Periodistas y columnistas “afines” al régimen como Pablo Hiriart, Ricardo Alemán y Yuriria Sierra, señalan y reconocen el fracaso del sexenio de Enrique Peña Nieto.
Regeneración, 09 agosto 2017.- A días de su Asamblea Nacional, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), no sólo llega debilitado, dividido y sin candidato presidencial para 2018, también llega con periodistas y columnistas “afines” al régimen como Pablo Hiriart, Ricardo Alemán y Yuriria Sierra, señalan y reconocen el fracaso del sexenio de Enrique Peña Nieto.
El primer caso es el del columnista Pablo Hiriart, quien su texto “El PRI, entre la derrota y la resurrección”, remarca que el PRI llega a su Asamblea Nacional con cinco millones de votantes menos de los que tuvo en las presidenciales de 2012.
“Algo hicieron muy mal para encontrarse en la antesala de la derrota y de su nueva salida de Los Pinos. Su decadencia está la arrogancia con la que gobernaron. Desdeñaron a los intelectuales, empresarios, comunicadores. Ningunearon a los militantes de su propio partido.”
“Fallaron en economía. Los priistas recibieron un país que crecía al 4% y el primer año del gobierno lo bajaron a 1.36%. Tuvieron, dos primeros años del sexenio, bonanza con precios del petróleo y recortaron presupuestales.”
“Van 14 o 15 exgobernadores presos, procesados o prófugos, y se toma a este gobierno como sinónimo de impunidad”, recuenta.
Sin duda otro identificado con el PRI-gobierno es el periodista, Ricardo Alemán, que es columna “En el PRI se matan solos”, reconoce que son muchos los mexicanos de todas las clases sociales y los signos partidistas que quieren muerto al PRI.
Asegura que las siglas de ese partido, “sus gobiernos corruptos y hasta su nombre genérico, se asocian con lo peor de la política y los políticos.”
Lo cierto es que a pesar de los malquerientes, el PRI está vivo para 2018. Lo peor, sin embargo, es que quienes matan o quieren matar al PRI son los propios priistas ambiciosos, desmemoriados y locuaces que olvidaron las lecciones de 1987-1988, de 1994, del año 2000 y de 2006.
Para Alemán, las lecciones de esas elecciones del PRI han sido la división, la ambición sin freno, la corrupción sin límite, la ausencia de acuerdos, la guerra facciosa, la traición y el pánico colectivo.
¿De verdad está muerto el PRI?, se pregunta; nadie duda que el Presidente y su gobierno viven uno de los peores niveles de descrédito y desconfianza. Tienen razón los que dicen que las siglas PRI y el partido oficial son “una marca” que ya “no marca” votos.
Ricardo Alemán augura que en 2018 el PRI no será derrotado por Morena, ni por AN y menos por una alianza opositora. “No, el PRI será derrotado por los propios priistas; por esa primitiva y añeja lucha de viejos contra jóvenes; de militantes de toda la vida que poco aportan y outsiders que mucho saben”, refuta.
Muchos en el PRI se llenan la boca con frases y consignas que nada dicen y mucho dañan. “¡Consulta a la militancia!”. “¡Piso parejo!”. “¡Fin del dedo!”…
Creen los señores del PRI que los ciudadanos son idiotas? ¿Qué es consultar a la militancia…? ¿Escuchar a 50, 100 o 500 caciques? ¿Cuándo han consultado a la militancia de a pie, a la verdadera militancia, tanto los gobernadores, como alcaldes, legisladores, los presidentes del partido o de la República?
Al PRI lo matan los priistas. Lo demás “son mamadas”, finaliza.
Por su parte la comunicadora Yuriria Sierra, en su artículo “El PRI en su laberinto”, en Excelsior, hace referencia a la Asamblea Nacional que se celebrará este sábado y que trae una carga distinta, porque se susurran nombres, se les tensan las espaldas, en esas tradiciones priistas que les erizan las ganas a todos. El PRI llega a esta cita nadando a contracorriente, revuelto entre la realidad y la mentira, apurado por un espejo en el que es incapaz de verse a cuerpo entero. El PRI regresó a Los Pinos y olvidó que ya no era el partido hegemónico que siempre los ocupó. El PRI llega a esta Asamblea como lo que es: un partido más en la competencia electoral de un país que vive en democracia. Pero incapaz de asumirse enteramente como tal: como uno más.
Sierra detalla “que en 2012, a estas alturas, ya empezaban a saborear su regreso a Parque Lira; lo preparaban con esa ventaja de 25 puntos en las encuestas que traía Enrique Peña Nieto, los priistas regresaron al poder con todas sus virtudes, sí, pero también con todos sus defectos.”
