Reconoce ONU a 7 mujeres emblemáticas para la Democracia en México

Estas mujeres son: Bettina Cruz, Eufrosina Cruz Mendoza, Consuelo Morales, Tita Radilla, Yésica Sánchez y Ermelinda Tiburcio

Regeneración, 10 de marzo del 2018. El Centro de Información de Naciones Unidas (CINU) para México reconoció la labor de siete distinguidas activistas mexicanas que están luchando para proteger los derechos humanos, la paz y la justicia.

«Ellas representan un cambio pacifista y progresista, y su trabajo es crucial para lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable, específicamente en alineación con Igualdad de género y Paz, así como la justicia e instituciones sólidas» indicó la agencia de la ONU

Hoy en día, las mujeres siguen enfrentando muchos desafíos, prejuicios y críticas, pero sus esfuerzos y éxitos no pasan desapercibidos, señaló dicha institución mundial.

Foto: Prometeo Lucero/CMDPDH

Bettina Cruz

Con más de 35 años trabajando para defender los derechos humanos, Cruz es parte de la Asamblea de Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio. Ella trabaja para expresar las preocupaciones y necesidades de la población indígena, en la que hay un número significativo de personas que no saben leer ni escribir, por lo que es fácil que personas ajenas se aprovechen de las comunidades vulnerables respecto a sus derechos territoriales. Cruz y sus compañeros activistas han sido encarcelados y torturados en la defensa de su territorio, no obstante continúan combatiendo el trato injusto de su comunidad.

Foto: Redes sociales de eufrosinacruz

Eufrosina Cruz Mendoza

Cruz es una mujer zapoteca que cambió la forma en que las mujeres participan en la política. El punto de partida de su lucha por la igualdad de género fue cuando no se le permitió participar en las elecciones municipales de su ciudad natal Santa María Quiegolani, por el hecho de ser mujer. Esta fue una razón válida de acuerdo con los usos y costumbres (leyes tradicionales locales). Sin embargo, debido a la lucha de Eufrosina Cruz, la constitución se reformó más tarde para dar a las mujeres los mismos derechos de participación en el gobierno. En noviembre de 2010 se convirtió en la primera mujer indígena dentro de la política de Oaxaca.

Foto: CADHAC

La Hermana Consuelo Morales

La Hermana Morales es la fundadora de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos A.C. (CADHAC), una organización en Nuevo León que trabaja en casos relacionados con tortura, abusos policiacos y de autoridad, abusos a menores o mujeres, y personas desaparecidas. Ella dice que para creer completamente en el mensaje de su religión, tenemos que trabajar por una fraternidad más fuerte entre todos los seres humanos. Fue galardonada con el Premio Nacional por la Igualdad en 2010.

Foto: Prometeo Lucero/CMDPDH

Tita Radilla

Durante la época de la Guerra Sucia en México, el padre de Radilla desapareció después de ser detenido en un retén militar en 1974. Ella ha estado luchando desde entonces, y ahora es la Vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en México (AFADEM). La organización sirve para encontrar respuestas sobre lo que sucedió con las personas que desaparecieron durante ese tiempo, y buscar justicia y cierre para sus familias.

Foto: Prometeo Lucero/CMDPDH

Yésica Sánchez

Con más de 10 años como abogada experta en derechos humanos, continúa luchando por la igualdad de las mujeres y los indígenas en su estado natal de Oaxaca. En el pasado, jugó un papel crítico durante el conflicto social de Oaxaca en 2006, y debido a su trabajo para las víctimas, fue estigmatizada y difamada, y se temía que la torturaran, secuestraran o incluso asesinaran. De todos modos, ella continuó, y ahora se desempeña como Subdirectora del Consorcio para el Diálogo y la Equidad Oaxaca.

Foto: Prometeo Lucero/CMDPDH

Hermelinda Tiburcio

Tiburcio es una indígena nasabi (mixteca) de la Costa Chica de Guerrero, uno de los muchos lugares donde la violencia contra la mujer está inaceptablemente presente. Después de haber sido atacada varias veces y a partir de que un arma le apuntó, ella se convirtió en una fuerte activista. Participó en el proyecto de La Casa de la Mujer, que promueve la conciencia de que la mujer puede decidir sobre su propio cuerpo y prevenir la violencia de género. Ahora es parte de la organización K’inal Antezetik, que se traduce como Tierra de Mujeres; este grupo de feministas lucha para que el género no sea una barrera para el desarrollo.