#Opinión: Historia a la carta

Por Fernando Paz

RegeneraciónMx.- La derecha mundial, a falta de apoyo popular, tiende a contratar intelectuales, expresidentes enriquecidos ilícitamente, actores de televisión venidos a menos, literatos decantados hacia los títulos nobiliarios, cómicos que fingen ser clasistas para no dejar ver que son unos desclasados, periodistas de convicciones maleables y hasta gente de la llamada nobleza, esa que normalmente está sin quehacer.

Hace unos días, un buen amigo me hizo llegar un video en el que aquel personaje traído hace unos meses a México por Salinas Pliego se da vuelo denostando la ideología de izquierda. 

Desde Davos, Suiza, de cabello teñido de rubio (o quizá rubio con las raíces teñidas de negro), con acento español mezclado con el dejo argentino, Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos XV Marquesa de Casa Fuerte, se dio vuelo citando (y satirizando) lo que ella ve como deficiencias en lo que llama despectivamente populismo ante un público «tan diverso» como lo es el que asiste al Foro Económico Mundial. 

Pero ojo, que ese desprecio no surge por la intención de la izquierda de distribuir mejor la riqueza generada por todo un país [finalmente, no le preocupa nada de eso, ella vive en un terruño que la derecha parece haber comprado a perpetuidad al restaurar la vergonzosa monarquía de los Borbones luego del paso dictatorial del genocida Francisco Franco], sino por lo que forma etimológicamente el vocablo populismo, i.e., la palabra pueblo, tan evitada por la derecha; y lo digo no porque Cayetana Álvarez sea aristocrática, sino por sus propios dichos en contra de todo lo que pudiera ayudar a la gente de menos recursos a salir de donde la han metido sus nobles ancestros, los amigos de ellos y los dueños del dinero mundial.

Sabiéndose entre iguales ideológicos (que no iguales de nobles, venga, que no os he conocido título alguno, majos), la susodicha se burló de los modelos educativos en los que se habla de «Matemáticas con perspectiva de género», sin explicar el porqué del nombre de la asignatura a la vez que decía que se aplicaban menos exámenes y más fáciles, rematando sin tapujos y totalmente falaz con: «sí, se ríen, pero luego hay que estudiar esto, ¿no?, dos más dos son cuatre», y haciendo una ensayada pausa para los aplausos por el chistecillo mordaz. 

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«No es que el mérito se desprecie, sino que se combate con la saña del cruzado» sostuvo, «nunca se había politizado la ignorancia como ahora; nunca se había hecho de la mediocridad y hasta del ‘muera la inteligencia’ una consigna moral», sentenció la periodista de largo y prominente cuello, soslayando con su nobilísimo cinismo lo que los poderosos han hecho siempre: dejar a la plebe en ese limbo somnoliento y gris de la falta deconocimiento; «lo que algunos están promoviendo es un auténtico apocalipsis cognitivo. 

Creen que cuánto más ignorante sea la gente, más le va a votar a ellos […] la ignorancia es el combustible del populismo», remató, dejando de lado olímpicamente que, si a un segmento del espectro ideológico mundial ha convenido la oscuridad sobre lo cognitivo, ha sido a la derecha, que históricamente ha pretendido monopolizar el saber, enclaustrándolo en abadías y en lujosas bibliotecas privadas, dando educación solo a las élites… y hasta quemando libros.

«El populismo es pan para hoy y hambre para mañana», postula filosófica, la aristócrata, con esa desvergüenza de la que tanto nos habló AMLO cuando remataba diciendo: «la verdadera doctrina de los conservadores es la hipocresía».¿O me va a decir la también historiadora Cayetana Álvarez que no han sido, a través de las épocas, los poderosos quienes hambrean a sus pueblos y a los pueblos conquistados? ¿Me va a decir que no fueron los esclavistas europeos —conquistadores y civilizadores, se hacen llamar— violadores tumultuarios de un forzadamente prolífico útero de pobres en África y en América Latina? ¿Me va a decir que no es el neoliberalismo económico actual el causante de tanta desigualdad social y de tanta pobreza en el mundo, mientras que sus amos acumulan y acumulan riqueza?

El video termina con una Cayetana soberbia y con aire de sabia de años acumulados: «A los jóvenes hay que dirigirse como adultos […] diciéndoles la verdad, y la primera verdad, la más difícil pero conmovedora de las verdades: es que su destino está en sus manos…» (ah, cómo recordé el mexicanísimo «trabajen, huevones, el cambio está en uno mismo»), y continúa: «… no en las de ningún político, ni de derechas [¿un ligero mea culpa para despistar?] ni de izquierdas, tampoco en las del estado, en las suyas; solo hay una cosa más perjudicial para el pleno desarrollo de un joven que el papá estado: el estado mami, o peor todavía, el estado mimo, el estado de los mimos y cuidados integrales que prometen los populistas como si el dinero público cayera del cielo…»; menos mal que le llama dinero público ¿eh?, porque con esas referencias aristocráticas y esa ideología suya implantada desde la cuna, tuvo que haber pensado alguna vez que, al igual que los monarcas —quienes tuvieron a bien venderle el título nobiliario a uno de sus antepasados—, fue Dios quien los puso ahí y por consiguiente era Dios quien les dejaba caer el dinero del cielo. 

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Ahora, ¿por qué tendría que ser perjudicial el estado y sus cuidados integrales si los países más exitosos en lo social, en la salud y en lo educativo son los que precisamente proveen educación gratuita y cuidado integral a sus niños y jóvenes? Les digo, caray, manipula de lo lindo, y claro, quienes le pagan por sus conferencias falaces y cuidadosamente elaboradas para engañar incautos, brincan de gusto por el material provisto. 

La derecha mundial, a falta de apoyo popular, sería capaz de contratar al mismísimo Satanás, el padre de la mentira, con tal de mantener el velo del clasismo y del aspiracionismo sobre cada uno de los wanna be del mundo.

Nunca más una América Latina bajo el yugo de los expoliadores europeos ni norteamericanos, nunca más un México de genuflexos a quienes apantalla el «hombre blanco y barbado» que viene de allende el mar, nunca más un México de traidores clamando en Europa para ser gobernados por un archiduque.