, las cuentas y el espejo de la diosa Amaterasu Omikami; y al concluir el periodo de luto, fue entronizado el 12 de noviembre de 1990.
Con su reinado inició la era Heisei, en la que el Trono del Crisantemo tiene definido constitucionalmente un papel ampliamente simbólico y de cabeza del sintoísmo, la religión tradicional de Japón.
A partir de entonces, la pareja comenzó a desempeñar una amplia variedad de deberes oficiales en relación con su posición como símbolo del Estado y de la unidad del pueblo.
Entre sus muchas visitas al extranjero destacan las realizadas a China (octubre de 1992), la primera de un emperador japonés a esa nación, donde señaló que lamentaba el gran sufrimiento que Japón le había ocasionado a ese país.
En mayo de 1998, su visita de Estado a Londres desencadena manifestaciones de prisioneros de guerra británicos de la Segunda Guerra Mundial que exigen una disculpa formal y una compensación por el trato que los soldados japoneses les dieron.
En julio de 2009, Akihito y su esposa Michiko realizan una visita a Hawai, pero no acuden a Pearl Harbor. Depositan una ofrenda floral en el Cementerio del Monumento Nacional del Pacífico para los veteranos de las dos guerras mundiales, los conflictos de Corea y Vietnam.
Al conmemorarse el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, Akihito declaró un “profundo arrepentimiento” por las acciones de Japón durante esa contienda. “Espero sinceramente que los desastres de la guerra no se repitan nunca”.
Durante la era Heisei se vivieron varios desastres naturales en Japón, como el terremoto ocurrido en 1995 en la ciudad occidental de Kobe, donde rompiendo con las tradiciones la pareja imperial se arrodilló para hablar con los sobrevivientes.
En marzo de 2011, Akihito pronuncia un discurso televisado pre grabado tras el devastador terremoto, tsunami y la crisis nuclear de Japón, en el que llama a los japoneses a que “nunca pierdan la esperanza, se cuiden y vivan fuertes para el mañana». Con el paso de los años, la salud del emperador japonés comenzó a mermar.
En enero de 2003, se sometió con éxito a una cirugía para el cáncer de próstata que se diagnosticó en diciembre de 2002. Ocho años después admite tener problemas de audición.
En 2012 se sometió a una cirugía cardiaca “Los efectos físicos y mentales del envejecimiento me impedirían seguir desempeñando mis funciones de emperador simbólico con la máxima dedicación, como hasta ahora”, indicó Akihito al anunciar su voluntad de abdicar en favor de su hijo Naruhito mediante un mensaje de video transmitido en agosto de 2016, en el vigésimo octavo año de su mandato.
“Si el emperador pierde la salud y cae en un estado grave, la sociedad puede paralizarse, y los ciudadanos pueden sufrir los efectos en sus vidas”, agregó.
“He expresado mi voluntad considerando la prolongada historia del trono imperial en nuestro país y con el deseo de que en adelante la Casa Imperial siga apoyando a la ciudadanía (…), y la función del emperador simbólico se perpetúe de forma ininterrumpida y estable”.
El discurso del emperador, dirigido a través de los medios de comunicación a toda la ciudadanía para buscar su comprensión, se convirtió en la “emisión estrella” de la era Heisei, de acuerdo con el periodista Saito Katsuhisa, quien cubría los asuntos imperiales para el diario Yomiuri Shinbun.
Al principio, muchos japoneses estaban confundidos ante el hecho de que fuera el propio emperador quien hablará en persona.
Las palabras de Akihito resultaron muy convincentes para la población, ya que nueve de cada 10 japoneses se expresaron favor de la abdicación del actual emperador y de la coronación de su primogénito.
La antigua Ley de la Casa Imperial promulgada durante la era Meiji y la actual promulgada tras la Guerra establecen que el emperador ocupa el trono hasta el final de su vida, por lo que fue necesario que el Parlamento creará una ley especial para permitir la abdicación del actual monarca.
De esta manera, a sus 85 años y tras 30 años de reinado, Akihito dará un paso al lado para permitir la llegada de su hijo mayor, Naruhito, al trono del Crisantemo.
De acuerdo con la tradición imperial japonesa, tras su muerte, Akihito de Japón será llamado emperador Heisei, pero como anunció la Casa Real japonesa, hasta ese momento y después de la abdicación tanto él como su esposa, la emperatriz Michiko, usarán el título de emperadores eméritos.
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