Por Carlos Aznárez | Rebelión
27 de agosto de 2014.-Gaza hierve de multitudes que, por fin, pueden sonreír después de una larga noche de bombardeos permanentes que duraron 50 días y destruyeron gran parte de la infraestructura de la Franja. Hoy mismo, el invasor sionista se fue matando, destruyendo lo poco que quedaba en pie.
Sin embargo, por estas horas Gaza festeja, los jóvenes y los niños lanzan caramelos al aire, las mujeres se estremecen de emoción abrazándose unas a otras, felicitándose por haber resistido hasta las últimas consecuencias. Llorando sí, gritando de dolor también, por esos hijos, hermanos, esposos y vecinos queridos que yacen sepultados bajos los escombros producidos por la maldad sionista, pero firmes y dignas diciendo a quien quiera escucharlas: “dijimos que no nos íbamos a rendir y no nos rendimos. Dios proteja y dé larga vida a nuestra Resistencia”.
Los hombres se arrodillan y besan su querida tierra a la que las bombas asesinas pudieron llenar de cráteres pero jamás mancillar. Disparos al aire, jóvenes levantando sus fusiles ahora sí en clave de alegría por este pedacito de paz que le han arrancado al monstruo sionista. Miles de puños cerrados apuntando al cielo, como queriendo decir: “no pudieron con nosotros” o “Aquí estamos, de pie y victoriosos”.
El pueblo palestino es mucho pueblo para medirlo en palabras, sin que el hecho de pronunciarlas no nos parta la voz por la emoción admirativa que hoy, 26 de agosto, tenemos hacia quienes lo han dado todo para demostrarle al mundo que sólo con lucha se obtienen las grandes reivindicaciones.
Ha llegado el tan ansiado alto el fuego permanente, cargado de concesiones arrancadas a Israel en la mesa de negociaciones pero también en la decisión de los luchadores de Hamas, de la Yihad Islámica, del FPLP, el FDLP, los militantes de Al Fatah, los Comités Populares de Resistencia, y todos y cada uno de quienes en estos durísimos 50 días no cedieron ante el terror.
Esta victoria de hoy en Gaza, no nos equivoquemos, le pertenece total y exclusivamente a la Resistencia unificada palestina, a todas sus organizaciones combatientes, al conjunto del pueblo de la Franja que soportó un infame bloqueo durante once años, y que vio cómo cada uno de los ataques de ayer y de hoy intentaban arrancarle la ilusión de alcanzar una Nación Palestina independiente, libre de invasores. También, obviamente, son parte decisiva las mujeres y los hombres que en Cisjordania, viene soportando estoicamente razias, detenciones, demoliciones de sus viviendas. Y qué decir, de los miles de presos y presas que en las mazmorras israelíes soportan día a día la brutalidad del opresor.
Que nadie, menos los políticos burócratas que suelen aparecer a la hora del triunfo, quiera sacar rédito de lo conseguido. Solos, absolutamente solos en lo que hace a esperar algo de la mal llamada comunidad internacional, los palestinos y palestinas, los de Gaza y los del West Bank se emponderaron de Patria y tomado del brazo avanzaron hacia el futuro. Sabían que junto a ellos, caminaban los pueblos del mundo, que por miles se manifestaron en las calles una y otra vez. Ahora que el alto el fuego permanente y la victoria se han hecho posible, es necesario vigilar las promesas formuladas por los asesinos de Tel Aviv, ya que no es la primera vez que amparados en la tradicional impunidad que los protege, burlan lo pactado. Además, es fundamental que quienes han cometido el más terrible de los Genocidios, paguen por esos crímenes. Así como en su momento fue lógico levantar un Nuremberg, hoy es indispensable que Netanyahu, Liberman, Pérez y todos su secuaces comparezcan como imputados ante la justicia internacional.
Por último, que el festejo de esta victoria de hoy, conseguida a pulso por el pueblo palestino, no nos haga olvidar que una buena parte de la confrontación con el sionismo y sus protectores de Washington y la Unión Europea se libra todos los días, desarrollando el Boicot económico, académico y cultural contra quienes gobiernan el Estado Terrorista de Israel. Como ocurriera con los nazis en su momento, es necesario denunciarlos, impedirles que viajen por el mundo como si nada hubiera pasado, señalarlos como lo que son: criminales de lesa humanidad. Pero hoy, más que nunca, gritemos con fuerza: todas y todos somos Palestina.