Niña conmueve a brigadistas en Xochimilco al llevar ayuda en su triciclo

Karina llegó agitada al centro de acopio. Los brigadistas e preguntaron si no quería un poco de agua. «No gracias, yo tengo agua en casa y la gente de aquí no tiene»

Regeneración, 26 de septiembre de 2017.- En medio de la catástrofe del pasado sismo del 19 de septiembre, Karina, una niña de apenas 7 años de edad no dudó en apoyar de una forma u otra, al enterarse de que su pueblo vecino, San Gregorio Atlapulco, se encontraba en una situación lamentable.

«Por un momento, dudamos en ir hasta allá, pues nuestra casa también se encontraba con daños considerables, pero ante su insistencia de prestar auxilio a los que de verdad lo habían perdido todo, decidimos apoyar», relata Mariel, madre de Karina.

Sólo bastaron un par de horas para que los medios difundieran de forma masiva la situación lamentable de los hechos ocurridos en este pueblo originario.

Mientras veían caer vidrios y parte de la construcción de su hogar, aun con miedo ante un posible saqueo, decidieron también colaborar y llevar víveres en ese momento.

Al saber que varias tiendas departamentales habían colapsado, optaron por reunir la mayor cantidad de agua embotellada y algunos insumos indispensables.

«John», un americano que vino de vacaciones a Xochimilco, ayudó a los padres de Karina a cargar su camioneta con estos víveres.

La preocupación de Karina a cada momento se acrecentaba; lágrimas brotaban de sus ojos y al grito de «más rápido mamá, ellos nos necesitan», apresuró el paso, por lo que al llegar a la tienda, llenó la canastita de su triciclo con botellas de agua y para salir rápidamente rumbo al pueblo siniestrado.

En su inocencia no se preocupó por su integridad ni seguridad. En ese momento sólo pensaba en ayudar.

«Fue cuestión de segundos cuando la perdimos de vista, cuando la busqué y salí corriendo de la tienda, vi que ya iba lejos. En ese momento, dejamos lo que estaba haciendo con el padre de Karina y salimos corriendo para alcanzarla», abundó Mariel.

Al llegar al centro de este pueblo, un trabajador de la delegación comenta que una niña quitó de su camino las cintas de seguridad que momentos previos habían colocado para ir a dejar su aporte.

«Nos gritaba que la ayudáramos a pasar, que traía ayuda para los que se habían quedado sin ‘casita’, que no era mucho, pero que lo donaba de corazón», dice Pedro, empleado de la delegación.

Al ver los padres el apuro de su hija por entregar la ayuda, se olvidaron de su enfado, la madre, con voz entrecortada, dice que fue uno de los momentos en que más orgullosa se sintió de su hija.

Cuenta Pedro que los brigadistas vieron llegar a Karina acalorada y agitada. Cuando entregó las botellas al centro de acopio, los brigadistas le preguntaron si ella no quería un poco de agua. A lo que la niña respondió: «No gracias, yo tengo agua en casa y la gente de aquí no tiene».

«Yo no pensé en nadie más que en ellos. Y yo sólo quería ayudar», dijo la niña con una sonrisa en el rostro.