‘Cartas a un Facho’ de Ramiro Padilla Atondo. Discurso pronunciado en la Casa Miguel Alemán del Complejo Cultural “Los Pinos” el 1 de septiembre de 2022.
Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 04 de septiembre de 2022.- Estamos ante un libro que se presenta justo en el momento propicio; ni antes ni después.
Cuando en 2018 salimos a votar el 1 de julio con el ritmo cardíaco acelerado y por la noche nos enteramos de que Andrés Manuel López Obrador había obtenido la tan ansiada victoria, muchos mecanismos dentro de nosotros se encendieron y comenzaron a funcionar gracias a que los alimentamos con nuestro inusitado interés por la vida pública. Comenzamos a construir una comunidad con base en el pensamiento comunitario, el humanismo y el patriotismo, para desagraviar y reparar el daño que durante tantas décadas se infligió a todos aquellos que están en lo más bajo de la escala social, y que, por cierto, no lo están por gusto ni por falta de esfuerzo.
Sin embargo, al otro lado de la trinchera, algunos que pertenecen y otros tantos que quieren pertenecer a una clase social que combate todo aquello en lo que creemos, se comenzaron a reagrupar, pues de repente sus queridos medios informativos, con sus lectores de noticias trajeados y sus presentadoras del clima con vestidos tan entallados que deben orillarlas a la asfixia; comenzaron a hablar de un México muy distinto a aquel panorama de conejitos, florecitas, mariposas y arcoíris que se habían encargado de pintarnos hasta el sexenio de Peña.
Se comenzó a difundir el mensaje México dividido, amenazado por los jodidos y los resentidos sociales, con sus bellas y eficientes instituciones al borde de ser extinguidas por un dictador o mesías tropical; un México en el que se prefiere “abrazar a los delincuentes” que matarlos como merecen, donde se regala dinero a los “huevones” y a los ninis para crear parásitos improductivos; un México donde se ven amenazados los derechos humanos y la libertad de culto. En fin, el apocalipsis.
Ese grupo del que hablo, al que, como ya lo dije, pertenecen muy pocos, pero la mayoría quisiera pertenecer, es el de los fachos. Odian al presidente, y aman a los empresarios porque creen firmemente que, si a ellos les va bien, nos irá bien a todos, aunque se olvidan que en décadas de darle chance a ese modelo, jamás funcionó.
A ellos está dedicado el libro, pero a la vez no. Me explico: se trata de un epistolario, es decir; una serie de cartas dirigidas en teoría a un reaccionario cualquiera, escritas en un tono condescendiente y con el cual se le explica con cifras el fracaso del modelo neoliberal en México, el impacto que ha tenido en nuestra población la falta de oportunidades. Se le reconviene amablemente sin esperar demasiado y se le deja caer de manera sutil que, sin importar cuán ecuánime, patriota o demócrata aparente en los medios ser la derecha, es muy poco probable que vuelva al poder en lo inmediato.
Y es aquí donde me reitero en que realmente el decir que las cartas están dirigidas a un facho se trata solo de una alegoría, pues en realidad está dirigido a nosotros los chairos, zurdos, progres, ingenuos, resentidos sociales, paleros, improvisados y demás adjetivos con que se nos denuesta a diario.
Cartas a un facho es el retrato de un momento histórico muy puntual al que estamos asistiendo y que lo estamos construyendo entre todos. El libro demuestra por qué el pensamiento conservador es la peor postura que se puede adoptar en estos momentos, pues resulta que “el viejito que vive en el pasado” despertó un fenómeno al que llamo la primavera mexicana y que se vive en redes sociales.
A través de las redes sociales nos han conocido, a nosotros, escritores marginales que aun así tenemos mucho que decirles. Estamos creando una familia con lazos sólidos, que durante la pandemia se mandó entre sí muchos abrazos virtuales, cuando nos pudimos abrazar en persona, esos abrazos fueron apretados y prolongados. Escuchar las voces Ramiro, de Vicente Serrano, de Rafa Herrera, Meme Yamel y tantos otros compañeros que le plantan cara al cerco mediático y que están causando la desertificación del espectro televisivo, se ha vuelto una práctica cotidiana y entrañable que sobrepasa las fronteras y crea consciencia alrededor de la justicia social, la igualdad, la dignidad, el pensamiento comunitario y la necesidad de que haya oportunidades para todos desde la niñez hasta la vejez.
Lamentablemente para ellos, ningún facho leerá este libro cuyo tono amable es una deferencia que Ramiro les ha tenido para explicarles que las cosas son así y que si se abrieran un poco descubrirían que nuestra visión de un país mejor es la más adecuada para los tiempos de vacío cultural y desigualdad que corren.
La relevancia de la labor que Ramiro desempeña como creador y difusor de conocimiento con identidad chaira y sin más interés que dejar registro se ve constatada en este libro que se erige en fiel testimonio del mantra que Ramiro suele repetir y que resulta sumamente adecuado: “Señores, nosotros ganamos; nosotros ponemos la agenda”.
Pero termino con otro mantra, uno de los que más me gustan; un aforismo imperecedero que solo el autor puede enunciar, y para hacerlo se llena de buen ánimo y retrae sus músculos faciales en una enorme y sincera sonrisa para espetar en un sabroso tono ensenadense: “¡A huevo, pinchi Miguel!”
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