El tema de los narcobloqueos no es nada nuevo en Jalisco, pues desde 2011 es una herramienta que utiliza el crimen organizado para amedrentar e intimidar.
Por Melissa Cornejo
RegeneraciónMx, 17 de agosto de 2022.- Es del conocimiento común que situaciones complejas requieren análisis profundos, sin embargo, es difícil recordar este axioma cuando la realidad nos choca de frente.
Por lo general interpretamos el panorama desde la emoción y recurrimos a las respuestas más cómodas, o más fáciles. Como ejemplo, hablaré de los episodios violentos que se registraron en algunos estados de la República como Jalisco, Guanajuato y Baja California a principios de este mes.
Seguramente todos leímos aseveraciones culpando al Gobierno Federal por la violencia y la inseguridad, y a otros tantos, asegurando que todo había sido planeado y orquestado por la oposición para desprestigiar al gobierno actual, e incluso, hubo quiénes aseguraron que todo se trataba de una estrategia para llamar la atención del gobierno de Estados Unidos y así lograr que interviniera. Para todos ellos mi columna resultará decepcionante, pues la realidad es mucho más compleja y menos caricaturesca.
Para analizar el tema, recurriré una vez más a hablar de Jalisco, pues es la entidad federativa donde nací, crecí, y actualmente habito, por lo tanto considero pertinente hablar desde los datos duros, pero también desde la experiencia.
El tema de los narcobloqueos no es nada nuevo en mi estado, desde 2011 es una herramienta que utiliza el crimen organizado para amedrentar e intimidar, tanto al gobierno como a civiles después de la detención de algún líder del cártel en cuestión. Es escandaloso y envía un mensaje contundente: “por cada uno de nosotros que toques, nosotros respondemos matando a tu gente y quitándoles la tranquilidad”.
Los jaliscienses —como otros mexicanos en el interior de la República— hemos asimilado esto y hemos aprendido a vivir con la guardia en alto. ¿Escuchamos que detuvieron a alguien? Todos para su casa porque la cosa se pondrá “caliente” y la ciudad arderá. Desde 2011 a la fecha han muerto decenas de personas que se encontraban en el transporte público, o en las calles, cuando estos grupos criminales decidieron prenderle fuego a todo.
Los cárteles, —mismos que vale la pena recordar, se fortalecieron y crecieron en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto—, son los responsables de estos eventos, así como de gran parte de las desapariciones registradas en este estado. “Reclutan” jóvenes en contra de su voluntad y cuando no les sirven más, los asesinan y los lanzan a la fosa clandestina. O simplemente asesinan gente al azar y los reportan ante sus líderes como si fueran gente del grupo contrario y así cumplen con su cuota.
¿Por qué menciono lo anterior siendo tan escalofriante? Porque al culpar de todo a la oposición o a la administración actual, les estamos quitando la responsabilidad a estos grupos y nos estamos distrayendo en repartir culpas y justificaciones, diciendo incluso que los narcotraficantes siempre han respetado a los ciudadanos. Debemos ser responsables en nuestros análisis. Debemos guardar las proporciones. Debemos respetar el dolor de las víctimas. Y una vez que entendamos que la realidad es menos simple y caricaturesca, podemos avanzar. ¿La prueba de mis palabras? Las decenas de detenidos después de estos hechos que relato.