Sergio paga injustamente condena de 27 años, lo detuvieron por corte de cabello

Sergio debe pagar una condena de 27 años y 6 meses de prisión, por un crimen que no cometió. Lleva 7 años recluido en Santa Martha Acatitla.

Regeneración, 25 de octubre de 2017.- Sergio Sánchez Arellano, un vendedor de dulces de Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, fue detenido arbitrariamente en marzo de 2010 por su supuesta participación en un homicidio y tentativa de robo.

Ahora, recluido en la cárcel de San Martha Acatitla, Sergio paga por una condena de más 27 años.

En entrevista con Reforma, relató que lo “agarraron nomás por el corte de cabello”, quien gusta del casquete corto, como muchos otros mazahuas. 

Sergio lleva 7 años preso, relató que siempre quiso ser médico pero su sueño se truncó. Sus padres eran descendientes de los Mazahua. Su madre nació en San Antonio Pueblo Nuevo y su padre en Providencia, San José del Rincón, Estado de México.

La familia, con 10 hijos, emigró en busca de mejores condiciones de vida.

«Yo nací en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. Ahí puse desde hace diez años mi puesto de dulces. Afuera de mi casa, en dos mesitas, vendo camotes, calabazas, los dulces de México», dijo Sergio.

Justo el 29 de marzo de 2010, él se encontraba afuera, vendiendo dulces, cuando sin decir palabra un grupo de diez hombres se acercó y se abalanzó contra él.

«Fue como a las 8 de la noche. Yo estaba con mi esposa, sentado sobre dos tabiques vendiendo mis dulces. Se bajaron de los coches, no me dijeron nada. El primero se colgó de mí y me tiró al suelo. Luego llegó otro y me empezaron a pegar. Vi cómo golpearon a mi esposa, pero ella logró meterse a la casa. Me llevaron arrastrando. Nunca me dijeron que eran judiciales”, contó.

LEER MÁS:  Gobierno de la CDMX lanza “Ingreso Ciudadano Universal” para adultos de 57 a 59 años

Además, dijo que un policía se sentó en su cabeza, otro en sus pies y uno más encima de él.

“Me fueron golpeando. No sabía de qué me estaban hablando. Cuando llegamos a la Fiscalía me enseñaron una navaja, uno me dijo: ‘es tuya, agárrala. A ver, pícame a mí cómo andas picando a la gente’. Me esposaron a un escritorio y me tuvieron hincado mucho tiempo”.

En aquel entonces, Sergio fue detenido por la policía de investigación del Distrito Federal (Ciudad de México), los elementos iban sin uniforme y se transportaban en automóviles que no estaban identificados como vehículos policiales, contó el hombre a Amnistía Internacional.

«Querían que yo les dijera que maté a alguien. Así me tuvieron. Ya me quería echar la culpa para que ya no me hicieran nada, pero ¿por qué? si yo no hice nada. Luego me trajeron un retrato. ‘Éste eres tú’, me dijo. ‘No, yo no soy ese’, le contesté. Me decían que yo era el del retrato por el corte de cabello”.

Sergio desconoce de dónde salieron las pruebas en su contra pues esa noche del 2 de marzo, cuando ocurrió un homicidio cerca del Metro Tacuba, él estaba vendiendo dulces afuera de su casa y estacionando coches, hechos que fueron declarados por su esposa y un vecino, pero que las autoridades no creyeron.

De acuerdo con Amnistía Internacional, las autoridades alegan que el 30 ó 31 de marzo de 2010 (el informe policial y las declaraciones de los policías difieren), fueron hasta la estación de metro Tacuba, en compañía de una supuesta testigo del homicidio para intentar encontrar al sospechoso.

LEER MÁS:  Atoran al Coco, presunto mano derecha del Uriel de la Unión Tepito

Según el expediente, la testigo reconoció a Sergio y los agentes lo detuvieron. Sin embargo, la declaración de Sergio no dice lo mismo.

«Estoy pagando por algo que no hice. Me perdí la niñez de mis hijos, es lo que más duele. El tiempo ya no regresa. Mi familia está luchando conmigo porque saben que no lo hice. Mi mamá ya no veía por la diabetes, pero así me visitaba, nunca me dejó. Un martes vino y al siguiente domingo se murió. Yo creo que vino a despedirse”.

Sergio debe pagar una condena de 27 años y 6 meses de prisión, su defensa la lleva el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.

En la prisión, Sergio decidió estudiar la secundaria y quiere hacer la preparatoria. Pide que se haga justicia, que le devuelvan su libertad.

«Quiero ser libre para estar con mi familia. Salir para ver en dónde está mi mamá. Quiero que me hagan justicia. Eso, nada más».

 

 

Con información de Reforma y Amnistía Internacional