El martirio de Qasem Soleimani: duelo, resistencia y gloria

Soleimani fue ultimado por Estados Unidos, lo que desató sed de venganza y otras implicaciones políticas que explica el especialista Paulino Rafael Robles Gil
Irán
AP

Regeneración, 5 de enero de 2020. Soleimani fue ultimado, martirio que hay que entenderlo en el contexto del Irán posrevolucionario, así lo explica en el siguiente artículo Paulino Rafael Robles, maestro en Estudios Islámicos por la Universidad Hamad Bin Khalifa.

Robles, quien es doctorante en Estudios del Golfo Pérsico en la Universidad de Qatar, es experto en geosectarismo e islam político.

El martirio de Qasem Soleimani: duelo, resistencia y gloria

La mañana del sábado 4 de enero se izó por primera vez en la historia de la República Islámica de Irán, una bandera roja en la cúpula de la mezquita Jamkarán en la ciudad sagrada de Qom, máxima sede de enseñanza del Islam chií.

El emblema simboliza la sangre injustamente derramada, al tiempo que anuncia una batalla.

El asesinato del general Qasem Soleimani por parte de drones estadounidenses dos días antes, trajo consigo un luto masivo que hoy embarga a varias ciudades iraníes.

Los rituales del duelo por Soleimani se acercan a una catarsis colectiva, como las que uno atestigua en la conmemoración de «Ashura» (Martirio de Kerbalá) o en la peregrinación anual de Arbaín, la más grande del mundo.

Otra década turbulenta

El magnicidio que inaugura otra década turbulenta en Oriente Medio no puede dimensionarse sin entender el papel que juega el martirio dentro del Islam Chií, sobre todo en el Irán posrevolucionario que ha integrado de manera efectiva religión y política en su cosmovisión.

El cisma irreparable que divide a suníes y chiíes tiene su origen en el brutal martirio de Husein, hijo de Alí y nieto del Profeta Mohammed, tras su negativa a reconocer la injusta designación de Yazid I como sucesor califal.

Fue en Kerbalá, ciudad histórica en el actual sur de Iraq, donde Husein fue martirizado brutalmente junto con varios de sus seguidores y otros miembros de la familia del Profeta.

Desde entonces, los seguidores de Alí y de Husein se rebelaron al califato (suní) y definieron su propia lógica de autoridad religiosa: el imamato (chií).

Duelo masivo y memoria colectiva

La retórica chií enfatiza la lucha y sacrificio del Imam Husein contra la opresión y la falsedad; evoca que la historia del califato después de Ali fue una imposición basada en la traición.

De ahí que la memoria colectiva juegue hasta hoy un rol medular y que el acto del duelo masivo sea la mejor manera de activarla.

Esto hace que la conmemoración del martirio del Imam Husein (Ashura) sea la más distintiva y visible fecha del calendario islámico chií.

El martirio como un manifiesto revolucionario

En años recientes, especialmente luego de la caída de Saddam Hussein y posteriormente en el contexto de la «primavera árabe», los líderes del Islam chií en Iraq y en Irán han correlacionado el episodio histórico de Kerbalá con la opresión derivada del neocolonialismo estadounidense, el sionismo, y el wahabismo orquestado desde Arabia Saudí.

Así, el paradigma de Kerbalá se hilvana con los hechos políticos contemporáneos hasta hacerse atemporal.

Asimismo forja, revive y renueva la identidad colectiva y hace posible que la comunidad creyente se imagine a sí misma, convirtiendo al duelo en resistencia y al martirio en un manifiesto revolucionario.

El asesinato de un líder nacional

El ataúd con el cuerpo de Soleimani ha recorrido las principales ciudades de un Irán conmocionado por quien es hoy el mártir más importante en los 40 años de vida de la República Islámica, y que tiene a millones de indignados lamentándose en parques, calles y avenidas a lo largo y ancho de la otrora Persia.

Cantan eslóganes, recitan oraciones, lloran; provienen de muy diversos sectores de la sociedad, los hay prorégimen pero también críticos del gobierno.

La popularidad de Soleimani trasciende posiciones políticas, su asesinato es un severo golpe al pueblo iraní en su conjunto.

El valor y significado del sacrificio de un musulmán depende del propósito que lo haya llevado a la muerte.

En el caso de Qasem Soleimani, sus acciones estuvieron orientadas a salvaguardar un proyecto nacional, una revolución popular, una idea compartida y vigente, de ahí el clamor que vemos hoy en las pantallas, de ahí el heroísmo que lo envuelve.

¿Qué encierra el misterio del martirio?

Para quienes no están familiarizados con el Islam y no son creyentes, el misterio del martirio no puede comprenderse, observan con perplejidad el hecho de que alguien quiera morir en nombre de Alá o al servicio de su causa, como Soleimani.

Y es que con el martirio no se termina con la vida del sacrificado, sino que ésta continúa de manera inmediata y exaltada, envuelto en un gran prestigio y con altos honores.

