María Reina Gutiérrez viajaba de su natal Bolivia a la capital de Argentina junto con su pareja y su cuñado, los tres “contratados” por un taller textil ilegal, cuando el bus volcó, los dos hombres perdieron la vida y ella una pierna. La obligaron a trabajar en silla de ruedas en condiciones esclavas y finalmente la echaron. Ahora gracias a una cooperativa solidaria, cose “ropa limpia” de trata de personas y sabe defender sus derechos laborales y humanos. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
Por Fabiana Frayssinet | ips
El rescate este mes de julio de 12 venezolanas y tres colombianas de una red de prostitución que reclutaba migrantes en Perú, es una muestra de los complejos entramados donde la migración y la trata de personas tienen muchas veces como protagonistas a víctimas del trabajo forzado y la explotación sexual.
La red de trata sexual que reclutaba migrantes fue desbaratada el 4 de julio por la policía peruana. Tres de las mujeres eran menores de edad.
Según las autoridades del país sudamericano, las víctimas habrían sido captadas en Bogotá, se les pagó el pasaje a Lima y allí se las obligó a prostituirse para cancelar un pago de 1.000 dólares.
“Las migraciones, tanto internas como internacionales encuentran sus raíces en las desigualdades, las vulneraciones a los derechos humanos y otras causas estructurales vinculadas a los procesos socioeconómicos y culturales”, analizó a IPS la investigadora Cécile Blouin, del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
En un diálogo desde Lima, la experta dijo que “en algunos contextos, la migración puede constituir desde un principio una situación de trata, por ejemplo se recluta a la persona para fin de explotación sexual desde el país de origen”.
“En otros casos, el proceso migratorio puede darse sin que haya reclutamiento ni contrato previo para una forma de explotación, sin embargo llegando al país de destino o luego de un tiempo se da una situación de trata de personas por una serie de factores vinculados a desigualdades, vulneraciones de derechos, condicione socioeconómicas y etcétera”, planteó.
Según el último informe del Ministerio Público (fiscalía) de Perú, entre 2014 y 2017 las víctimas extranjeras de la trata representan algo más de 10 por ciento de las víctimas y provienen en su mayoría de Colombia, delante de Ecuador y República Dominicana.
La debacle socioeconómica en Venezuela ha originado una nueva oleada de migrantes de ese país a Perú, unos 280.000 hasta mayo, pero no hay cifras sobre los casos de trata vinculados a su inmigración.
El 30 de julio se celebra el Día Mundial contra la Trata de Personas, un delito vinculado en muchas ocasiones con la migración y también con el tráfico ilícito de migrantes, como señala la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD).
“Si uno se fija en los flujos migratorios grandes, particularmente los que tienen personas en situación irregular, o desplazados, es probable que haya un cantidad de personas dentro del flujo que caen en las manos de las redes de tratantes”, señaló Rosilyne Borland, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La especialista temática regional de protección y asistencia a los migrantes citó el caso del masivo flujo migratorio de Venezuela como ejemplo. “Se puede imaginar que dentro del flujo podemos encontrar un grupo de personas que pueden caer en los manos de los criminales. Y eso hemos visto en la actualidad”, señaló.
La ONUDD, más conocida por su sigla en inglés UNODC, define la trata de personas como el traslado de seres humanos de un lugar a otro dentro de las fronteras de un mismo país o hacia el exterior con fines de explotación, en su mayoría sexual, laboral o en la mendicidad.
Pero la trata no está necesariamente vinculada a la migración, porque las personas pueden ser víctimas del delito en su propio país, destacó Borland desde su oficina en San José de Costa Rica.
“Aclarado eso, sabemos que muchas víctimas de la trata de personas sí migraron en algún momento. Lo que buscan las redes criminales es la posibilidad de atrapar una persona y someterla a una situación de explotación, sea para fines de trabajo forzado o para la explotación sexual. Y a veces la migración forma parte del proceso”, añadió.
Según Borland, muchas veces los tratantes engañan a sus víctimas con falsas promesas de trabajo u otras oportunidades ficticias.
