Tras golpe de estado en Ucrania están Cargill y Chevron, asegura analista

Detrás del golpe de estado que alejo Víktor Yanukóvich del poder, están los intereses económicos de multinacionales como Cargill y Chevron, asegura el analista Joseph Sottile tras una investigación propia.

ChevronRegeneración, 20 de marzo 2014.-El periódico en línea RT, informa que el 12 de enero decenas de miles de militantes prooccidentales desembarcaron en la plaza de la Independencia de Kiev para protestar contra el Gobierno legítimo de Víktor Yanukóvich y su decisión de aplazar la asociación con la Unión Europea. Pero el mismo día, recuerda la investigación periodística, ‘Financial Times’ reportó sobre un importante negocio del gigante multinacional del sector agrario Cargill, con base en Minnesota, EU. 

Pese a las dudas que había en aquel entonces de que Yanukóvich firmara alguna vez el acuerdo de asociación con la UE, los dirigentes de Cargill confiaban lo bastante en su futuro como para invertir más de 200 millones de dólares en las acciones de UkrLandFarming. Según ‘Financial Times’, esta empresa ucraniana es la octava cultivadora de tierra más grande del mundo y el segundo mayor productor de huevos. «Aquellos no serían los únicos huevos en la cesta cada vez más amplia de Cargill», reseña Joseph Sottile, en el resumen de su investigación, publicado por la revista digital ‘AlterNet’.

Después de la compra, la empresa estadounidense descartó que pretendiera controlar la producción agrícola en Ucrania. Pero desde el 2011 ya era el mayor fabricante de piensos compuestos de Ucrania. Además, un mes antes había adquirido asimismo las acciones de un puerto ruso en el mar Negro, especializado, entre otros, en cargamentos agrícolas. Seguramente necesitaba un puerto para aumentar el grado de control sobre el mercado.

El periodista destaca la obvia contradicción entre las declaraciones belicosas del Capitolio y la Casa Blanca y la tranquilidad con la que hacía su negocio en el mismo período el gigante agroindustrial. Eso debe tener una explicación, considera Sottile, y la encuentra en una supuesta participación de esta y otras compañías de Occidente en la financiación del ‘Euromaidán’ y los disturbios que conllevó.

En los recientes meses ha sido muy típico el doble discurso de algunos sujetos, a quienes consultaban al mismo tiempo las autoridades de EE.UU. y el mundo de los negocios, señala Sottile. Expertos como el presidente del Consejo de negocios EE.UU.–Ucrania, Morgan Williams, estaban al tanto del negocio de Cargill, mientras no dejaban de declarar públicamente que los planes de negocio en Ucrania estaban «paralizados» por la situación política. Esta astucia es otra huella de la participación, cree el investigador.

El analista reveló asimismo que la petrolera Chevron patrocinó algunos de los eventos dedicados a Ucrania con participación de importantes funcionarios del Ejecutivo estadounidense. Así, la secretaria de Estado adjunta, Victoria Nuland, anunció la inversión de más de 5.000 millones de dólares estadounidenses en propiciar las «aspiraciones europeas», específicamente teniendo un cartel de Chevron a su espalda.

En esos mismos meses el embajador de EE.UU. en Kiev, Geoffrey Pyatt, ayudó a la petrolera a confeccionar un acuerdo que le permitiría controlar por unos 50 años los yacimientos submarinos de hidrocarburos cerca de las costas ucranianas del mar Negro. Pero los intereses de Chevron se enfrentaban con los de las compañías rusas y para expulsarlas de la zona era conveniente invertir ciertas sumas en la degradación de las relaciones entre Ucrania y Rusia. A eso también contribuiría el ‘Euromaidán’.