“Estaba de regreso la eficacia y también la corrupción. Porque, así, sus sombras siempre fueron del mismo tamaño (o más largas) que sus luces. Muchos priistas. No todos, pero casi, robaron a manos llenas, los que se asociaron con el narco, los que se afanaron para poner nuevamente esa caricatura de cara de rata al logotipo tricolor. No todos entendieron que regresó como un partido más al que la gente le dio la oportunidad en las urnas de servir nuevamente a su país.”
Asegura que este PRI que se sienta hoy en la víspera de su Asamblea no logró sobrevivir como deseaba. Porque hicieron todo para destruir y autodestruirse. “Tendrán que dar un golpe de efecto y de timón. Porque casi todo lo que tienen y ofrecen hoy no les alcanza. Tendrán como antes, saber leer con mucho cuidado en dónde están parados frente al pueblo que gobiernan.”
“El PRI está hoy inmerso en su propio laberinto, en donde pareciera que la ruta de salida está marcada por sus sombras, porque su soberbia les ha impedido, hasta el día de hoy, reconocer sus yerros como una vía para abrir nuevos caminos. “Y es que su naturaleza no les permite hacer lo contrario, y no porque no se pueda, sino porque les es más fácil instalarse que construir, aunque de ello dependa que la democratización mexicana, hasta ahorita, sólo conozca un molde…”, escribí esto hace seis años, previo a que Enrique Peña Nieto fuera designado candidato presidencial. Poco puedo decir que ha cambiado el partido, aunque mucho ha cambiado el país… El PRI está encerrado en las mazmorras de lo peor de su pasado y en lo más impresentable de su fracaso en el presente,” finaliza.
Y finalmente el periodista José Gil Olmos, en su artículo PRI vs PRI, da cuenta que el tricolor llegará a la elección del 2018 sin un candidato fuerte a la Presidencia de la República.
“Está tan débil que como partido llegará como tercera fuerza política y sin que en sus propias filas haya alguien que genere un cierto grado de simpatía ciudadana para que gane el año entrante. Es por eso que entre ellos se ha desatado una pelea intestina en la cual están quienes buscan un candidato simpatizante y los que apoyan a un candidato militante.”
Refiere que la mala noticia es que ni con ese personaje militante o simpatizante tienen la garantía del triunfo, porque es tan grande la animadversión de la mayoría de los electores que nadie que lleve el titulo priista en la frente genera la confianza de que será la mejor opción para gobernar este país sumido en una gran crisis estructural.
“Hasta donde se alcanza a ver, la elección del 2018 podría ser para el PRI una reedición de la lucha entre tecnócratas y políticos tradicionales, como se vivió hace 30 años cuando se impusieron los primeros a través de Carlos Salinas de Gortari.”
Señala que la lucha interna en el PRI, además del largo historial de corrupción e impunidad, es la que los llevó a las derrotas en el 2000 y 2006, cuando los priistas se enfrentaron entre sí en la elección del candidato. Y que en esta ocasión, rumbo al 2018, las divisiones internas en el PRI son más que evidentes. Enrique Peña no tiene las cartas más fuertes y quiere imponerse a pesar de que ninguna de sus apuestas genera la fuerza necesaria para enfrentar a López Obrador.
“En el camino de la 22 asamblea nacional los priistas se han confrontado en la idea de tener un candidato que no sea militante, al que llaman curiosamente “simpatizante”, con la esperanza de que, quitándole el sello partidista, el electorado lo apruebe. El problema es que ni con eso le quitarán la historia de corrupción e impunidad que tiene como sello el PRI.”
Olmos destaca que la terna de aspirantes en el escenario no convencen a la población: Nuño y su fracaso en la SEP; José Antonio Meade sin poder detener la crisis hacendaria; José Narro con el sector salud abandonado y Osorio Chong con el país a la deriva en seguridad pública.
“El PRI se ve a la deriva a unos cuantos meses de que tenga que elegir a un candidato presidencial, las encuestas que hasta ahora se han dado a conocer muestran que todos los mencionados están en tercer lugar.”
“De lo que emane de la asamblea nacional, lo más seguro es que habrán de gastar millones de pesos para construirle una imagen a su candidato, como lo hicieron con Peña Nieto. Pero las circunstancias son otras y aun así nada asegura que ganara como lo hicieron en 2012, porque a diferencia de entonces, hoy tienen diferencias sustanciales que pueden ocasionar un choque de trenes”, finalizó.
Con información de El Financiero, Proceso, Excelsior y Milenio