Temer autoriza importación masiva de maíz transgénico a Brasil

Greenpeace Brasil explica que la introducción de transgénicos en la naturaleza expone la biodiversidad a serios riesgos

 

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Regeneración, 13 de octubre de 2016.- El gobierno interino del ahora presidente brasileño Michel Temer dio luz verde a la importación de un millón de toneladas de semillas de maíz transgénico producido en Estados Unidos por las compañías Monsanto y Bunge, lo que supone la cantidad más grande importada en los últimos diez años.

La Cámara de Comercio Exterior brasileño (Camex) autorizó dicha importación con arancel cero, bajo la supuesta convicción de que tal medida «puede ayudar a acelerar la entrada de maíz en el país», reseña el comunicado al respcto, del que informan distintos medios como TeleSur.

El presidente brasileño, a través de su Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, justifica esta medida como un movimiento preventivo, para no agotar las reservas del grano en 2017.

El maíz transgénico de Monsanto, conocido como MON 863, obtuvo la calificación necesaria para ser comercializado en Brasil, pero existe una fuerte controversia acerca de los posibles perjuicios que su consumo puede causar en las personas.

Estudios publicados hasta el momento han llegado a sugerir que el maíz modificado genéticamente podría resultar tóxico para el hígado y los riñones.

«La medida beneficiará a las industrias y los productores que utilizan el maíz como alimento para animales», dijo en un comunicado el secretario de Relaciones Internacionales de Agronegocios, Odilson Ribeiro Silva.

 

Agricultores y ecologistas rechazan la medida

La medida enfrentó el rechazo de agricultores brasileños que cultivan cereales orgánicos, y desde hace tiempo, organizaciones ecologistas internacionales combaten activamente la implantación de este modelo agrícola.

En su página web, Greenpeace Brasil explica que la introducción de transgénicos en la naturaleza expone la biodiversidad a serios riesgos, como la pérdida o alteración del patrimonio genético de plantas y semillas, y el auménto dramático del uso de agrotóxicos».

Además, la organización denuncia que «no existe consenso en la comunidad científica sobre la seguridad de los transgénicos para la salud humana y del medio ambiente. No se hacen pruebas a medio ni a largo plazo sobre el impacto en humanos o animales, y generalmente esa posibilidad es repudiada por las empresas productoras de transgénicos.

Actualmente, el 90% de la superficie mundial de cultivo de transgénicos se localiza en Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y la India.