Casas de ‘cultura’ dan zumba, uñas de gel y corte y confección, ante crisis

En la CDMX, el compromiso por la cultura de Miguel Ángel Mancera casi no se nota, pues entre la falta de recursos materiales y humanos, las Casa de Cultura, están enfermas de muerte.

 

casa de cultura

Regeneración, 10 de octubre de 2016.- Las Casas de Cultura, antes reconocidas como una manera de preservar y fomentar muestras artísticas, se ha desvirtuado con el fin de encontrar los recursos económicos que necesitan para sobrevivir.

Estos sitios, imparten clases para autosustentarse que están alejados de lo que en principio se planteó, como corte y confección, tae kwon do, zumba, uñas de gel, entre otras.

Así la vocación primordial de estos centros, que era preservar y fomentar muestras artísticas propias de la comunidad, ahora operan mayoritariamente sin modelo cultural sin presupuesto y a veces sin personal.

Según una nota de Israel Ortega y Paola Ramos, los directores de las casas acusan que no existe un modelo cultural que los oriente hacia donde deben ir y carecen de una plantilla especializada.

“Las casas deben estar mucho más especializadas, se tiene que comenzar a vislumbrar cuáles son los objetivos a cumplir”, dijo Edwinng Hernández, coordinador de la Casa de Cultura Azcapotzalco.

“Lo que se imparte en muchas de ellas está determinado prácticamente por la persona que dirige el lugar y que, a veces, no tienen un buen perfil, sino solamente cumple funciones administrativas.

Las Casas de Cultura dependen de las delegaciones y están sujetas a un régimen de autogenerados, por ello, cobran cuotas por los cursos que imparten y el 70 por ciento de éstas se destina al instructor y el resto a la Delegación.

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“Estamos tratando de recuperar la vocación del lugar, pedimos presupuesto, aunque aún no se ha logrado. Aquí traemos a artistas que imparten talleres gratuitos a cambio de que les prestemos nuestros espacios”, dijo Antonio “Gritón”, director de la Casa de Cultura San Rafael.

Actualmente funcionan 100 Casa de Cultura en la Ciudad de México, y la carestía es común en todas ellas, misma que se refleja en el descuido de sus instalaciones y en la falta de recursos humanos y materiales.

También en la mayoría ofrecen cursos que no coinciden con actividades artísticas; cursos que incluyen uñas de gel, corte y confección, tae kwon do, zumba, yoga, carpintería, tapicería, deportes o manualidades.

En 1996, la Secretaría de Finanzas del DF estableció que las casas de cultura se convertirían en instituciones generadoras de recursos, por esta razón, no cuentan con presupuesto asignado.

Al imponérseles el sello de “autogenerados” quedaron fuera del Programa Operativo Anual (POA) delegacional, que designa los recursos para proyectos y actividades institucionales de cada demarcación.

Además, por ley, a las casas de cultura sólo corresponde la mitad de lo que generan, situación que afecta su labor y su mantenimiento, pues no alcanza ni para pagar a los talleristas, que deben cobrar 70 por ciento de los recursos autogenerados, afirmó Arturo Ortega Cuenca, subdirector de Servicios Culturales de la delegación Cuauhtémoc.

El financiamiento de estos recintos se da a partir del porcentaje de recursos “autogenerados” que les devuelven en forma de subsidios, dependiendo de la “buena voluntad” de las autoridades, y el patrocinio de la iniciativa privada. Por ejemplo, las nueve casas de cultura de la delegación Iztacalco cuentan con un presupuesto de 20 mil pesos mensuales, que la Dirección de Educación y Cultura les destina de manera voluntaria, señala Miriam Cruz de la Torre, jefa de la Unidad Departamental de Casas de Cultura, en esa entidad.

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Alejandro Sandoval Ávila, escritor y promotor cultural, lamentó que las casas se transformen poco a poco en espacios de entretenimiento, cuando su vocación fundacional era enriquecer la sensibilidad humana y la convivencia comunitaria a partir de actividades culturales.

«Las casas de la cultura están metidas en dificultades que las hacen operar en el día a día. Si no se hace una operación a fondo, dotarlas de recursos, y mejorar su capacidad de maniobra, pues seguirán realmente en crisis», aseguró.

Así, estos centros culturales se quedaron en segundo término, sin presupuesto asignado y siendo víctimas de la negligencia y la burocracia local.

Vía Reforma y Cotralínea.