Ante la cuarta Revolución Industrial, conformada por los avances tecnológicos, ¿cuál es la posición de México y cómo puede enfrentarla?
Por Napoléón Gómez Urrutia | La Jornada.
Regeneración, 28 de junio de 2018.- La industria de la transformación está experimentando una revolución de la tecnología y la digitalización de la producción. Los riesgos de la reducción de la fuerza de trabajo debidos a la robótica avanzada y la sustitución de los trabajadores son obvios, y más aún en los países más pobres que todavía no se han beneficiado del crecimiento del empleo en las actividades industriales.
Durante las reuniones posteriores al Segundo Congreso de IndustriALL Global Union se tomaron diversas decisiones de política para establecer una estrategia global frente a estos importantes y nuevos retos. Aunque estos trascendentales cambios podrían traer grandes beneficios para el sector laboral, las comunidades y las sociedades con mejores niveles de vida, esta transformación no será aceptada sin los necesarios programas de una transición justa para los trabajadores afectados.
La Industria 4.0, nombre que se ha dado a la Cuarta Revolución Industrial, tiene el potencial de transformar al mundo de como lo conocemos actualmente. En esta nueva etapa de modernización global es fundamental establecer simultáneamente una política diferente de justicia social.
La producción de manufacturas en el mundo se ha mantenido en un estado de constantes cambios tecnológicos desde finales del siglo diecinueve. Lo importante es que esos procesos de digitalización avanzada y de otros aspectos que forman parte de la Cuarta Revolución Industrial, o Industria 4.0, han sido discutidos ampliamente por las empresas y los gobiernos como una muy significante transformación de la actividad manufacturera. Los instrumentos para continuar avanzando en este medio van desde apoyar a los clientes con una red de Internet adecuada, hasta el servicio indirecto a los proveedores y la robótica avanzada en la propia industria de fabricación de maquinaria y equipo.
En la actualidad existe una iniciativa promovida por la organización sindical más grande del mundo, IndustriALL Global Union, de la cual los mineros de México somos parte del comité ejecutivo internacional, por medio de la cual se establece que los cambios tecnológicos deben cuidar y proteger, además de capacitar, a los trabajadores para que puedan vivir con mayor justicia social. Hoy, 28 países se han sumado a esta propuesta, los cuales representan 75% del producto bruto global y aproximadamente 85% de la producción industrial.
El alto nivel de digitalización y de integración que existe actualmente conduce a elaborar un plan de preparación intensa en esta materia para los próximos años. De 33% de robotización de los países que existe actualmente a nivel global, podría pasar a 39% el año próximo y a 72% en los siguientes cinco años. Dentro de esa escala, México se encuentra en un nivel cercano a la mitad y con una tendencia acelerada a crecer, especialmente en algunos sectores de la industria, como la automotriz, la línea blanca, la minería y otras más que tienen una elevada participación en el mismo proceso modernizador de la nueva tecnología.
Para las empresas, el éxito de la digitalización representará durante el mismo período un ingreso económico adicional de 2.7% por año y una reducción en los costos de 3.2% anual. Por supuesto que las consecuencias de la Industria 4.0 dependerán de varios indicadores. También afectará a muchas regiones en forma desigual, e incluso en algunas zonas va a reforzar las desigualdades existentes dentro de los países y también entre los continentes. Según un estudio de la Universidad de Oxford, 47% de los trabajadores en Norteamérica están en un alto riesgo de perder sus empleos y ser remplazados por los avances de la tecnología. En el caso de los países en desarrollo, según el Banco Mundial, dos terceras partes de todos los empleos son más susceptibles a la automatización y a la inteligencia artificial.
El impacto potencial de la Industria 4.0 en los mercados laborales será dramático si no se efectúan una serie de cambios y se cumplen ciertas condiciones, como el contar con un programa efectivo de capacitación, educación y entrenamiento. Los cambios que se requieren no son sólo para los trabajadores, sino también para los gobiernos y las sociedades que desde ahora ya enfrentan escasez de mano de obra calificada.
México no puede escapar a esta realidad y el nuevo gobierno de la República tendrá que enfrentar los retos de la modernización, la automatización y el cambio tecnológico, que si no se controlan adecuadamente, agudizarán las condiciones de desigualdad y de explotación laboral.