Política fosilizada

Al aceptar la candidatura del PD y con la mira en millones de votos sanderistas, adultos jóvenes de entre 18-35 años, Clinton dijo que junto a Bernie Sanders enfrentaría al negacionismo climático de Trump

Por John Saxe-Fernández

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Regeneración, 4 de agosto del 2016.-Es enorme tanto la gravitación de la industria fósil (carbón, petróleo, gas) y sus cabildos sobre la economía y política como la de las corruptelas y en especial, las limitaciones que socavan en Estados Unidos el ejercicio doméstico y global de la hegemonía. Las amenazas también vienen del acoso balístico-estratégico y de una guerra fría desplegada por Bush II y Obama contra Rusia, y el legado mortal de guerras de agresión en Oriente Medio que H. Clinton hizo suyo como secretaria de Estado. En el caso de los fósiles enfrentamos grandes retos y peligros para la vida en el planeta. Importa mucho, como advierte Noam Chomsky, el rechazo del Partido Republicano (PR) y de D. Trump, “para enfrentar o aun reconocer la existencia de la catástrofe climática que se asoma en el horizonte”: el calentamiento global antropogénico (CG). Tal postura, añade, es sentencia de ruina para nuestros nietos (Alternet, 26/1/16).

En la COP-21, París, 2015, bien calificada de farsa por James Hansen, climatólogo de primera línea, fue ostensible y determinante el rechazo de Estados Unidos a un acuerdo vinculante para regular las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI). Bajo el peso del big oil y del American Petroleum Institute, poderoso cabildo al servicio de Exxon/Mobil, Chevron/Texaco, Conoco/Phillips, Shell, BP, et al, se dejó al mundo sin instrumentos efectivos para incidir sobre el CG, como advirtió Hansen, y pese a que durante esa cumbre ya se registraban aumentos récord en la temperatura mundial promedio. Por el peso bipartidista del big oil no es difícil localizar ahí la incapacidad de Estados Unidos para actuar ante un problema de gran urgencia: la Tierra sigue calentándose de manera inusitada y persistente. Junio de 2016 fue el 14avo mes consecutivo más caliente (+0.9Cº) que el promedio para todo el siglo XX y fue el mes de junio más caliente desde que empezaron los registros en 1880, según datos de Nasa y NOAA.

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Derivada de la hipertrofia del poder fósil, tal incapacidad acentúa el precipitado declive hegemónico de Estados Unidos. Como enfatizó Antonio Gramsci, el liderato moral e intelectual, y no sólo la fuerza, es esencial al ejercicio hegemónico, en especial para la autocalificada nación imprescindible en temas de vida y muerte.

Además, es sólido el argumento de Robert Cox, teórico de las relaciones internacionales, en el sentido de que la hegemonía en el sistema de clases doméstico es condición sine qua non para el ejercicio hegemónico externo, por lo que vale revisar la fractura, que describe Amy Goodman (Democracy Now) al reseñar la reciente convención del Partido Demócrata (PD). Cientos de los partidarios y delegados de Bernie Sanders (en representación de unos 10-12 millones de votantes), manifestaron sus discrepancias con el apoyo inicial de Clinton al Acuerdo Transpacífico (ATP), dejaron sentir su repudio a las manipulaciones del PD contra Sanders y su entusiasmo por la agenda del senador en torno a la movilización contra el CG, el rechazo al regime change y al Citizens United, ley de la Suprema Corte que desregula los aportes de corporaciones y de los más ricos a las campañas electorales, empoderando como nunca al uno por ciento, etc.

Al aceptar la candidatura del PD y con la mira en millones de votos sanderistas, adultos jóvenes de entre 18-35 años, Clinton dijo que junto a Bernie Sanders enfrentaría al negacionismo climático de Trump. Afirmó que cree en la ciencia, que el cambio climático es real y que podemos salvar nuestro planeta y crear millones de empleos alentando las energías limpias. Se alejó del ATP al rechazar acuerdos comerciales injustos, prometió cargar a Wall Street los costos para el acceso universitario y derogar la Citizens United. En fin, adoptó la agenda de Sanders –pero del dicho al hecho, hay mucho trecho– excepto en materia de fracking (técnica atroz avalada por el PD) y de política internacional de seguridad.

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Colocar a Tim Kaine, senador y ex gobernador de Virginia (sede de la CIA, el Pentágono y eje bélico-industrial), como vicepresidente, reafirma claroscuros en la praxis política clintoniana, en las antípodas del sanderismo. Michael Hudson (ICH 29/7/16) y Aleen Brown (The Intercept. com, 28/11/16) ilustran lo mixto del quehacer de Kaine, entre otros, en asuntos bancarios y de vínculos con la industria fósil. Es notorio su impulso para liberar a bancos pequeños y medianos de los cánones de la Agencia de Protección de Clientes Financieros, de más desregulación de Wall Street y su apoyo al ATP. Aunque opuesto al oleoducto XL-K, promovió la exportación de gas shale (que alentará el fracking y fugas de metano a granel, de costa a costa) e iniciativas que relajan controles federales de los GEI en el Clean Power Plan. Cuando Zaid Jilani, reportero de Intercept, preguntó a Louis Finkel, vicepresidente ejecutivo para asuntos gubernamentales del American Petroleum Institute, sobre la designación de Kaine, respondió: Es de lo mejor que pudimos esperar.