La mano negra y el reacomodo de fuerzas en la UNAM

El malestar ante la indiferencia y sordera de las autoridades a las denuncias de violencia machista creciente en la universidad son causa del movimiento
UNAM, análisis del conflicto
UNAM, análisis del conflicto

Regeneración, 7 de febrero de 2020. UNAM. Se trata de un análisis sobre la situación que desde hace meses tiene en paro a distintas facultades y preparatorias de la universidad, mismo que defiende la legitimidad de las demandas estudiantiles en favor de las mujeres.

La mano negra y el reacomodo de fuerzas en la UNAM.

por Mauro Espínola.

Desde hace tres meses distintas facultades y preparatorias, como Filosofía y Letras o Ciencias Políticas, están paralizadas.

Esto como parte de una toma en demanda del fin de la violencia machista dentro de la Universidad.

Sin embargo las autoridades, acostumbradas a la jerarquía autoritaria medieval de la Universidad hicieron oídos sordos.

Como es su costumbre, pues creyeron que sería cuestión de tiempo para que las tomas terminaran.

No fue así, y en días pasados más escuelas han decidido de forma democrática en asambleas unirse al paro en demanda del fin de la impunidad contra quienes agreden a las compañeras.

En ese contexto, diversas versiones recorren los pasillos de la universidad.

Algunos de ellos hablan del financiamiento a ciertos grupos para presionar a Rectoría.

Otros prefieren ignorar esta clase de elementos en su análisis, para sencillamente negar la existencia de una mano negra, como señalo Obrador en una de sus conferencias mañaneras en los días pasados.

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En mi opinión, ambas posiciones mutuamente excluyentes se equivocan.

No es la primera vez, que en el contexto de una movilización legitima, distintos grupos de poder dentro de la Universidad actúan para sacar provecho.

Basta plantearse algunas interrogantes sobre el ataque porril en plena Rectoria en septiembre de 2017, que disparó una serie de paros y movilizaciones para ratificar esta idea.

Por ejemplo ¿Por qué ejecutar un ataque en plena Rectoria a una movilización de estudiantes que denunciaban el porrismo en sus planteles a plena luz del día?

¿No era eso una demostración de fuerzas?

¿No era más simple atender esas demandas desde las primeras acciones en las escuelas en cuestión?

¿Por qué al rector le bastaron condenas enérgicas como forma de responder a la comunidad?

Interrogantes similares pueden hacerse en el contexto reciente, lo que en absoluto niega las demandas legítimas de las compañeras.

Por ejemplo, ¿Por qué el rector no aceptó la renuncia del director de Filosofía y Letras, evitando así la prolongación y extensión del movimiento, y por tanto respondiendo a las demandas de las compañeras de forma clara y concreta?

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La respuesta no parece simple, pero si podemos señalar que esta decisión se enmarca en el contexto de su reciente reelección como rector en el contexto de una serie de cambios que se operan a nivel nacional, la llamada 4T.

Para decirlo llanamente, la Universidad vive un nuevo reacomodo de fuerzas políticas que se disputan los espacios de mayor influencia en un contexto general de cambios políticos en el país.

Esto no significa, ni mucho menos, que el movimiento sea producto o resultado de ese reacomodo.

Aunque no sería extraño que algunos elementos de estos grupos participen para sacar ventaja de ello.

Sin embargo, el malestar ante la indiferencia y sordera de las autoridades a las denuncias de violencia machista creciente dentro de la universidad son la causa de este movimiento.