El 52% de inscritos a nivel posgrado son mujeres, pero para ellas las oportunidades en la academia son menores que par los hombres; las mujeres en la ciencia perciben, en promedio, 16.2% menos salario que los varones
Por Mauricio Elí
RegeneraciónMx.– “¡Aquí estoy, Miss! Digo, perdone, es ‘maestra’, perdóneme. De verdad, perdóneme. Estoy acostumbrado con la maestra de inglés, perdón. Es que es como otro tipo de trato con ella”, dice una voz. “Yo no soy la señorita del Vips, ni soy la señorita que se hace cargo de nada”, responde molesta una académica en pantalla. “Me parece una falta de respeto, se los he dicho: ¿A sus profesores les dicen Mister, Eder? Sólo las mujeres no tenemos derecho a tener grados, debemos ser minimizadas a ser una simple señorita, porque no merecemos tener grados académicos”. “Bueno, maestra, le repito mis disculpas…”, revira el estudiante al que la profesora responde tajante: “Doctora, para ti”.
Esta conversación acaparó la atención. Se trata de una clase en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), en la que una profesora, visiblemente molesta, pide lo que en el mismo video parece que había pedido con anterioridad: No ser llamada miss, como se acostumbra principalmente en colegios privados en México.
Lo que más llama la atención es la respuesta en redes sociales, desde el texto colocado por la cuenta que dio a conocer el video en TikTok hasta quienes lo retoman en Twitter y Facebook: “Seguramente en su acta de nacimiento dice Doctora fulana de tal”, dice el usuario Octavio Ortiz Ortiz; “Falta de autoestima de la ‘Doctora’ yo soy Ingeniero y prefiero que me llamen por mi nombre”, argumenta la usuaria Guadalupe Sandoval. (¿Octavio creerá que el acta de la profesora sí dice “miss”, o qué quiso decir con eso?)
Los comentarios que se volvieron tendencia en Twitter, decían que ella debió aguantarse, quedarse callada e ignorar que el alumno decidió ignorarla a ella. Nadie le cuestiona a Eder por qué llama “miss” a una académica —que ha pedido no ser llamada así—, pero nombra como “profesor” a los académicos.
El argumento “estoy acostumbrado con la maestra de inglés” es pobrísimo, indigno de un estudiante de educación superior y deja ver cierta sorna (igual que sus disculpas). “Con ella es otro trato” es pasivo-agresivo: ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué aporta a la conversación? ¿Por qué Eder sí pudo memorizar que a esa profesora se le dice Miss, pero no que a esta se le llama “Maestra”? Hasta donde recuerdo, sólo 1 persona dicta la clase de inglés pero se tienen 10 o más académicos a quienes se les dice usualmente “profe” o “maestra/o”.
Esta situación debería llevarnos al análisis de lo dicho por la doctora —cuyo nombre no hemos logrado saber—: ¿Por qué las académicas, médicas, músicas, ingenieras, arquitectas, y técnicamente cualquier mujer profesionista debe conformarse con ser llamada “señorita” mientras sus pares hombres escuchan su título técnicamente siempre?
Todos hemos presenciado en los hospitales que a las mujeres médicas se les llama señorita ignorando la bata pero, si un hombre la porta, enseguida es llamado “doctor”. Es más: Se asume que todas son enfermeras. Y no es que ser enfermera sea menor, pero jamás he escuchado que a ellos se les llame “enfermero”.
En mi paso por la Prepa 6, de la UNAM, no recuerdo haber escuchado sino a una o dos compañeras llamar “miss” a una profesora, y a dos profesoras decirles claramente “No soy miss. Dígame maestra, hábleme por mi nombre, pero jamás me diga miss”. Vaya, ni las de Lengua Extranjera. A la profesora que me enseñó alemán por 2 años le decíamos Belinda, en todo caso Frau —que así se usa en los países germanoparlantes, pues significa “Señora”—, pero jamás miss.
Curioso: al de inglés le decíamos “profe”, no “míster”. No recuerdo haber llamado así a ningún profesor de inglés en toda mi vida académica.
El clasismo como argumento
Al respecto de la misoginia —para algunos patente en el llamar “miss” a una académica pero de plano “profesor” o por su grado a los hombres dedicados a la enseñanza— la Dra. Saraí Aguilar considera en entrevista que “no hay tal” en la postura del alumno, pero que “sí hay un clasismo” por parte de la profesora.
“Es válido solicitar cómo desea ser llamada ella o los alumnos, es por un tema de cordialidad en el aula. Lo que no es válido es denigrar a terceros”, apunta la Doctora en Educación. “Lo fuera de lugar, insisto, es la asociación y connotación negativa que da a un empleo digno y que lo haga ver por debajo de ella”.
“Los estudiantes por igual te dicen Miss o Mister. No es que a los compañeros míos académicos sí les digan ‘doctores’ y a mí no”, señala la también columnista, “pero insisto: el clasismo no es argumento. No se va contra un sistema patriarcal repitiendo sus acciones: atropellando vulnerables”.
“¿Cree que la discusión podría estarse desviando a ese tema [las trabajadoras de restaurantes] y no hacia lo que plantea la académica?”, se le pregunta, a lo que responde con claridad: “es al revés: se encubre un clasismo tras la bandera del feminismo y eso me indigna”.
“Claro que la batalla por la igualdad es diaria”, señala. “Es una realidad que hemos dado una batalla colosal por ser reconocidas en academia, ciencias, etc., pero eso no justifica el atropello de una de las nuestras pues somos todas las mujeres contra toda las violencias”.
Vale la pena apuntar un dato: Viridiana Mendoza indicaba en Forbes que 52% de las personas inscritas en posgrado eran mujeres en 2018, pero que tienen menos oportunidades en la academia. En eso coincidió Alejandro Padilla para Univerzoom, del museo Universum, quien rescata que “En promedio, una mujer que trabaja en un campo relacionado con la ciencia percibe un salario 16.28 por ciento más bajo que un hombre en su misma situación, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)”.
Por su parte, Mendoza recuerda que “sólo cuatro instituciones públicas de educación superior están encabezadas por mujeres”. Una rápida mirada a la historia de la máxima casa de estudios, la UNAM, nos deja ver que no ha tenido nunca una rectora en más de 100 años de historia.