Por John Saxe-Fernández
Con un sinfín de pancartas contra una regresión integral: energética, educativa, fiscal y laboral, el sábado acompañaron a Cuauhtémoc Cárdenas integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), estudiantes de universidades públicas y privadas, maestros, dirigentes e integrantes de sindicatos de la UNAM, de los electricistas, de la aviación, telefonistas, todos unificados ante el despojo del petróleo. Aquello fue una columna humana de unos dos kilómetros, inicio de una avalancha popular que se hará presente con AMLO el 8 de septiembre a las 10 de la mañana en el Zócalo, contra el robo del siglo contenido en el actual programa de ajuste estructural (PAE) del FMI-BM-BID articulado por EPN a favor de una plutocracia voraz y del big oil, es decir, Exxon, Chevron, BP, Shell que zopilotean sobre el petróleo de la nación, con una rentabilidad de 100 mil millones de dólares al año.
¿Reprimen y amedrentan al pueblo, dueño de los hidrocarburos y víctima del despojo? Sábado y domingo hubo como el primero de diciembre, provocación/represión, encapsulamiento y arresto policial de inocentes, parte del paquete de seguridad que acompaña a los PAE, pero el robo, como dice AMLO lo podemos revertir con la participación pacífica de la gente… no vamos a caer nunca en la trampa de la violencia. Este PAE se ajusta, en los tiempos del techo de los fósiles convencionales, al fin último delineado por la cúpula petrolera y política de Estados Unidos, sintetizado por la revista BusinessWeek en 1994: que las empresas expropiadas por Lázaro Cárdenas volvieran a explorar y localizar yacimientos, obtener un porcentaje de las extracciones y luego participar en el manejo de los vastos campos petroleros de México. También incluyeron el fin de la exclusividad de Pemex borrando los artículos 27 y 28 a fin de abrirlo todo al big oil.
Como el despojo es histórico y magno, requiere de las poderosas firmas bancarias de inversión, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Citigroup (dueño de Banamex), cuyas sucursales dominan la banca nacional, hechura del FMI vía Salinas/Zedillo, dedicándose a complejas operaciones especulativas a costa de producción y empleo. Con el fin de los fósiles baratos, la explotación de gas y petróleo en lutitas (shale) es parte vital de los PAE por lo que es notoria la coincidencia del desplome del precio del gas en Estados Unidos, la caída en la producción shale y el furor en Wall Street por ampliar el mercado de capitales shale. Esto interesó a Deborah Rogers, analista financiera del Energy Policy Forum. Detectó que en 2011 las áreas de Fusión y Adquisiciones (Merger and Adquisitions, M&A) de los bancos de inversión en 2011 reportaron ganancias de 46 mil 500 millones de dólares (mdd) por servicios, honorarios, comisiones y otras operaciones, mientras en un estudio de los registros de producción diaria de más de 60 mil pozos shale en 31 cuencas realizado por David Hughes, del Post-Carbon Institute, se notaron altas tasas de declinación, requiriéndose perforar 6 mil pozos en el caso del petróleo shale, con un costo de 35 mil mdd y en el de gas, con un costo de 42 mil mdd se perforaron 7 mil pozos, sólo para mantener el nivel de producción de petróleo y gas, por lo que era raro que analistas y banqueros duchos alentaran un ritmo frenético en la producción de gas. Pese a la caída en la producción de los pozos la oferta superó la demanda en un factor de cuatro a uno. Pero, documenta Rogers, al interior de los bancos de inversión eso fue un eje de gran actividad y ganancia en los portafolios M&A de energía.
Tales arreglos se desgastaron poco después en masivas subastas a la baja de acciones shale. Luego los bancos elaboraron complejos y enredados productos de ingeniería financiera: los volumetric production payments (VPP), según investopedia.com, “un tipo de inversión estructurada que coloca al dueño de algún interés en petróleo o gas vendiendo un volumen específico en un campo –petrolero– o propiedad”. “El inversionista recibe una cuota del producto bruto en un periodo convenido, que luego es colocado en el mercado por quien compra el VPP o un porcentaje de la producción lograda en un periodo convenido en un yacimiento dado, incluidos campos petroleros que no han sido explorados (como los que son propiedad de México en gas y petróleo en lutitas o en aguas profundas). “Una inversión VPP se considera un activo no-operante, semejante a un sistema de pago de royalty. Los compradores pueden incluir bancos de inversión, hedge funds, compañías de energía y compañías de seguros”. Los VPP, dice Rogers, son semejantes “a las hipotecas securitizadas empaquetadas y vendidas junto a hipotecas tóxicas hasta antes del colapso de 2007”.
Mochar los artículos 27 y 28 para realizar arreglos tipo VPP vía contratos de utilidad compartida con Exxon y Chevron, entregándoles además la cadena de producción, es lanzar lo que es del pueblo al piso de apuestas y remates de Wall Street. Un crimen de lesa patria.
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