El estudio ofrece la primera evaluación global de estas tendencias de declive extremo de poblaciones de animales y sus posibles efectos en cascada, y va más allá de las extinciones de especies para proporcionar una imagen sobre la disminución de poblaciones y rangos de animales.
Regeneración, 12 de julio de 2017.-La llamada sexta gran extinción o extinción masiva del Holoceno, ocasionada por las actividades humanas, avanza a un ritmo descomunal y podría ser peor de lo que se pensaba.
Un nuevo estudio advirtió que la extinción masiva de animales como rinocerontes, gorilas o leones se acelera y apenas quedan 20 o 30 años para atajar esta aniquilación biológica que pone en peligro los pilares de la civilización humana.
La llamada sexta gran extinción o extinción masiva del Holoceno, ocasionada por las actividades humanas, avanza a un ritmo descomunal y podría ser peor de lo que se pensaba, con un efecto comparable a los grandes cataclismos que han afectado a la Tierra a lo largo de los tiempos. Según muestra un estudio internacional que ha analizado el estado y la evolución de 27.600 especies de vertebrados, la mitad de los conocidos, el 30% se encuentran en clara regresión.
El análisis, realizado por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UAM) y de la Universidad Stanford, en Estados Unidos, se ha publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS). Entre las causas de retroceso biológico destacan, según los autores, la pérdida y fragmentación de hábitats, la caza, el comercio ilícito, la sobreexplotación del territorio, la aparición de especies invasoras, la contaminación y el cambio climático.
Dos especies de vertebrados se extinguen de media cada año, pero estas situaciones pasan casi inadvertidas tal vez porque no suponen una amenaza clara y presente para los ecosistemas de los que dependen los seres humanos, subraya la Universidad de Stanford en una nota informativa. Entre las especies extinguidas en tiempos recientes se cuentan, entre otras muchas, el tilacino o tigre marsupial de Tasmania, el dodo, varias especies de moas neozelandeses, el caballo tarpán, una especie de cebra conocida como quagga, el otario de Japón y el alca gigante.
El estudio ofrece la primera evaluación global de estas tendencias de declive extremo de poblaciones de animales y sus posibles efectos en cascada, y va más allá de las extinciones de especies para proporcionar una imagen sobre la disminución de poblaciones y rangos de animales.
ANIMALES SALVAJES
Realizaron un mapa sobre el reparto geográfico de 27 mil 600 especies de pájaros, anfibios, mamíferos y reptiles, una muestra que representaba cerca de la mitad de los vertebrados terrestres conocidos.
También analizaron el descenso de la población en una muestra de 177 especies de mamíferos, de 1900 a 2015. De éstas, todas perdieron al menos 30 por ciento de las zonas geográficas en las que estaban repartidos, y más de 40 por ciento, más de 80 por ciento de sus áreas.
Los mamíferos del sur y el sureste asiático se vieron especialmente afectados: todas las especies de grandes mamíferos analizados perdieron en esa zona más de 80 por ciento de su área geográfica, indican los investigadores en un comunicado que acompaña el estudio.
Alrededor de 40 por ciento de los mamíferos –entre ellos rinocerontes, orangutanes, gorilas y varios grandes felinos– sobreviven ahora en 20 por ciento, o incluso menos, de los territorios en los que vivían en el pasado.
CONSUMO EXCESIVO DE RECURSOS
El descenso de animales salvajes se atribuye principalmente a la desaparición de su hábitat, al consumo excesivo de sus recursos, a la contaminación o al desarrollo de especies invasivas y de enfermedades. El cambio climático podría estar desempeñando un papel cada vez mayor.
Este alarmante movimiento se aceleró recientemente. Varias especies de animales que estaban relativamente seguras hace 10 o 20 años, como los leones o las jirafas, ahora están en peligro, según el estudio.
Los investigadores dijeron que, mientras que esto no se detenga, las perspectivas no se ven bien: “Todos los signos apuntan a agresiones cada vez más poderosas sobre la biodiversidad en las próximas dos décadas, pintando una imagen sombría del futuro de la vida, incluyendo la vida humana”.
Con información de: La Jornada