Los proyectos aprobados por los últimos gobiernos neoliberales de México, tienen a la naturaleza nacional en emergencia ecológica que hay que cambiar.
Por Víctor Manuel Toledo | La Jornada
Regeneración, 22 de mayo de 2018.- Si algo queda claro es que no hay más que dos opciones electorales. O se reconoce que el actual desastre nacional es obra y (des)gracia de las políticas neoliberales o se niega, ignora y desconoce esa situación. Por ello la contienda se divide entre Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien se ubica claramente contra el neoliberalismo y los cuatro (hoy tres) “jinetes del apocalipsis neoliberal”. Para un ciudadano decente, congruente e informado, un voto por esos tres aspirantes es un “voto inútil”, un seguir en el mismo sendero del desastre, un nuevo paso en el camino hacia el abismo.
Treinta años de políticas neoliberales implicaron no solamente el deterioro de la calidad de vida de los mexicanos, incluyendo la explotación del trabajo que hoy se expresa en los salarios de los trabajadores, sino la dilapidación y contaminación de la naturaleza y sus recursos. La multiplicación de proyectos corporativos en minería, energía, turismo, carreteras, desechos, industrias diversas, agua, plantaciones forestales y monocultivos agrícolas (incluyendo soya transgénica) han generado innumerables situaciones de destrucción ecológica y de deterioro del tejido social de localidades, municipios y regiones enteras. A ello hay que agregar que el modelo de “ciudad neoliberal”, basado en la especulación inmobiliaria, el consumo desquiciado y en la multiplicación desbocada de autos, va orientando a las urbes a un seguro colapso. Todo ello aderezado con perversos cambios en las leyes mexicanas para facilitar la depredación y el parasitismo.
De los aspirantes a la Presidencia sólo AMLO ha expresado una preocupación por estos asuntos, al declararse contra la minería y otros proyectos depredadores, visualizar una política de reforestación para las regiones tropicales y afirmar que todo proyecto será antes que todo puesto a consulta con las comunidades. El partido Morena está obligado a refrendar en todas sus escalas y dimensiones esta mínima conciencia ambiental. De entrada un “gobierno del cambio” tendrá que asumir una política urgente de regeneración ambiental y ecológica en varios ámbitos. Alcanzo a visualizar los siguientes. Para comenzar se deben desactivar, es decir, resolver, los 560 conflictos socioambientales que hoy existen en el país como focos rojos. En el caso del agua se debe construir una política que desplace el control de los recursos hidráulicos hacia la sociedad, como han propuesto decenas de movimientos ciudadanos, encabezados por Agua para Siempre. También supone revisar las concesiones otorgadas al sector privado incluidas refresqueras, cerveceras, mineras y ranchos ganaderos. La responsabilidad de la conservación de la biodiversidad debe compartirse con las comunidades locales bajo una perspectiva biocultural, es decir, que defienda y proteja por igual la diversidad biológica y la de las culturas. Ni qué decir que la producción de alimentos y la búsqueda de la soberanía alimentaria requiere de una campaña nacional por la agroecología y la pesca responsable, que genere alimentos sanos y baratos en circuitos cortos, así como en mercados orgánicos y de economía solidaria. Igualmente la transición energética hacia fuentes renovables (solar, eólica, hidroeléctrica) debe orientarse no por los grandes consorcios trasnacionales, sino por una política pública que apoye tecnologías de pequeña escala, baratas y accesibles, es decir, para hogares, manzanas, barrios, comunidades y municipios.
Como hemos insistido, un verdadero gobierno de izquierda es aquel que se dedica a contener la voracidad del capital y que al mismo tiempo cede el poder estatal a los ciudadanos organizados. En los asuntos de la naturaleza y del ambiente, el país dispone ya de una nutrida experiencia ciudadana, producto de una larga batalla de resistencias, que entre otras cosas han dejado más de una centena de activistas asesinados. México tiene proyectos exitosos de carácter autogestivo en casi cada asunto ambiental. Ello incluye cooperativas pesqueras, forestales y cafetaleras, ecoturismo comunitario, manejo de bosques, producción de miel, proyectos urbanos autosuficientes, centros de ecotecnologías, experiencias de educación ambiental. Si Morena es la esperanza de México, como dice su rúbrica, debe en consecuencia ser la esperanza de los mexicanos y de la naturaleza que los envuelve, cobija, nutre e inspira. Que así sea.