Cien años de la Declaración Balfour; de la desposesión simbólica al despojo palestino

Hace un siglo, el ministro de exteriores británico prometió al prominente banquero judío Lionel Walter Rotschild, entregar Palestina al movimiento sionista. Se cumple un siglo de despojo y resistencia en Palestina.

Por Julien Salingue*
Regeneración, 10 de noviembre de 2017
.- El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de asuntos
exteriores, Arthur Balfour, dirigía una carta a Lionel Walter Rotschild, miembro eminente de la comunidad judía de Gran Bretaña y patrocinador del movimiento sionista.

Mediante esta carta, Balfour aportaba el apoyo oficial del gobierno al proyecto de establecimiento de un «hogar nacional para el pueblo judío» en Palestina, entonces bajo administración otomana: «El Gobierno de Su Majestad contempla con beneplácito el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político de los judíos en cualquier otro país. Estaré agradecido si usted hace esta declaración del conocimiento de la Federación Sionista».
Un siglo de desposesión
Esta promesa, conocida con el nombre de «Declaración Balfour», es un momento clave de la historia de Palestina, puesto que por primera vez el gobierno de una gran potencia se comprometía a apoyar al movimiento sionista, entonces ultraminoritario en las comunidades judías. La declaración Balfour sella la alianza entre sionismo e imperialismo, al mismo tiempo que sella la suerte de las y los palestinos, que son simbólicamente desposeídos de su tierra por una potencia colonial que la concede a un movimiento muchos de cuyos dirigentes no ocultan su intención de desposeerles de ella físicamente. Para el escritor Arthur Koestler, con la declaración Balfour, «una nación prometió solemnemente a una segunda el territorio de una tercera».
Recordar, 100 años más tarde, la promesa británica, es recordar que para las gentes palestinas la lucha contra la desposesión no comenzó en 1967, tras la ocupación de Cisjordania y la franja de Gaza, ni siquiera en 1948, en el momento de la creación del Estado de Israel.
El proceso de desposesión se extiende a lo largo de un siglo y, contrariamente a la mitología mantenida por el movimiento sionista y sus aliados, la resistencia palestina es anterior a las primeras guerras israelí-árabes, en particular la gran revuelta de 1936, aplastada conjuntamente por los británicos y las milicias armadas sionistas.
Discriminaciones estructurales
La declaración Balfour inscribe en el lenguaje diplomático internacional la negación de los derechos nacionales de los y las palestinas, puesto que solo son mencionados sus derechos «civiles y religiosos», y que son calificados, mediante un eufemismo destinado a negar su identidad, de «colectividades no judías». Las y los 700 000 árabes de Palestina (más del 90% de la población) son reducidos al estatus de residentes sin derechos políticos, lo que valida a posteriori la tesis de dirigentes sionistas según la cual Palestina sería una «tierra sin pueblo». 50 años más tarde, la dirigente israelí Golda Meir declarará, a propósito de los territorios ocupados por Israel: «¿Cómo podríamos entregar esos territorios? No hay nadie a quien entregárselos».
Recordar 100 años más tarde la promesa británica es, así, comprender que la opresión y las discriminaciones coloniales sufridas por el pueblo palestino no son algo accidental sino producto de una larga historia. La resistencia palestina a este proceso de larga duración no ha cesado jamás, aunque haya que reconocer que el movimiento nacional atraviesa hoy una crisis histórica y que los y las palestinas hacen frente a una correlación de fuerzas considerablemente deteriorada. Una cosa es cierta: el apartheid israelí es un fenómeno estructural, que solo podrá ser abolido si los fundamentos mismos del Estado de Israel y su papel de puesto de vanguardia del imperialismo occidental en la región son analizados, denunciados y combatidos.

*Publicado en Hebdo L´Anticapitaliste N° 403, 02-11-2017
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur