«Está más que claro que las prioridades e intereses de las autoridades son otros. Temo que nosotros estamos en ellos únicamente en plan electoral».
Por Pablo Alarcón-Cháires
Regeneración, 18 de abril de 2016.- Pareciera que en Michoacán vamos en retroceso. Es como si estuviéramos en los mejores días en que el crimen organizado hacía y deshacía ante el temor, indiferencia o complicidad de las autoridades estatales y federales.
Este fin de semana fue especialmente difícil para los michoacanos porque mientras se grita a los cuatro vientos que en este estado el crimen ha disminuido, y a unas días que se le declarara irresponsablemente como uno de los más seguros del país (índice de criminalidad por debajo de la media nacional), la realidad nos alcanzó: en diferentes puntos del territorio el crimen organizado bloqueó e incendió vehículos.
Las razones para ello fueron las detenciones de civiles armados de supuestas “autodefensas” sorprendidas en la Tierra Caliente michoacana. Ello provocó un despliegue policíaco y militar en al menos 17 municipios del estado. Rápido, aunque con una justificación simplista ante los hechos, el gobernador Silvano Aureoles declaró que no se permitirán civiles armados de los llamados “autodefensas” (su chivo expiatorio).
La realidad es que en diferentes puntos del estado circulan casi libre e impunemente grupos civiles fuertemente armados y no precisamente autodefensas; ése no es un problema de percepción. Muchos de los noticieros nacionales apenas cubrieron lo que aconteció este fin de semana en Michoacán. La maquinaria mediática está bien aceitada y trabajando a la perfección.
Pero el problema de Michoacán no es solo ése. Desde el “peregrino” gobernador Salvador Jara, los feminicidios van a la alza sin que exista la voluntad aún ahora de declarar “alerta de género”. Ni hablar de la ola de asaltos y secuestros que desde hace algunos meses asola a la ciudad de Morelia. Volvemos a las mismas andadas, pero difícilmente las pueden percibir las autoridades rodeadas de seguridad y transportándose en helicópteros. Ellas viven en su surrealismo.
A simple vista el aumento de la presencia policíaca es un hecho. Pero de poco sirve si la delincuencia se encuentra desatada en Michoacán, o sea, el mando único policíaco poco impacto ha tenido.
¿Qué tenemos que hacer para salvaguardar nuestra integridad ante la delincuencia que se ha reagrupado y que empieza nuevamente a presionar a la sociedad michoacana? Existen premisas básicas que dictan que ante el peligro inminente y la desatención por parte de la autoridad para cumplir con su cometido en materia de seguridad, los ciudadanos debemos defendernos. Esta historia ya la conocemos por los hechos de Tierra Caliente que desembocaron en el surgimiento de las autodefensas y que ahora el propio Silvano Aureoles y el congreso estatal reconocen y legitiman. El final no ha sido de lo más deseable para aquellos que defendieron sus vidas, de sus familias y sus propiedades.
Pero podemos hacer frente a esta situación desde la vía no armada y siguiendo la ruta pacífica, estableciendo redes desde la calle, la colonia hasta el sector, generando medios de comunicación efectiva entre nosotros, creando solidaridades ante eventualidades, informando e informándonos, consensando y actuando. Quizá debamos trascender hacia una forma de organización ciudadana más independiente de la autoridad pero en coadyuvancia con ella, que permita abatir la delincuencia en sus diferentes expresiones. Una vez más es la ciudadanía la que tendrá que actuar para salvarse y protegerse ella misma. Está más que claro que las prioridades e intereses de las autoridades son otros. Temo que nosotros estamos en ellos únicamente en plan electoral.