Cuando el PAN se dio cuenta que ni con intimidación ni violencia ganaría, decidió robar y alterar votos y papelería, aseguran varios testigos de balaceras y hurtos en Puebla
Por Blanca Juárez, enviada
Puebla, Pue., Regeneración, 11 de julio. La breve charla con su padre le ayudó a comprender lo vivido en la elección. Ese día, Ángeles Alonso Reyes se encontraba en una casilla que estuvo a punto de ser baleada; ahí mismo un hombre intentó alterar las urnas. Ella lo vio. Y a lo largo de esas horas se fue enterando de otros hechos violentos.
Antes, en Puebla, las votaciones se llevaban en relativa calma, le contó su padre. No había necesidad de tanta violencia como la del 1 de julio pasado. “El PRI tenía el control. Luego el PAN. Pero ahora la gente está despertando y las redes sociales ayudan. Eso es lo que las autoridades quieren frenar”, concluyeron Ángeles, de 21 años, y su papá, de 67.
En estos días, platicar con un habitante de la capital es oír su historia –y la de otros— sobre ese domingo de votación. Algo presenciaron ellos. Si no, un familiar o un amigo al que le tienen confianza de lo dicho. Otros lo confirmaron en redes sociales.
La violencia por las elecciones en Puebla “fue atípica”, coinciden varios entrevistados. Ese 1 de julio se elegía gobernante estatal, alcaldes, diputados y, claro, presidente de la República, entre otros cargos federales. Los candidatos punteros a la gubernatura eran Luis Miguel Barbosa Huerta, de Morena, y Martha Erika Alonso Hidalgo, del PAN.
En el estado, Morena se llevó la mayoría de las alcaldías y las diputaciones. El PAN perdió la mayoría de los distritos que gobernaba. Sin embargo, Martha Erika Alonso fue declarada como gobernadora electa por el Instituto Estatal Electoral de Puebla (IEE).
“Eso está muy raro. Pierden todo, menos la gubernatura”, dice Gerardo López Ramírez, de El Barzón, una organización en defensa del territorio y la agricultura, quien fue representante de Morena ante un Consejo Distrital.
Ángeles Alonso no milita en Morena, pero ese mismo día de elección aceptó ser representante general en tres casillas de dos diferentes comunidades. “Quienes estaban asignados no llegaron porque les dio miedo. Se decía que iba a estar peligroso”, comenta la joven.
“Y pude ver que muchas personas estaban intranquilas, pero les ganaba el sentimiento de defender las elecciones”. La primera vez que votó fue hace tres años, recién había cumplido 18. Aquella ocasión “no vi ni tanta gente en las casillas, ni tanto miedo en sus caras”.
En una de las secciones que le tocó vigilar vio cuando un hombre doblaba papeletas falsas para intentar meterlas en la urna. Al verse descubierto, huyó. Por la noche un vecino, militante del PRI, le confesó que tenía órdenes de balear una de las casillas de Huaquechula. El joven no se atrevió a hacerlo, porque conoce a Ángeles y ella estaba ahí.
“Fue fraude”
“Había mucha gente queriendo votar, era impresionante. Intuí que por esa participación habría una respuesta de los poderes fácticos”, señala Gerardo López Ramírez. Como representante de Morena ante el Consejo Distrital salió a inspeccionar cerca de las 11 de la mañana.
Le habían informado que en la casilla 1408, en San Aparicio, “grupos armados robaron sólo las boletas para elegir gobernador”. Luego, acudió a la 1410, de la junta auxiliar de San Sebastián, ubicada en el Colegio Estatal Particular. “Hubo disparos y cerraron la sección. La gente, más que asustada, estaba muy enojada porque quería votar”.
Carlos Armando Popoca Bermúdez, de 33 años, también acudió a ese colegio. Él también es integrante de El Barzón. “Vi los hoyos que habían dejado las balas. Llamamos a la policía, pero en los 40 minutos que estuve ahí nunca llegó”.
Ángeles Alonso, Gerardo López y Armando Popoca esperaban unas elecciones difíciles, pero no violentas. “En la campaña se decía que habría grupos de choque. Y el día de la elección yo pude identificar a esas personas, porque no eran de por ahí”, señala Armando.
La elección “fue inequitativa” y el resultado “fue fraude”, sostiene Alejandro Carbajal, diputado electo por Morena. Rebase en el tope de gastos, violencia y sustitución de paquetería electoral fueron las tácticas utilizadas por el PAN, afirma el político. Según ha sido informado, militantes del PRI operaron para Martha Erika, la candidata panista.
Ni Barbosa, ni Martha Érika, menos Moreno Valle
Sin embargo, “las condiciones para operar un fraude hubieran sido imposibles” si el aspirante de Morena no fuera Miguel Barbosa, apunta Gerardo López. “El candidato no era el mejor, pero el arrastre de Andrés Manuel López Obrador fue impresionante y por eso la gran mayoría quería que aquí gobernara Morena”.
