Triunfo de Boric: En política, las sorpresas son resultado de procesos que duran años, como el desfonde del neoliberalismo en Chile
Por Pablo Rojas*
Regeneración, 20 de diciembre de 2021. En política, las sorpresas son resultado de procesos que duran años y en los cuales se entrelazan proyectos, decisiones e intensas luchas que inclinan las relaciones de fuerza para un lado o para el otro.
En el caso chileno, todo remite al fatídico golpe de estado de 1973 que derivó en la muerte del presidente socialista Salvador Allende.
Y, desde luego, en el encumbramiento de una dictadura sangrienta que puso en marcha el primer experimento neoliberal del mundo.
Con la caída de Augusto Pinochet y la vuelta a la democracia liberal, el gobierno quedó en manos de la “Concertación”, una alianza entre el Partido de la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Socialista (PS).
La Concertación, lejos de acabar con el legado de la dictadura, le permitió sobrevivir a través de la perpetuación de su constitución.
Así, con reformas menores y alternancias entre la DC y el PS se fue conteniendo la necesidad de una transformación más profunda y se optó por administrar de manera flexible el régimen neoliberal heredado por la dictadura.
Sin embargo, aquel pacto de contención comenzó a horadarse en 2006.
Esto, cuando miles de jóvenes de secundaria (en México eso es el equivalente a la suma de la secundaria y el bachillerato) irrumpieron en la escena nacional exigiendo la eliminación de la Ley de Educación de la dictadura.
Como respuesta, apenas hubo un mínimo de migajas otorgadas por el gobierno del PS y sin solución real, por eso, el conflicto se mantuvo latente hasta 2011.
Entonces, cuando con el regreso de la ultraderecha al gobierno, los ahora estudiantes universitarios (que eran los mismos secundarios de 2006) ya no solo exigieron la eliminación de la ley.
Sino una nueva educación pública, gratuita y de calidad, lejos de aquel modelo mercantil neoliberal de cuotas estratosféricas.
El presidente de la derecha, Sebastián Piñera negó hasta las migajas y optó por la cruda represión y nada más.
Rebelión
Los jóvenes se rebelaron, comenzaron a involucrarse más y más en la política, llegando incluso a espacios importantes de representación.
De ese modo, se volvieron diputados Camila Vallejo, Giorgio Jackson, Karol Cariola y Gabriel Boric.
El año de 2011 abrió una oleada de movilizaciones populares contra distintos ángulos de la mercantilización neoliberal.
Emergieron los movimientos de pescadores, de ambientalistas, de mujeres contra la violencia patriarcal, de pobladores en barrios marginados, de trabajadores contra la privatización de las Agencias de Fondos de Pensiones (AFPs).
Y, finalmente contra la constitución neoliberal, porque se llegó a la conclusión de que todo estaba mal y no bastaba con hacer reformas a la ley, era necesario derrumbar de raíz el legado de la dictadura.
La revuelta popular de 2019 fue el acumulado de los descontentos y de los malestares, como una olla de presión sin válvula de escape que no tuvo de otra más que estallar.
Vertiginoso
A partir de entonces, todo fue vertiginoso: el referéndum para una nueva constitución; la votación para elegir a los nuevos constituyentes.
Asimismo, los triunfos de una nueva oleada de diputados, senadores, alcaldes, gobernadores surgidos de los partidos de izquierda del Frente Amplio (FA).
Junto con ello, la victoria en las elecciones primarias de Gabriel Boric, quien resultó como abanderado de la alianza entre el FA y el Partido Comunista.
Es decir, el candidato de la coalición más a la izquierda del espectro partidista.
Elección
Los resultados de la elección de este domingo 19 de diciembre muestran que la Concertación de la Democracia Cristiana y del Partido Socialista se desfondó.
A la par de que se desplomó por completo la alianza derechista de la Unión Demócrata Independiente (UDI) y de la Renovación Nacional (RN) que abanderó al actual presidente Sebastián Piñera.
Los equilibrios de gobierno de los últimos años alcanzaron su límite de agotamiento.
Entonces, por eso, las alternativas de las elecciones giraron entorno a un cambio que podía ser hacia el fascismo de José Antonio Kast o hacia la izquierda progresista de Gabriel Boric.
Así, Boric ganó con el 55,87% de los votos, frente al (terriblemente angustiante) 44,13% de Kast.
De este modo, la sociedad chilena optó por un cambio a la izquierda, con un gobierno que proteja a la nueva constitución.
Y, experimente un camino distinto al régimen neoliberal más longevo de toda América Latina.
Conciencia
Este triunfo de la izquierda chilena es quizá la iniciativa más planeada, más organizada y más dirigida a conciencia por las masas populares de entre otras experiencias de gobiernos progresistas en América Latina.
Por eso, será una iniciativa de mucha creatividad, que, sin calcar ni copiar, se convertirá en una fuente de inspiración que habrá que seguir atentamente.
Asimismo, el potencial refundacional que tiene, será un golpe de amplias dimensiones contra el neoliberalismo en todo el continente.
Además de que se demostró que el fascismo no es una alternativa a la crisis del neoliberalismo, cuando las clases subalternas se movilizan conscientemente.
*Pablo Rojas. Especialista en Estado, Gobierno y Democracia por el Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM