Por Ana María Vázquez
RegeneraciónMx.- Los pies desnudos de Felipa recorren la vereda que durante años ha construido con sus pasos, su cuerpo se ha encorvado por la carga constante de leña que lleva en el lomo. “soy una alcayata, piensa sonriendo, la miseria no le ha quitado el humor…ni el hambre.
En aquel caserío de la sierra apenas tienen escuela y regiduría para los pocos habitantes que rascan la tierra buscando algo para comer. Los escasos 400 habitantes de “Tenamicoya”, de Zontecomatlán en Veracruz.
Son, los nuevos olvidados a los que los programas sociales no llegan y ellos en Náhuatl o en Otomí se han cansado de pedir ayuda, sin embargo, quizá por eso mismo nadie ha escuchado, Felipa dice que a veces se siente sombra, no persona; es “como si ya estuviéramos muertos y fuéramos ánimas que se quedaron con la rutina de ir al monte por la leña, que es todo lo que tenemos”.
Los cuartos los construyen con lo que pueden, hay que tener un techo aunque sea con paredes de plástico y ahí, solo el calor del fogón, calienta el cuerpo, pero no el estómago.
Hay días en que tienen suerte y alguna alma caritativa llega con ayuda…un poco de carne ya que el maíz es insuficiente y su único alimento mismo que tienen que racionarse por dos o tres días para que los más chicos coman diario.
PROSPERA y PROGRESA era dos de los programas sociales con los que contaban, pudieron construir una primaria y una secundaria, llegaban vitaminas y ayuda económica para comer diario, sin embargo, nunca supieron por qué, un día el apoyo no llegó más y la comunidad volvió a las sombras.
No sé si la secretaria Adriana Montiel Reyes, titular de la Secretaría del Bienestar conoce este caserío, no sé si pueda darnos una razón por la que le fue arrebatado el apoyo a esta comunidad que hasta hace muy poco ni siquiera estaba en los mapas de Google y que un alma caritativa pudo registrar. Lo cierto es que el apoyo dejó de darse y la gente muere de hambre, de miseria, de abandono.
“Pa mí que la ayuda se fue a otras manos porque nunca nos dieron razón de nada -comenta la septuagenaria al pie de la barranca. Solo sé que MORENA y la 4T nos quitaron esa ayuda y nos dejaron rascando la tierra seca. -hace un largo silencio y sus ojos se pierden en la sierra- a lo mejor, -repite con voz cortada- sí somos ánimas y no nos dimos cuenta.
Bienestar y los programas sociales no han llegado y quizá ni Adriana Montiel Reyes sepa que existen lugares como éste. Esa es la real deuda social que tenemos como país, donde como en la película de Buñuel, Los Olvidados, tristemente siguen presentes.
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