Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMX.- Estoy a tres repeticiones de convertir en cliché la aseveración de que atravesamos un proceso histórico sin precedentes. Es ya irreversible la tendencia de un espectro cada vez más amplio de población a estar enterado sobre las cuestiones políticas y sociales de la actualidad, aquellas que anteriormente pasaban desapercibidas para la mayoría gracias a la eficaz labor de la industria cultural televisiva.
Sin embargo, y a manera de fe de erratas para mi libro La primavera digital mexicana, en el cual he tratado ampliamente este asunto, he de decir que no todo es miel sobre hojuelas en este proceso de politización, o sí; depende del ángulo desde el cual se le mire. La cuestión es que, con las redes sociales como núcleo, y con el boca a boca como periferia, la información política se esparce entre distintas capas de la población de tal forma que los temas referentes al gobierno y a la oposición le son cada vez menos ajenos al grueso de la gente. Este fenómeno ha permitido que muchos tomen conciencia con respecto al bando al que debieran pertenecer, de manera que la politización, si bien ha implicado el engrosamiento de las filas de simpatizantes de la llamada 4T, ha permitido también que muchas personas se reivindiquen como simpatizantes de una derecha que se resiste a aceptarse como tal y que mañosamente convence diciendo trabajar “por México”.
El 2022 fue un año sumamente convulso, al igual que los otros tres anteriores, de constante guerra de narrativas, pero también fue el estreno para muchas personas que se politizaron durante la pandemia y no habían experimentado aún el sabor de tomar las calles, componente necesario de la lucha social. Episodios como la votación sobre la reforma eléctrica, la celebración del grito de independencia, así como la marcha que precedió al cuarto informe de gobierno de Andrés Manuel López Obrador; fueron eventos multitudinarios en los que se registraron movilizaciones sin precedentes desde el interior del país para abarrotar las calles atendiendo a convocatorias que fueron viralizadas a través de redes sociales.
Sin embargo, muchas personas experimentaron por primera vez lo que era expresar su odio por AMLO y el movimiento que él encabeza cuando, atendiendo al llamado del truculento Claudio X. González, tomaron la avenida Reforma bajo el impreciso reclamo de “defender al INE”. Si bien se trató de un acontecimiento efectista en el cual lo más importante era llenar las portadas de los diarios y portales golpistas, se vieron también los alcances de la manipulación que el conglomerado mediático ejerce en los sectores menos informados de la población para enardecerlos en contra de la Cuarta Transformación, esencialmente con base en mentiras.
Y el 2023 no pinta menos convulso. Ya desde los primeros días ha habido asuntos que desatan auténticas guerras en redes sociales, como el lamentable accidente de la línea 3 del metro de la Ciudad de México, que involucra sospechas de sabotaje y tras lo cual sobrevino la polémica decisión de Claudia Sheinbaum de que la Guardia Nacional se haga cargo de la seguridad en las instalaciones de dicho medio de transporte. Y no es un secreto que esta guerra en particular está motivada por la posición de privilegio que en este momento ocupa la actual jefa de gobierno en la muy anticipada carrera presidencial, de manera que cualquier oportunidad de reducir la intención de voto en su favor, será explotada hasta la saciedad por la derecha, que recientemente se acaba de agrupar con miras a las elecciones de Coahuila y el Estado de México, a realizarse el 4 de junio del presente.
Los celebrados analistas se mostrarán cada vez más catastrofistas, los columnistas más mordaces, los reporteros de la fuente presidencial cada vez más descarados, los influencers de derecha, conservadores y libertarios, cada vez más firmes en repudiar a la izquierda; mientras que los actores políticos redoblarán sus esfuerzos por colgarle al gobierno de AMLO cuanto calificativo sea necesario para convencer a la ciudadanía de que el Tercer Reich fue un festival comparado con lo que ahora se vive en el país. Y todo esto vendrá acompañado de señalamientos clasistas y racistas, de menosprecio, injuria y sorna en contra de la mayoría abrumadora que pugna por el verdadero cambio y que, en honor a la verdad, se muestra estoica a la hora de defenderlo.
Y a quienes estamos en la trinchera de las ideas, nos esperan dolores de cabeza, desgaste, hacer corajes, pero también atestiguar con orgullo que nuestra pequeña contribución a cambiar la historia rinde frutos de poco en poco.
Bienvenido sea este desafiante 2023, donde ustedes y yo, queridos lectores, seguiremos en esta simbiosis que hemos creado y que también es parte del esfuerzo que seguimos haciendo dentro de esta coyuntura histórica. Citando a un clásico: ¡Hasta la victoria siempre!
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