Ángeles Alonso no votó por Barbosa. “Es parte de la complejidad de este proceso: no era el candidato ideal, pero mucho menos Martha Erika. Yo no lo apoyo, y si me manifiesto no es por ayudarlo, sino porque estoy inconforme con la violencia que ella generó para ganar y con la que su esposo (Rafael Moreno Valle) creó en seis años”.
Moreno Valle gobernó el estado de 2011 a 2017. “Llegó con un alto nivel de aceptación porque la gente estaba harta de Mario Marín”, el anterior gobernador, acusado de delitos como pederastia. El nuevo mandatario parecía “la alternancia”, aunque su abuelo fue gobernador y secretario de Salud en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz.
Pero tan pronto llegó al poder “comenzó con violaciones a los derechos humanos, la ley bala (que permite a los policías disparar contra manifestantes), concesiones mineras y la pobreza que se disparó”, indica López Ramírez.
Las cifras de Moreno Valle
En el sexenio morenovallista 142 opositores fueron encarcelados, según denunciaron artistas e intelectuales en una marcha realizada en marzo pasado. El grupo leyó una carta firmada por la escritora Elena Poniatowska y el actor Daniel Giménez Cacho, entre otros, en la cual exigieron la libertad de los “presos políticos”.
Rafael Moreno Valle “desarticuló grupos como los de La otra campaña, impulsada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a los movimientos magisterial, de defensa del agua y la tierra. Encarceló a muchos. Con él aumentó la violencia y el huachicoleo (robo de gasolina)”, enumera Mario Hernández, un joven de 30 años.
“Al inicio de su sexenio podías caminar libremente por las calles, sin miedo”, dice Ángeles Alonso, quien ha sufrido dos robos a una cuadra de Ciudad Universitaria, en la capital poblana. “Las mujeres peligramos más, ha habido muchos feminicidios desde que él y el actual gobernador, Antonio Gali, gobiernan”.
De enero de 2013 a diciembre de 2017 ocurrieron 342 feminicidios, según el conteo del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (Odesyr). En ese último año, 2017, Gali, amigo cercano de Moreno Valle, fue elegido como gobernador para un periodo de 20 meses. La administración tiene esa duración para poder empatar, a partir de 2018, las elecciones locales con las federales.
Con esos antecedentes, en las campañas hubo dos posiciones, explica Mario Hernández, abogado desde hace pocos años. “Una era todo con Morena, sin importar el candidato, ahí entraban los que querían aplicar el voto de castigo a Moreno Valle. La otra era AMLO sí, Barbosa no”.
Hernández considera que la segunda postura no permeó en los electores, y que entonces se decidió que la elección fuera robada con violencia, en contra de Morena. Y justamente de eso han sido acusados los simpatizantes de Morena, de violentos.
Dos días después de las votaciones, el martes 3, morenistas y otros ciudadanos entraron al hotel MM, donde decenas de panistas tenían un centro de operación de papelería electoral.
La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) abrió una investigación al respecto, pero, antes de cerrarla, ya había afirmado que el material electoral que tenían los panistas son copias de las actas que los partidos pueden tener.
“Yo vi actas originales, con tinta azul. Yo lo vi. Había sábanas donde se apuntan los resultados electorales, esas no debían estar ahí”, afirma Alejandro Carbajal, próximo diputado federal por Morena. “La gente actuó de manera legítima en flagrancia de un delito”, apunta, e insiste que quienes agredieron fueron los panistas.
Mario Hernández también señala la civilidad de los ciudadanos aquel 1 de julio. Él acudió a una casilla ubicada en la colonia Aquiles Serdán para comprobar lo que decían en redes. “Dos hombres armados bajaron de una camioneta negra Durango y se quisieron llevar las urnas. Cuando llegué habían cerrado la casilla”.
La gente guardó la calma, hasta que los funcionarios electorales le permitieron entrar nuevamente. Pasaban de las seis, cuando por ley deben cerrar las casillas, así que acordaron que sólo pasarían los que ya estaban formados. “De verdad que la gente dio clases de defensa de la democracia”, destaca Hernández.
El joven narra que se sentía “un ambiente de peligro, pero también de defensa de la elección. Nos advertíamos de lo que pasaba por redes o por Whatsapp”. Por eso supo que en la casilla donde estaba una amiga suya llegó un grupo de granaderos, detonó gas lacrimógeno y se llevó las urnas.
“Martha Erika Alonso es la continuidad de Moreno Valle”, también en eso coinciden todos los jóvenes entrevistados. Ángeles subraya negando con la cabeza: “Más de lo mismo no, ya no podemos. Más violencia, más miedo, más represión. Y con ella esto seguirá empeorando”.