Las prioridades de AMLO están relacionadas con la implementación del estado de bienestar, lo cual implica la búsqueda de garantizar educación, salud, y apoyos para los grupos más vulnerables.
Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 8 de agosto de 2022.- Después de la revolución mexicana, que abarcó de 1910 a 1920, en lo que a ideologías se refiere, el país ya no volvió a ser el mismo. Si bien los ideólogos de la revolución no basaron sus ideas en el gran hito histórico del marxismo, que fue el núcleo de la revolución rusa, al terminar el conflicto y buscar un nuevo orden político y social, se sentaron las bases de lo que sería el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929. Su estructura se basó en la del partido bolchevique, con agrupaciones de trabajadores (soviets) como principal fuerza popular. Años más tarde, en 1948 cambiaría de nombre a Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y en 1946 se volvería el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El PRI hizo un muy profundo trabajo de adoctrinamiento que abarcó décadas. Prácticamente convenció a toda una población de que la ideología de izquierda era la correcta. Hasta antes de la implementación del neoliberalismo como modo de producción, México subsistió como un sistema capitalista que privilegiaba el bienestar social. De ahí que, pese a los episodios de represión y al cerco mediático, en general la población mexicana considerara que el PRI era la mejor opción por encima de la derecha cuasi confesional y pro empresarial que representaba el PAN, siempre presente desde 1939, y que fue ganando un cierto prestigio con el paso de las décadas enarbolando la bandera de la democracia para contrastar con las prácticas de autoritarismo que caracterizaban al PRI. En otras palabras, todos los mexicanos, aunque no lo pudiéramos verbalizar como tal, y con sus bemoles de pensamiento conservador, éramos de izquierda.
Ya hemos hablado de que, debido al panorama histórico antes referido, no hay manera de que la derecha mexicana se asuma como tal. Sin embargo, dentro del pensamiento progresista o de izquierda, existen también diferencias que cada vez más van dejando de ser sutiles.
Tomemos como ejemplo al presidente AMLO. Su ideario está influido por las luchas revolucionarias de personajes como Simón Bolívar, José Martí, Francisco I. Madero o Benito Juárez. Sus prioridades están relacionadas con la implementación del estado de bienestar, lo cual implica la búsqueda de garantizar educación, salud, y apoyos para los grupos más vulnerables, para que, con el paso de los años se llegue a un punto en que estudiar una carrera universitaria sea una elección y no un lujo, y que el ingreso per cápita se eleve desde los estratos más bajos. Y tampoco podemos olvidar el desagravio y reconocimiento a los pueblos originarios, cuya propia existencia era incompatible con el neoliberalismo.
Con el paso de las décadas, sobre todo desde la posguerra, una gran variedad de luchas sociales se fueron adhiriendo al pensamiento de izquierda. Muchas de esas adiciones provienen de capas superiores de la sociedad. De esta manera, prácticamente podemos decir que la burguesía tomó por asalto al progresismo, puesto que algunas de sus luchas no tenían cabida dentro del ideario conservador, así que encontraron acomodo en la izquierda.
Volviendo al ideario de AMLO, si bien hay algunas banderas que enarbola, hay otras de las que prefiere pasar por no considerarlas prioritarias. Es decir; es muy poco probable que algún día veamos al presidente en una mañanera indignado por la cantidad de perros callejeros que a diario sufren vejaciones en las grandes ciudades, pugnando por la abolición de las corridas de toros, preocupado por lo arraigada que está la costumbre de usar popotes y bolsas de plástico, mandando a decorar el Salón Tesorería con banderas gay o trans, o indignado por el blanqueamiento en la industria cultural que impide la inclusión de personas morenas en papeles que no sean de vagabundos, rateros o sirvientas. Todas esas luchas merecen mi respeto, pero es evidente que para los tiempos que se viven en México, no resultan prioritarias.
La corriente de izquierda que pugna por el estado de bienestar no es nada popular en los medios corporativos y tiene muy poca presencia en los mismos. De hecho, las personas que podríamos caracterizar como “de izquierda” tanto en la radio como en la televisión y la prensa escrita, son aquellos que persiguen un progresismo más parecido al de los demócratas estadounidenses y que se ve reflejado en toda la industria cultural que nos sobresatura con su mensaje de lo políticamente correcto.
Tampoco podemos caer en el maniqueísmo de decir que solo siendo pobre o viniendo de abajo se puede entender la lucha social genuina. Considero que, más bien, aquí se vuelve a evidenciar la era posliteraria, pues se privilegia lo audiovisual y se compran las ideologías que estén actualmente en oferta, sin reparar en sus alcances y solo buscando ostentar una etiqueta que otorgue prestigio social. Sin duda seguimos siendo una sociedad en vías de politización, y el mensaje del presidente es muy difícil de asimilar para una población que hasta hace cinco años solo consumía entretenimiento e ignoraba la política. La formación (en un sentido general, no solo político) es una tarea que parece inabarcable, pero que algunos seguimos dispuestos a llevar a cabo sin importar sus costos y siempre pensando a largo plazo. Algún día se logrará.
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