El tiro por la culata…

La ciudadanía y la clase política mexicana, de todos los colores, no salen de su asombro, pero señalan la incapacidad proverbial del personaje que nos dirige como mandatario.

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Por Víctor Flores Olea

Regeneración, 05 de septiembre 2016.- La idea de invitar a México a los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, según pelos y señales que proporciona el semanario Proceso, surgió de Luis Videgaray, ante un silencio no bien explicado de Claudia Ruiz Massieu y, por supuesto, ante la plena aceptación de Enrique Peña Nieto, jefe de todos ellos y quien ahora, debe decirse, no ha evadido la responsabilidad.

Lo que pasa es que a los políticos mexicanos, si hubieran consultado a más, incluso de diferentes ideologías, no vacilo en decir que se habrían encontrado con una oposición o resistencia mayor. Y, desde luego, habrían ido con mucha mayor precaución. ¿Por qué tanta anticipación y en vísperas del Informe presidencial? Cuestión para la historia, porque no la recuerdo con precisión: ¿había antecedentes del caso? O más bien, ¿se ha invitado ya electo por el voto, no al candidato sino al presidente electo de Estados Unidos? Lo cual resulta una práctica mucho más lógica y consistente, en vez de andar jugando a las adivinanzas. Sí resulta lógico que el Presidente inicie tratos, pero ya con quien será el presidente del vecino país, y no con un candidato, sin jugar a los volados. Por cierto, esta es la costumbre más extendida y practicada por muchos países, en términos de vecindad, la visita ya del presidente electo por los ciudadanos del otro país.

Le salió el tiro por la culata, según la expresión popular en México, es verdad, desde luego a los fieles al régimen, pero dándole también a la oposición y a todas las oposiciones lugar para aprovechar a fondo esa grotesca pifia del Presidente, para decirle de todo, para ridiculizarlo y repetirle su incapacidad política y su cortedad intelectual, por invitar a México a uno de los políticos más reaccionarios con los que nos hayamos topado jamás. No sólo reaccionario, al que fácilmente puede endilgársele la cruz gamada, sino además mentiroso y deshonesto como el que más. Vino a chamaquear al presidente Peña Nieto y lo logró plenamente. La ciudadanía y la clase política mexicana, de todos los colores, no salen de su asombro, pero señalan la incapacidad proverbial del personaje que nos dirige como mandatario. Y como han dicho muchas veces, vivimos en una especie de mundo al revés en que las cosas se tuercen y se convierten en sus contrarias.

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En el caso, por ejemplo, de Donald Trump, por su oportunismo proverbial, la visita a México le salió redonda y, según cierta prensa se acerca ya peligrosamente a la intención de voto de Hillary Clinton, o la iguala. En el caso mexicano, dentro del país, las críticas y la desconfianza a Peña han subido en flecha, que pasa seguramente por uno de los momentos más bajos de su mandato. Es verdad, no gobierna para obtener popularidad, pero tampoco para alejarse radicalmente de la ciudadanía en todos los aspectos, por la mala opinión. Por lo demás, podríamos decir que en México la pifia benefició sobre todo a Andrés Manuel López Obrador, su contrincante más serio y consistente y que encarna un México perfectamente opuesto al de Enrique Peña Nieto.

Naturalmente, no es posible formular previsiones ni es el interés particular de este articulista llevarlas a cabo. Pero sí es del interés general llevar a cabo un análisis que nos acerque a la verdad, y en este caso prácticamente todo lo consultado y leído se pronuncia fuertemente contra el actual Presidente de la República, que se dejó saquear en su propia casa por un timador de la calaña de Donald Trump.

El escándalo por una candidatura así, que no sólo es en México, sino mundial, se debe a la complejidad de los problemas, al poder de los armamentos y a la influencia en muchos sentidos de Estados Unidos, que manejados por un personaje como Trump pudieran convertirse en el mayor peligro de la historia mundial. Fascismo vuelto a nacer, espíritu discriminatorio y revanchista, imperialismo y poder que trataría de unificar al mundo bajo un solo puño, pérdida de muchos valores y conquistas en materia de derechos humanos, sentido de cooperación y solidaridad, etcétera, y muchos etcéteras más que saldrían para desgracia de la humanidad, de una candidatura miserable, como la de Trump en Estados Unidos. Que nos hace correr tanta tinta, porque, además de no parecer probable, es la simple posibilidad y el peligro que genera mundialmente, que nos obliga, por un mínimo de responsabilidad política y humana, a decir con claridad nuestro pensamiento sobre el asunto.

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Al hablar del fascismo y del racismo de Trump se evoca una multitud de posibilidades políticas tremendamente negativas y peligrosas. En lo internacional una gama de acciones imperialistas y de explotación creciente de los pueblos que apenas podemos imaginar. Cuando sus partidarios gritan Haz otra vez fuerte a América tienen en la conciencia la dominación y el robo económico de otros pueblos. Y esto es particularmente lo que ha querido inculcarles y predicarles Trump. Ante Estados Unidos todos los otros pueblos son débiles y deben ser dominados y sometidos. Sólo hay un pueblo elegido y superior, mientras todos los otros son inferiores y deben ser dominados por el superior. Tal es el tipo de prédicas demagógicas y bárbaras que ahora ha revivido en su campaña Trump para ser presidente de Estados Unidos.

A esta barbarie se suma el que a los no estadunidenses en ese país los considera el candidato igualmente inferiores y merecedores del peor sometimiento. Y, según sus palabras, encabezarían la lista los mexicanos que por mil azares de la necesidad se han visto obligados e trabajar en Estados Unidos, rindiendo frutos de los que gozan no solamente ellos mismos en aquel país, sino a sus familiares en el nuestro, y a muchos estadunidenses en el suyo. Todo esto se sintetiza en el delirio extremo de Trump, que es el de la pesadilla de una muralla entre los dos países, ¡y pagada por los mexicanos!

Creo que es hora de que los mexicanos, por conducto de los medios que podamos tener, y también el gobierno de la República, a través de sus canales, con discreción, pero con energía, difundan con toda claridad este tipo de razonamientos y de hechos a los que llegaría para efectuar el candidato republicano de Estados Unidos, con los gravísimos peligros que implica para la humanidad entera.