Brasil en su crisis más grave desde 1880: Pochmann [entrevista 1]

Entrevista a Márcio Pochmann profesor del Instituto de Economía y del Centro de Estudios Sindicales y de Economía del Trabajo de Campinas, BrasilImagen relacionada

Regeneración, 30 de septiembre de 2019. La lenta recuperación de la economía brasileña indica que el país «está atravesando la crisis más grave desde la década de 1880» y que el ingreso per cápita en 2019 es «casi un 9% menor que en el mismo año de 2014», cuando comenzó la recesión económica, afirma el economista Márcio Pochmann en la entrevista con IHU On-Line.

Aunque la renta nacional no ha aumentado en los últimos años, «la riqueza de los ya muy ricos sigue aumentando, ya que la carga de toda la crisis se ha trasladado a la clase trabajadora.

En 2018, por ejemplo, mientras que el PIB habría variado un 1,1%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), las ganancias financieras se multiplicaron más de siete veces», dice. Y añade:

«En este primer año del gobierno de Bolsonaro, Brasil cierra la primera década perdida en términos económicos en el siglo XXI.

En los últimos 40 años, el país ha acumulado dos décadas perdidas».

IHU On-Line. ¿Cómo está analizando la situación nacional, especialmente la situación económica del país?

¿Cómo analiza específicamente los datos que presentan una lenta recuperación económica?

Márcio Pochmann. Brasil está atravesando la crisis más grave desde la década de 1880, cuando el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante.

Ya van seis años de una economía paralizada a un nivel casi de un 5% más bajo que el registrado en 2014, con un ingreso per cápita en 2019 casi un 9% más bajo que en el mismo año de 2014.

Este sería el caso si la renta nacional se distribuyera de forma ecuánime, ya que para el 90% de la población hay un empeoramiento, excepto para el 10% más rico, incluyendo el aumento en el número de billonarios.

En otras palabras, el ingreso nacional no aumenta, pero la riqueza de los que ya son muy ricos sigue aumentando.

Ya que la carga de toda la crisis ha caído sobre a la clase trabajadora. En 2018, por ejemplo, mientras que el PIB habría variado un 1,1%, según el IBGE, las ganancias financieras se multiplicaron por más de siete veces.

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Con la crisis, la aceleración del desmantelamiento de la sociedad urbana e industrial, el vaciamiento de las políticas públicas, la ausencia del Estado y el distanciamiento de las instituciones representativas de intereses (partidos, sindicatos, asociaciones estudiantiles y barriales, entre otros) traen consigo el creciente protagonismo de las iglesias, las milicias (paramilitares) y el crimen organizado.

No existe una experiencia internacional probada de un país que haya logrado crecer de manera sostenible con la prescripción neoliberal que se aplica actualmente en el país.

En este primer año del gobierno de Bolsonaro, Brasil cierra la primera década perdida en términos económicos del siglo XXI.

En los últimos 40 años, el país ha acumulado dos décadas perdidas.

IHU On-Line. ¿Cómo entiende la llamada Revolución 4.0?Márcio Pochmann. El progreso tecnológico ha sido utilizado como una ideología para acomodar a la clase trabajadora frente a la gravedad socioeconómica en la que vive el país.

Porque al adoptar el terrorismo de datos no comprobados de destrucción de empleo, pretende someterse a la pacificación a través de la intensificación de la competencia individual.

Esto dentro del mundo del trabajo por las falsas salidas de calificación y la flexibilidad de los contratos de trabajo, todos ellos de bajo nivel de vida y de trabajo.

Resulta que los países con mayor avance tecnológico en la actualidad (EE UU, Alemania y China) no son los que tienen las tasas de desempleo más altas, al contrario.

Tienen problemas debido a la precariedad de los empleos generados por las recetas neoliberales, pero no por el desempleo tecnológico.

Países como Brasil, por ejemplo, con un desempleo masivo y que tienen 1/3 de la fuerza laboral en busca de una ocupación, no se distinguen por los avances tecnológicos.

De hecho, en Brasil los pocos sectores con alguna inversión tecnológica fueron los que más empleos crearon.

Como en los casos de los sectores financiero (loterías, fintech y otros) y de telecomunicaciones (call center, televisión por suscripción y otros).

En general, empleos precarios como los que se están ampliando con la adopción de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en la movilidad de personas y bienes, como el Uber y otras modalidades.

En resumen, la tecnología no determina el empleo.

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Sino la política de compartir las ganancias de productividad que abre la posibilidad de gestionar mejor la relación entre la vida y el trabajo.

Permitiendo una jornada laboral más corta y retrasando la edad de entrada en el mundo del trabajo.

En la primera Revolución Industrial y Tecnológica (RIT), a lo largo del siglo XIX, el tiempo de trabajo heterónomo (aquel realizado para financiar la supervivencia) comprometió 2/3 del tiempo de vida humana, en general.

Durante el siglo XX, con la segunda RIT, la política de redistribución de las ganancias de productividad posibilitadas por la innovación tecnológica, permitió que el tiempo de trabajo ocupara en promedio el 40% del tiempo de vida.

Si no fuera por el terrorismo practicado por la retórica actual de la tecnología de decaimiento del empleo, el trabajo heterónomo podría significar alrededor de una quinta parte de la vida.

Daría la oportunidad de una entrada en el mundo del trabajo tras la finalización de la educación universitaria, la educación para la vida y una jornada laboral semanal de 12 horas.

Sin que el poder de los trabajadores se convierta en poder político, el salto en las ganancias de productividad seguirá siendo favorable a una mayor concentración del ingreso, la riqueza y el poder.

En Brasil, sólo el 5% más rico tiene la misma proporción de ingresos que el 95% de la población.

Sólo seis hombres blancos y ancianos concentran, en conjunto, una cantidad de riqueza equivalente a la suma de lo que gana la mitad de la población brasileña.