El artista plástico Francisco Toledo presentó una mazorca «transgénica» envuelta en periódico en la conferencia de prensa para hablar de las consecuencias de los granos transgénicos para la salud.
Anteriormente el artista y filántropo, Alejandro de Ávila, mandó una carta a Peña Nieto, en la que advierte sobre los riesgos de consumir alimentos modificados genéticamente.
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Regeneración, 7 de abril 2014.-El pasado 3 de abril Francisco Toledo cruzó el patio del IAGO, entre flores de bugambilias y con la mazorca bajo el brazo, empaque dentro del cual va la carta para Peña Nieto. En voz baja mencionó entre los convocados: «es alarmante, tenemos que hablar de ello, por eso mandamos esta carta.» Alejandro de Ávila tomó la palabra y sostuvo que la reseña que escribió sobre la carta que el doctor David R. Schubert.
De Ávila Blomberg mencionó los argumentos que esgrimen las trasnacionales para argumentar que el maíz transgénico y los herbicidas son inocuos, son mentira, y Schubert demuestra de manera rigurosa, experimentalmente, que existen graves riesgos para el consumo humano.
Expresó que los riesgos a largo plazo de esta nueva tecnología, de la que habla Schubert en la carta que, a petición de Francisco Toledo que reseñó para hacer la información accesible y en un lenguaje claro a quien no habla con estos tecnicismos, México no tienen nada que ganar con esta tecnología.
«Sembrar maíz transgénico no va a asegurar alimentación de mexicanos y sí significa un grave riesgo a la salud del pueblo de México. El riesgo de salud que representa consumir este maíz va ligado al mal de Parkinson. El doctor Schubert demuestra que el gusano plaga, que se come las raíces de este maíz, en el medio oeste en Estados Unidos, ha desarrollado resistencia al maíz Bt, creado por estas empresas para combatir al gusano. Los científicos vaticinaron que eso sucedería, porque no se está aplicando un razonamiento evolucionista y que las plagas están respondiendo al medio ambiente.»
Los fundamentos del doctor Schubert, en los que se basa la carta de Toledo y que suscribe con PRO-OAX, la misma que circula para recabar un millón de firmas, demuestran que esta tecnología no ayuda a la gente y que las malas hierbas evolucionarán y responderán, por lo que su modificación genética no soluciona el problema de las plagas, ni de los insectos y es falso que incrementen la productividad del cultivo.
«México está ante una disyuntiva como sociedad: o compramos la tecnología que ofrecen estas grandes empresas -como parte de un paquete de supuesta modernización de la producción del campo-, o le damos la razón a campesinos e indígenas que han producido maíz y muchos cultivos sin necesidad de insumos. Por otro lado, los científicos que no son financiados por las grandes empresas, que nos hacen ver que esta tecnología está mal desde su concepción.»
Información: Noticias Oaxaca