Por Jesús Cortés Hernández.
Regeneración, 14 febrero 2017.- Desde que Donald Trump tomó protesta el pasado 20 de Enero, todos los sectores políticos, económicos y sociales han tenido que replantear sus acciones y actitudes. Los trabajadores y sindicalizados no deben ser la excepción, ya que Trump, aunque llegó a la Casa Blanca con promesas de crecimiento y recuperación para la clase obrera norteamericana, parece que poco hará por esta.
Trump durante toda la campaña habló de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, pero lo que no dijo es que sólo se refería a los «obreros blancos» y no a todos los trabajadores; la industria más importante en Norteamérica es la de los alimentos, está da trabajo a más de 17 millones de personas y casi la mitad son personas latinas.
El discurso de Donald Trump sólo se focalizó en los estados del centro y los que se conocen como los «estados del óxido», estados donde la producción automotriz y del acero se ha visto afectada por los tratados comerciales que Estados Unidos tiene con los países de la periferia, países donde los costos de producción son infinitamente menores a los que hay en su país. La relación de pago es que por cada trabajador norteamericano se pueden pagar hasta 9 obreros mexicanos o 10 trabajadores chinos, esta realidad llevó a que los obreros blancos y golpeados por el capitalismo norteamericano se acercaran a un discurso de odio al extranjero, sin embargo, los sindicatos norteamericanos están en peligro desde que Trump asumió la presidencia, ya que los republicanos han votado varías leyes en contra de las organizaciones gremiales de allá, por ejemplo la ley «derecho al trabajo» que indica la obligación de los sindicatos públicos a dar servicio a los agremiados, pero los agremiados no tienen que aportar ni cuotas ni apoyo, por lo que los sindicatos se ven disminuidos en sus capacidades. Hay que sumar que la mayoría de las organizaciones gremiales dieron su apoyo a Hillary Clinton, el discurso de odio y xenofobia es poco atractivo dentro de los sindicatos, ya que estos son de las pocas organizaciones multirraciales en Norteamerica (la explotación es igual para todos en lo general).
De este lado de la frontera las cosas no están mejor, el sector político no ha sabido o no ha querido estar a la altura del reto, por un lado el Presidente del país invitó a Trump como candidato, error garrafal, y después ya en el cargo se dejó ningunear por el empresario quien dejo claro que el muro será impuesto de una u otra manera. Mientras tanto la burguesía nacional o el «empresariado» y sus intelectuales orgánicos han pedido unidad nacional ante las amenazas del extranjero, pero lo que les preocupa es su relación comercial y para esto hacen alarde de lo bueno que es el TLCAN y lo importante que es para México, sin embargo, los datos del TLCAN arrojan que este soló genera entre un 4 y un 7% de los empleos en México, además, dicho tratado ha empobrecido las condiciones laborales de todos los gremios nacionales, lo que paradójicamente hace que la migración a los Estados Unidos se vea como una opción.
Los sindicatos desde hace años hemos estado en contra de estos tratados comerciales que ponen en desigualdad las relaciones de contratación y sólo generan capitales golondrinos, dejando ecocidios, explotación y sumisión a su paso.
Es necesario renegociar los tratados sin duda, que el comercio se dé entre iguales y no en una línea de aprovechamiento de países del centro hacia los de la periferia, por lo que los sindicatos deben luchar para mejorar las condiciones laborales y de contratación.
En estos momentos corremos el riesgos de que la burguesía busque «atraer inversión» a través del subempleo y la precarización del trabajo y por lo tanto, de llegar a niveles más cercanos a los de la explotación que a los del empleo digno.
En momentos coyunturales como este la diferencia entre los que tiene los medios de producción y los que no tiene nada se nota más y se agudizan las contradicciones; la derecha nacional busca unidad bajo un patriotismo sin memoria, quieren un México que olvide y que este impune, pero esta falsa unidad nacional no dará de comer a los que menos tienen. Es momento de buscar unidad entre nosotros, los del «pueblo bueno» y empujar proyectos alternativos que construyan una nación para los que menos tienen.
Trump es solo el síntoma de un capitalismo agresivo e ignorante que se acerca poco a poco a México; a la burguesía nacional les será más fácil buscar acuerdos con él poder extranjero que con sus propios connacionales, depende del sector obrero, campesino y popular impulsar otro bloque social e histórico.
Son los sindicatos los que deben buscar la unidad entre los diferentes movimientos sociales y partidos políticos de izquierda para un cambio verdadero.
Jesús Cortés Hernández.
Miembro del STUNAM.