Episodios de la historia de México | luz nieto
Escribía don Benito Juárez a Matías Romero, representante de su gobierno en Washington, el 26 de enero de 1865, cuando éste le presentara la posibilidad de que los Estados Unidos pudieran auxiliar a México a vencer al invasor austríaco, a cambio de ceder una parte del territorio mexicano. Juárez rechazó terminantemente desmembrar la nación y propuso afrontar todos los riesgos que conlleva la vecindad con una potencia.
La dignidad de los mexicanos, su derecho inalienable a decidir por sí mismos el destino de su patria, debía ser puesta en primer lugar, aún en los momentos de mayor fragilidad de la vida republicana.
Gravemente afectado nuestro país por la guerra, la invasión externa, la traición de políticos tan ambiciosos como entreguistas, el empobrecimiento y la zozobra de los habitantes del país, ese gran Presidente de la República no se dejó vencer y nos legó una de sus más dramáticas y esperanzadoras reflexiones:
Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día.
Los sufrimientos de nuestros antepasados no fueron en vano. Arrojado el enemigo del país, la República se reconstruyó sobre nuevas bases. En el momento de mayor zozobra de nuestra vida pública, debemos hoy recordar estas sabias palabras, que sean también las nuestras.
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