El presidente Andrés Manuel López Obrador convocó a celebrar la Cuarta Transformación en las calles, donde todo empezó.
Por Melissa Cornejo
RegeneraciónMx, 23 de noviembre de 2022.- Con motivo de su nuevo Informe de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado al pueblo de México a marchar este domingo 27 de noviembre para celebrar la Cuarta Transformación.
Predecibles como siempre, los conservadores no tardaron en asegurar que esta marcha no sería otra cosa sino la respuesta a la marcha que convocaron ellos hace unas semanas, y que el Presidente lo único que busca es mostrar músculo político acarreando gente, condicionando programas sociales o comprando voluntades.
Para desarticular esta lectura simplista y clasista, expondré los pilares que, a mi parecer, sostienen lo que sucederá el 27 de noviembre.
Para empezar a explicar, me parece pertinente partir desde el origen: el partido que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia surge de un movimiento que fue ganando espacio en las calles a través de marchas, mítines y el exitoso casa por casa. Volver a las calles no es otra cosa sino congruencia con las raíces del movimiento que después se convertiría en uno de los partidos políticos más importantes no sólo de México, sino de Latinoamérica.
En este mismo orden de ideas, vale la pena hacer un apunte a la idea gramsciana sobre legitimidad, hegemonía y consenso, atreviendome a agregar que el Presidente al volver a las calles, además está demostrando congruencia: salió de las calles y vuelve a ellas para celebrar los cuatro años de la Cuarta Transformación.
Por otro lado, los asistentes a la marcha estarán ahí porque perciben esta ocasión como quizá la última oportunidad de marchar junto al Presidente. Los más jóvenes marcharemos junto a él por primera vez, nuestros padres y abuelos marcharán junto a él una vez más y lo anotarán en su diario personal de hechos históricos. Pues más allá de filias y fobias, negar el gran personaje-figura política que es Obrador en América Latina, no es más que mala fe y astigmatismo político.
Por último y no menos importante, regresar a las calles manda un mensaje a la ultraderecha: estamos aquí, las calles son nuestras, no pensamos cederles ni un centímetro más. No pasarán.