El legado de Karen

Por Miguel Martín Felipe

Paola ya ha instrumentado dos cirugías, y siendo las 12:00am tiene media hora que otro equipo ha ingresado al quirófano para realizar una operación de emergencia. 

Es algo rutinario en el quirófano, pues dos motociclistas nocturnos que recorrían su barrio sin casco, habían sido impactados por un auto. Paola está en proceso de conciliar el mismo sueño incómodo de siempre en que subyace tácitamente la alerta de despertar ante alguna otra emergencia. Son los avatares propios del siempre intempestivo turno de la velada.

Minutos más tarde, cuando un duermevela desprovisto de melatonina -la hormona del descanso- tomaba posesión del cerebro de Paola, súbitamente se tiene que despertar cuando escucha una surrealista combinación de aplausos y llantos desgarradores. 

Esa combinación en particular resulta poco común en un entorno como el quirófano, que suele estar poblado por los sonidos propios del rubro, pero pocas veces de aquellos que denotan desbordadas emociones humanas a flor de piel.

Cuando Paola sale junto con sus otras dos compañeras de la sala deshabilitada en que las enfermeras quirúrgicas intentan descansar después de las cirugías, se encuentra con una valla humana formada por médicos, enfermeras, personal de limpieza y técnicos. 

Todos ellos aplauden sonoramente al paso de una camilla sobre la cual había un pequeño cuerpo cubierto por una sábana de algodón. Al fondo del pasillo, de donde procedía la camilla, se trenza en un apretado abrazo una pareja joven con vestimenta civil, ahogando un llanto inconsolable que se hace notorio en los espasmos de ambos. Se trata de los padres de Karen.

Karen tenía 13 años y cursaba el segundo grado de secundaria en un plantel público. Fan de BTS y del género de animación japonés conocido como animé. No era precisamente introvertida, aunque ciertamente su círculo se reducía a dos amigas. 

Realmente nunca se pudo adaptar a esa escuela debido a que el grueso del grupo ejercía acoso sobre ella. Al parecer su complexión delgada y baja estatura eran las absurdas razones para ser víctima de bullying. Al igual que en muchos casos como éste, el silencio hace que sobrevenga la oscuridad. Karen simplemente no pudo más y tomó la peor de las decisiones.

El cuerpo de Karen es ingresado rápidamente al quirófano y apartado de sus padres, que seguían desconsolados al fondo del pasillo. Sí había una urgencia, pero lamentablemente no se trataba de la resucitación, pues, minutos antes, cuando Karen llegó al hospital y fue recibida de inmediato en el área de urgencias, donde se le practicaron maniobras las maniobras pertinentes hasta agotar toda posibilidad. 

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Se certificó su muerte por asfixia. A partir de ese momento, se activa un protocolo llamado Código vida o Alerta 7, el cual implica la movilización de un equipo previamente conformado para la disposición de órganos con fines de trasplante. La idea es extraer los órganos para ser trasplantados en pacientes que así lo requieran. Algunos se trasplantarán en un periodo de menos de 24 horas, mientras que otros se pueden preservar más tiempo.

Sobreviene entonces un desfile de personal médico y de enfermería de cada especialidad correspondiente a los órganos y tejidos que se han de extraer, que se apoya a su vez con médicos cirujanos. 

De esta manera, y a lo largo del resto de la madrugada, se van realizando extracciones por orden de prioridad. Corazón, hígado, riñones, pulmones, córneas, piel e incluso hueso. Al final, el cuerpo es derivado a la funeraria con el fin de hacer las adecuaciones estéticas necesarias para su velación. Todo es realizado con el consentimiento de los familiares. 

A Paola le toca instrumentar las cirugías correspondientes a la procuración del hígado, pulmones y el juvenil corazón de Karen, que volverá a bombear sangre en un cuerpo distinto.

Los padres de Karen se retiran hacia la funeraria abrazados y son despedidos una vez más con aplausos que vuelven a hacerlos llorar inconsolablemente. Son ya las 9:42am del día siguiente y el sufrimiento está lejos de terminar, porque Karen ya no estará con ellos. 

La muestra de humanismo que aquí se ha atestiguado es una lección que nos debe hacer reflexionar, sobre todo en tiempos en que el bullying se visibiliza como un problema sumamente serio que cobra víctimas en muy distintas formas. 

Los padres de Karen le respondieron con amor y vida a la misma sociedad a veces ciega e inclemente que orilló a Karen a un destino que realmente no era el suyo.

Paola se retira después de una jornada extenuante con los recuerdos de todo lo vivido. En los próximos días seguirá pensando en el inocente rostro de Karen en apacible descanso y cuestionándose si aún se puede creer en la bondad del género humano. Después tomará una decisión crucial.

Según datos que el IMSS proporciona en su portal web, en 2022 hubo 2 mil 849 trasplantes, lo cual, según la institución, supera por 16% la meta proyectada para ese año. Incluso refiere también el Instituto que hubo 1136 más donaciones que en 2021, de las cuales, 197 fueron multiorgánicas, como en el caso de Karen. 

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Sin embargo, la cifra es realmente baja, y esto no necesariamente se debe a los alcances del sistema de salud, sino que también opera el factor de la reticencia generalizada, pues se suele pensar que la procuración de órganos es una especie de falta de respeto al fallecido, aunque realmente, al menos por el lado religioso, no hay restricción alguna para los practicantes de las mismas.

La iglesia católica apoya la donación de órganos, al igual que la anglicana y la protestante, mientras que los testigos de Jehová también la apoyan, a pesar de que rechazan la transfusión sanguínea.

En cuanto a la política, no hay al momento en México alguna propuesta de ley en contra o a favor de la donación de órganos, ya que recientemente se hicieron ajustes a la Ley General de Salud en febrero de 2022, que consistieron en la reforma a varios artículos con el fin de reducir al mínimo las posibles lagunas legales, así como establecer una más sólida prohibición de la venta de órganos. 

Dentro del contexto latinoamericano, destaca por su cinismo la postura del ultraderechista argentino Javier Milei, abogado que ascendió a la fama y al cargo de diputado gracias a sus vehementes performances en redes sociales. 

Milei afirma, en su rabiosa campaña “libertaria” contra el Estado, que éste no tendría por qué controlar la donación y trasplante de órganos, y que el sector privado se está perdiendo de “un mercado más”.

Vaya este texto como un sentido homenaje a las víctimas de bullying, al personal médico que hace lo posible por salvar vidas y también a quienes, al igual que Paola, deciden inscribirse a los programas de donación de órganos. Yo haré lo propio.

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