Hospitalizan al descuartizador de la Central de Abastos de Puebla

El descuartizador de la Central de Abastos de Puebla fue internado por una falla grave en el pulmón izquierdo debido al consumo de drogas.

Internan a descuartizador de la Central de Abastos en Puebla

Regeneración, 27 de agosto del 2021. El hombre que fue detenido por transportar una cabeza humana en una mochila del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) se encuentra internado en un hospital.

Epifanio “N” de 32 años fue ingresado al hospital debido a una falla grave en el pulmón izquierdo por el consumo de drogas.

El hombre fue trasladado al Hospital de Traumatología y Ortopedia de la Secretaría de Salud Estatal.

En cuanto Epifanio “N” sea dado de alta por los médicos tendrá que ser presentado ante un Juez de Control, para determinar su situación jurídica.

De acuerdo con las investigaciones la cabeza que transportaba el sujeto detenido por policías municipales, es del cuerpo de un hombre encontrado en la Central de Abastos de Puebla.

Epifanio «N» lamió de sus manos la sangre de la víctima

Los reportes señalan que los comerciantes llegaron a realizar sus actividades normales el lunes 23 de agosto en la Nave E.

Sin embargo, el cuerpo inerte y sin cabeza estaba tirado a un costado de los locales, por lo que, llamaron al número de emergencia para reportar el macabro hallazgo.

Los policías montaron un operativo en los alrededores de la Central de Abastos de Puebla para tratar de dar con los responsables.

En la zona de la Herradura a la altura de un OXXO fue localizado Epifanio “N”, quien llevaba en una mochila del PVEM una cabeza humana.

Las autoridades informaron que se identificó a la víctima como Alejandro “N” de 39 años de edad y que era apodado como El Jarocho. De acuerdo con sus familiares el hombre trabajaba en una empresa acerera.

Cámaras de la Central de Abastos de Puebla captaron como Epifanio “N” manipuló la cabeza humana y la metió en una bolsa de plástico.

Finalmente, guardó la bolsa en una mochila propagandística del PVEM, para finalmente, lamerse la sangre que le quedó en las manos.