”En algunos casos los tratantes ofrecen oportunidades en otros lugares. Esto tiene el fin también de alejar a las personas de sus redes de apoyo para que no sepan a dónde acudir para pedir ayuda. Este efecto de desarraigo se intensifica cuando uno va a otro país y no conoce bien la cultura y el idioma”, analizó.
ONUDD estima en 2,5 millones el número de migrantes víctimas de la trata en el mundo. Pero recuerda que por cada víctima de la trata identificada existen otras 20 no registradas, lo que elevaría el número a 50 millones.
Las dos terceras partes de las víctimas detectadas son mujeres, 79 por ciento de ellas sometidas a explotación sexual. El resto se vinculan a la explotación laboral, trabajos o servicios forzados.
De las víctimas de trata detectadas en Europa Central, 13 por ciento proceden de América del Sur, mientras de las detectadas dentro de América Latina, 66 por ciento son mujeres, 13 por ciento niñas, 12 por ciento hombres y nueve por ciento niños.
Los principales países de destino para la explotación sexual de víctimas suramericanas de la trata son España, Italia, Portugal, Francia, Países Bajos, Alemania, Austria y Suiza, siempre según datos de la ONUDD.
Sobre los migrantes latinoamericanos víctimas de la trata, no hay cuantificaciones de cuantos son migrantes a otras partes del mundo o entre países latinoamericanos y dentro de sus mismos territorios.
Pero según Borland es posible identificar como sectores donde hay víctimas de ese delito los de agricultura, minería, construcción y textil, “que en algunos contextos están asociados con flujos de trabajadores migrantes, internos o de otros países”.
“Sabemos que las víctimas de trata típicamente tienen peores condiciones, horarios más extensos y enfrenten mucha violencia además de los riesgos a su bienestar de las condiciones de donde viven y trabajan, en comparación con otros personas en el sector que no son víctimas”, observó la especialista senior de la OIM.
María Antonia Chávez, de la División de Estudios Políticos y Sociales de la Universidad de Guadalajara, de México, que integra el Observatorio Latinoamericano Sobre Trata y Tráfico de Personas (ObservaLATrata), explicó a IPS que existen dos causas estructurales para el cruce entre migración y trata.
Entre ellas, destacó desde la ciudad mexicana de Guadalajara, está el endurecimiento de las exigencias migratorias que propicia la contratación de intermediarios ilegales.
“Es en este proceso donde aparece la posibilidad del tráfico de personas en interrelación con la trata de personas como un riesgo para las personas que desean conseguir una mejor oportunidad de vida o que desean reunirse con sus familiares en otro país y no cubren los requisitos para una visa”, sostuvo.
Por el otro cuando los “tratantes” apelan a artimañas y engaños” para trasladar personas de un país a otro con el fin específico de explotar su trabajo o sus servicios.
“Aun cuando la trata de personas es un delito fundamentalmente distinto, al tráfico de personas puesto que implica el traslado de personas con fines de explotar su trabajo o sus servicios, existe una inmensa mayoría de víctimas de la trata que son trabajadores migrantes atrapados en la explotación laboral, sexual o con alguna otra modalidad de los fines de la trata de personas”, dijo Chávez.
México, como país de origen, tránsito y destino de migrantes en condición legal e irregular, ocupa según Chávez el segundo lugar en el mundo como proveedor de víctimas de trata a Estados Unidos, y como principal consumidor mundial de personas en condición de explotación.
Pero la trata conectada con la migración se produce también dentro de América Latina, dijo la experta.
Un ejemplo es el de víctimas colombianas de trata con fines principalmente de explotación sexual y trabajo forzado. El mayor número de casos se han reportado en China (23 %) y Argentina (18 %), seguidos de México (9 %), Corea del Sur (9 %), Ecuador (7 %) e Indonesia (7 %).
Otro caso es el de Argentina, donde “se ha potencializado la explotación sexual y explotación laboral” en este último caso en el ámbito de la industria textil, con personas mayoritariamente de Bolivia o Perú, ejemplificó Chávez.
Edición: Estrella Gutiérrez