El mismo Soleimani dijo en un discurso reciente que “…nosotros somos una nación de mártires y somos la nación del Imam Husein”.

Y esto es algo que ni Donald Trump ni sus asesores han logrado entender:

Al crear un nuevo mártir para Irán, están contribuyendo a la fundación de un nuevo hito en la historia de la región.

Qué provocó la torpe política exterior de Trump

Esto representa un punto de inflexión de enormes proporciones que inyecta nueva sangre a los movimientos de resistencia y de una vasta legitimidad a la causa de la revolución islámica.

La historia no podrá olvidar que lo que ocurrió fue el cobarde asesinato, fuera de combate, de un general militar de otro país, en el territorio de un tercer estado, sin el permiso de éste y en flagrante violación de su soberanía y de numerosas leyes internacionales.

La torpe política exterior de Trump no sólo mandó a la trituradora al pacto del siglo, el nuclear, con Irán, al abandonarlo en mayo de 2018.

Sino que estranguló la economía de aquel país con la restauración e intensificación de sanciones y con la «estrategia» de “máxima presión” cuyos últimos episodios indican su rotundo fracaso.

El inicio de una nueva época

A pesar del bloqueo externo y las presiones internas, estas últimas alimentadas por la falta de crecimiento económico y el desempleo derivados de las sanciones de Washington, la política exterior iraní mantuvo la frialdad y minuciosidad necesarias para mantener la paz; la racionalidad y paciencia estuvieron de su lado en todo momento.

El martirio de Qasem Soleimani inicia, en palabras del líder del Hezbolá libanés Hasan Nasrala, “una fase completamente nueva en toda la región”.

Una en donde la línea roja y los límites de lo permisible se siguen ampliando y cuyas reglas del juego se están reescribiendo.

Lo anterior abre un espacio completamente nuevo en la relación entre Washington y Terán.

Y por lo tanto en la dinámica estadounidense en Oriente Medio, una en la que ciertamente no podrá mantener su posición.

Irán atacaría a Estados Unidos, pero cómo

Por un lado, las opciones para Irán son limitadas, pero está obligado a responder, solo que lo hará a su tiempo, a su modo, y en sus términos.

Ciertamente no irá a una guerra frontal, que tiene perdida de antemano, sino que muy probablemente continuará y ahondará su estrategia de operar desde las sombras.

Es decir, acciones a través de aliados regionales (estatales y no estatales) para seguir debilitando la presencia y estrategia del presidente de Estados Unidos.

Con su errática conducción, Trump nunca será un interlocutor con Irán, se irá de la oficina oval y jamás habrá negociado con él.

Su anhelo vehemente de un cambio de régimen en Terán fue canjeado, a su hondo pesar, por una nueva década.

Una donde el régimen renovó legitimidad y capacidad tras el obsequio del martirio.

Soleimani, un operador en favor de Iraq

La administración Trump se encuentra presa de su propia escalada en la espiral de tensiones con Irán.

Y aquí lo único que parece certero es su humillante salida de Iraq, que ahora pareciera inevitable.

Por otro lado, el deceso de Soleimani no será en vano.

El general militar que logró durante años articular las operaciones que liberaron a Iraq y a Siria de Daesh (Estado Islámico), y que contrarrestó efectivamente la influencia de Al-Qaeda y de otros grupos terroristas, fue clave para evitar baños de sangre en la región.

Una muerte que unifica

Su muerte está logrando sanar y unificar, al menos de momento, muchas de las diferencias entre grupos y organizaciones chiitas.

Esta unificación se da tanto en Iraq como en Irán, e incluso favoreciendo la cooperación entre líneas sectarias.

En los parlamentos y en las manifestaciones públicas de ambos países, el sentimiento antiestadounidense crece con fuerza.

Pasado el duelo de los tres días, hay expectativa sobre cómo puedan pronunciarse los líderes religiosos, por ejemplo, el Ayatola Sistani de Iraq.

Algunos sugieren que emitirá una fatwa contundente contra la presencia de las tropas e intereses de Washington.

Una renovada narrativa en Oriente Medio

En escenarios tan complejos en los que simbolismos y narrativas trascendentales ocupan el discurrir social y político, resulta muy difícil hablar de derrotas y victorias.

Lo que sí podemos asegurar, es que con la década de los veinte del siglo veintiuno, se inaugura una renovada narrativa en Oriente Medio.

Una en la que la reputación de Estados Unidos se erosiona para dar lugar a nuevos bríos de soberanía, honor e identidad.

Los camaradas de Soleimani narran que él siempre rezaba por morir en el servicio a Dios y a su país, como mártir.

En los primeros días después de su asesinato es posible ver que, si bien el martirio no lleva a una victoria militar, sí existe un pueblo dispuesto a enarbolar la gloria.

 

Doha, Qatar, 5 de enero de 2020

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