Roger Waters, Slavoj Žižek, Stéphane Hessel y Naomi Klein, llaman realizar boicot contra Israel

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 Regeneración, 25 de julio 2014.-Músicos, artistas, escritores e intelectuales, como Roger Waters, Slavoj Žižek, Stéphane Hessel, Ramzy Baroud, Naomi Klein entre otros,  llaman a realizar boicot contra el apartheid de la población palestina, ejercida por el gobierno israelí.

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 El propósito de la campaña de boicot, es exigir sanciones contra Israel por su política expansionista y que no haya inversiones que favorezcan la prolongación de los ataques sobre los ciudadanos de la Franja de Gaza.

 Los activistas promueven el libro sobre la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Señalan que es una campaña cívica de alcance mundial que, al igual que la llevada a cabo contra el apartheid sudafricano, se propone acabar con las desastrosas políticas contrarias a los derechos humanos fundamentales de los sucesivos gobiernos israelíes con la complicidad de las grandes potencias económicas. Una forma de apoyar es dejar de comprar productos que vienen con etiqueta de Israel o que aparecen con los números 729.

 El boicot es una forma de solidaridad ya practicada contra el apartheid de Sudáfrica, pero arrinconada con el triunfo voraz del neoliberalismo en los últimos veinticinco años, mencionan

 La acción es debido a que Israel ha mostrado desprecio a las resoluciones de la ONU, sólo ha promovido más represión y violencia en la región.

  Ante esta realidad el movimiento BDS, insiste en el boicot, las desinversiones económicas o las sanciones internacionales.

Lista completa de activistas, aparecen por orden alfabético de Frank Barat, Omar Barghouti, Ramzy Baroud, John Berger, Judith Butler, Angela Davis, Richard Falk, Daniel Gil, Luz Gómez, Héctor Grad, Ran Greenstein, Aitor Hernández, Stéphane Hessel, Shir Hever, Ayesha Kidwai, Naomi Klein, Gideon Levy, Ken Loach, Haneen Maikey, José Luis Moragues, Ilan Pappé, Prabir Purkayastha, Raji Sourani, Magali Thill, Desmond Tutu, Alice Walker, Roger Waters y Slavoj Zizek.

 

Presentación completa de Luz Gómez

El llamamiento de la sociedad palestina al Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel (2005) se halla en un punto de inflexión. A la vez que la ocupación y el apartheid se han ido agudizando en estos años, se ha consolidado la campaña internacional para presionar a Israel a través del boicot económico, académico y cultural. La Operación Plomo Fundido contra Gaza del invierno de 2008-2009 y la parálisis de la Autoridad Nacional Palestina han hecho posible el cambio de mentalidad en la solidaridad con Palestina. La sociedad civil internacional ha respondido al llamamiento palestino. El BDS se ha convertido en un instrumento eficaz de movilización social y presión política contra la permisividad de los Gobiernos con la ocupación y el apartheid israelíes. El avance del BDS supone la recuperación de una forma de entender la política y la solidaridad ya practicada contra el apartheid de Sudáfrica, pero arrinconada con el triunfo voraz del neoliberalismo en los últimos veinticinco años.

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Lejos de avanzar en una solución que dé respuesta a los derechos de los palestinos reconocidos por Naciones Unidas, Israel ha seguido incumpliendo de forma sistemática todas sus obligaciones como potencia ocupante y como Estado de derecho para todos sus ciudadanos, incluidos los israelíes no judíos. El desprecio a las resoluciones de la ONU ha llegado al punto de que han dejado de ser la referencia en las llamadas «conversaciones de paz». Más colonias, más apartheid, más represión y violencia viene siendo la respuesta israelí a todo intento negociador. A esta realidad oficial se opone la petición de justicia y dignidad, objetivo del movimiento BDS. Sus medios, sean el boicot, las desinversiones económicas o las sanciones internacionales, no son un fin en sí mismos, sino que su verdadero fin es que se acabe el BDS: si el BDS triunfa, está condenado a desaparecer.

No ha llegado aún ese momento, pero sí está claro que ya no hay marcha atrás. Hace diez años la comunidad universitaria occidental acogió con cierta condescendencia el llamamiento al boicot académico de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel (PACBI), pero a finales de 2013 varios sindicatos universitarios y asociaciones científicas, incluida la poderosa American Studies Association, han dado su apoyo expreso al BDS. Hace cinco años, antes de la guerra de Gaza, ninguna caja de ahorros, y menos aún holandesa, hubiera pensado en retirar sus inversiones en los bancos israelíes por operar indistintamente en Israel y los territorios ocupados;PGGM lo ha hecho en 2013 invocando su «responsabilidad social». Hace tan solo dos años era inimaginable que Alemania, como anunció su Gobierno en enero de 2014, bloqueara su financiación a instituciones y empresas ubicadas en las colonias de Cisjordania y Jerusalén Oriental. Es más, hace apenas un año el boicot era un tema tabú en los grandes medios de comunicación occidentales. El affaire Scarlett Johansson/Oxfam, denunciado masivamente en las redes sociales, ha acabado arrastrando a la prensa y la televisión al debate, y ha popularizado el BDS. Hasta el secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, ha avisado a Israel de que el boicot será imparable si no se presta al acuerdo en la enésima ronda de negociaciones de paz.

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Este libro presenta colaboraciones que reflejan, desde distintas perspectivas, las «formas de desposesión polivalentes» de la ocupación israelí de Palestina. Nuestra pretensión ha sido no solo contar la historia, el sentido y las prácticas del movimiento BDS, sino mostrar además el carácter transversal de la lucha por la justicia en Palestina, que el BDS vehicula. Es un libro con análisis, reflexiones y testimonios de autores palestinos e israelíes, pero también europeos, norteamericanos, sudafricanos e indios, y ha sido posible gracias a la colaboración desinteresada de todos ellos. Algunas contribuciones han aparecido con anterioridad en publicaciones digitales o en otras lenguas, como se recoge en el apartado de créditos.

Distintas personas han contribuido de un modo u otro a este proyecto. No podemos dejar de mencionar a Jorge Gimeno, que vio su necesidad cuando nada parecía hacerlo viable, e insistió en ella. Y, sobre todo, a los compañeros de Autónom@s por Palestina, el grupo BDS de la Universidad Autónoma de Madrid, que tiene la suerte de contar entre sus miembros con Héctor Grad, Laura Galián y Fernando García Burillo. Sin todos ellos el libro no hubiera salido adelante.

La lucha contra el racismo y la segregación no conoce fronteras ni excepciones históricas. La justicia, como dice siempre Raji Sourani, o es universal o no existe. Para recordarlo y que se cumpla en Palestina, el BDS está en marcha.