‘La cabeza de mi padre’ es la obra más intensa, hasta el momento, de la escritora Alma Delia Murillo. La anécdota es conocida: el padre que abandona a la familia, pero también existe una crítica a la sociedad, a la violencia en Michoacán y el maltrato a la mujer.
RegeneraciónMx, 09 de junio de 2022.- Recién leí la última novela de Alma Delia Murillo, La cabeza de mi padre (Alfaguara, 2022): la experiencia confesional de la autora es sincera, devastadora y reveladora. La ausencia del padre, que parece ser un mal común en muchas situaciones, la presencia tóxica del padre, como un eco extendido por muchas familias mexicanas, son dos leitmotiv en esta novela.
Alma Delia Murillo se presenta como la protagonista de esta obra, una personaje/autora que está desnuda, que no tiene filtros; incluso, parece sentir incomodidad de verse tan vulnerable por tan transparente. La anécdota es muy conocida: el padre abandona a la familia y deja en el abandono a sus hijos; una noche, tras un sueño casi surrealista donde un búho predice la muerte de este hombre, Alma Delia decide salir en busca de él, a los caminos de Michoacán, en una camioneta, acompañado de sus madre y algunos de sus hermanos. Alma Delia, la hija menor, no conoce a ese hombre, pero un cordón umbilical de sangre la lleva a buscarlo, a transitar una carretera, ese road trip donde el viaje es la anécdota y la historia, donde el viaje es (llegará a ser) lo importante, pues es un viaje en línea recta hacia un destino y en curvas hacia dentro.
El inicio de la novela, que creo es realmente la portada, ya nos pone en aviso, una declaración de intenciones: la fotografía de un hombre, cruzada la pierna, pero la cabeza cortada; posteriormente, la llave de la puerta es una cita de Shakespeare, específicamente, el Rey Lear, la cual culmina diciendo, a una de sus hijas, “abdico de todo cuidado paternal”. Posteriormente, ya en el terreno de la intertextualidad y del diálogo franco con otro autor, viene la relación con Pedro Páramo, todo somos hijos de ese hombre, nuestra madre nos los dijo, y alma Delia fue a buscar a su Pedro a Michoacán.
Esta, sin duda, es la obra menos ficcional de la autora; pone a prueba a Alma Delia en torno a un tono más franco, a medio caballo entre el ensayo y la novela, entre la crónica y el diario, va tejiendo sus propias dimensiones, su hondura de reflexiones. En ella, también existe esa mirada crítica de la sociedad, pues no deja escapar la podredumbre de los hábitats en los vivió, como el Estado de México, o la zona de Michoacán, con sus narcotraficantes y el ambiente de violencia que acompañan la vida cotidiana de una nación sumida en la violencia y la devastación.
Por otro lado, no deja de lado la violencia contra la mujer, que ella misma sufrió, la que tuvo que combatir, lo que tiene una línea directa con otro personaje de la novela: la madre, figura en la que se ven entrelazados muchos símbolos, demasiadas anécdotas, otras tantas historias no resueltas.
La cabeza de mi padre es la obra más intensa de Alma Delia Murillo, hasta ahora. Vale entrar en este universo tan lejano a los que antes había escrito la autora.