En la actual administración suman más de 100 mil muertos en la guerra contra el narco. Pero no baja el comercio de drogas y sí sube el consumo y la violencia.
Por Jesús Ramírez Cuevas
Regeneración, 5 de agosto de 2017. La muerte extiende su negro manto sobre México y alcanza regiones que se mantuvieron alejadas de la violencia como Colima y la Ciudad de México.
La política de seguridad del gobierno de Enrique Peña Nieto ha traído más violencia y muerte. En el quinto año de su administración ya se rebasaron los 100 mil muertos, en una absurda guerra contra el narco que no logra disminuir el trasiego ni el comercio de drogas; que aumenta el consumo.
Y vamos camino a que 2017 sea el más sangriento en 20 años. Tan solo en los primeros seis meses del año, el número de homicidios ya rebasó las cifras de dos décadas, cuando comenzaron a registrarse los homicidios.
The New York Times habla de “crisis nacional”. “México se acerca a su momento más mortífero en décadas: más de 100 mil muertes, 30 mil desaparecidos y miles de millones de dólares en la hoguera de la lucha contra el crimen organizado, y las flamas siguen vivas” (The New York Times, 3 de agosto de 2017).
Tecomán, Colima, es el municipio más violento de México, señaló el diario estadounidense. Este pueblo agricultor, otrora tranquilo, tiene un índice de 151.8 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, casi 10 veces el promedio nacional (En Colima el promedio es de 42.12 homicidios, en todo México de 16.81, datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública). “La cifra de Tecomán bien podría aumentar al doble este año, lo que lo vuelve uno de los ejemplos más claros de una crisis nacional”, advierte el diario en un reportaje.
Las consecuencias de la violencia se multiplican con el daño que causan a las familias. El INEGI y el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) dan cuenta de que entre 2006 y 2015, se registraron casi un millón de víctimas de la violencia, tomando en cuenta a los familiares de las 175 mil personas asesinadas y de 26 mil desaparecidas. Ni qué decir de las miles de fosas sembradas en todo el país.
Peña Nieto quiso vender una imagen al mundo de modernización (impulsado por las reformas laboral, educativa, fiscal, energética y en telecomunicaciones, aplaudidas por los mercados internacionales y medios globales). Pero todo resultó un mar de corrupción, el reparto de negocios y del presupuesto público y la venta del país. En materia de seguridad mantuvo la misma desastrosa guerra de Felipe Calderón, que ha terminado por extender la violencia a todo el país.
Durante un tiempo, los principales medios de comunicación intentaron ocultar la realidad El gobierno lanzó una campaña de mercadotecnia y creyó tener todo bajo control. Pero la crisis de seguridad le estalló en las manos con la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. La imagen internacional del gobierno de Peña Nieto se vino abajo.
Sin embargo, el cretinismo del presidente no tiene límites y contra todas las evidencias, continúa hablando de disminución de la violencia. Pero la impunidad reina en el país y casi nunca se hace justicia. Peña tiene obsesión por manipular la realidad, pero incluso las principales zonas turísticas como la Rivera Maya, Los Cabos y Puerto Vallarta, se han visto afectadas por la violencia.
El problema no es la demagogia de Peña Nieto, sino el desastre económico, su incapacidad para enfrentar los problemas como la seguridad, el uso faccioso del poder y la corrupción rampante. El fracaso de Peña se ha vuelto una pesadilla para México. Su cinismo es una ofensa y significa un riesgo para millones de mexicanos. Algo se tiene que hacer.