Vaticano ocultó 63 años la pederastia de Maciel en Legionarios de Cristo

El cardenal João Braz de Aviz reconoció que el Vaticano protegió pedofilos desde hace más de medio siglo, como Marcial Maciel, de los Legionarios de Cristo

 

Vaticano ocultó 63 años la pederastia de Maciel en Legionarios de Cristo 2

Regeneración, 02 de enero de 2019. El prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el cardenal João Braz de Aviz, reconoció que el Vaticano tenía desde documentos sobre la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel.

Maciel fue investigado entre 1956 y 1959, pero Braz de Aviz aseguró: «Quien lo tapó» durante 63 años «era una mafia, ellos no eran Iglesia», dijo en una entrevista para la revista católica Vida Nueva. João Braz.

Tengo la impresión de que las denuncias de abusos crecerán, porque solo estamos en el inicio. Llevamos 70 años encubriendo, y esto ha sido un tremendo error”, sostiene.

Los Legionarios de Cristo renacen con una nueva estructura, después de 12 años de expiación y diez desde la muerte de su fundador, el sacerdote Marcial Maciel, amigo de varios papas y el mayor depredador sexual en la historia reciente de la Iglesia.

Juan Pablo II presentó durante años a Maciel como apóstol de la juventud y fue mimado por incontables obispos y cardenales, muchos de ellos españoles.

Benedicto XVI , Joseph Ratzinger, lo obligaría en 2006, meses después de la muerte del Pontífice polaco, a retirarse a México el resto de su vida para dedicarse «a la penitencia y la oración».

El fundador de los Legionarios de Cristo, murió sin pedir perdón en 2008, cuando una comisión de investigación ya había desvelado sin ningún género de dudas sus actividades delictivas y una vida de depravación tolerada por el Vaticano.

EL PAÍS publicó en 2006 que el fundador legionario había sido investigado entre octubre de 1956 y febrero de 1959 por encargo del cardenal Alfredo Ottaviani, entonces el gran inquisidor romano.

Maciel había estudiado en la Universidad Pontificia de Comillas, entonces con sede en Cantabria, de donde fue expulsado con alguno de sus compañeros sin que los jesuitas tomasen medidas adicionales.

La inspección del Vaticano la supervisó el claretiano vasco y futuro cardenal Arcadio Larraona.

Durante ese tiempo, Maciel fue suspendido como superior general, y expulsado de Roma.

Larraona envió a sus inspectores al seminario de Ontaneda, entre otros centros. No resolvió nada y Maciel volvió a las andadas, con más poder.

Ratzinger tampoco actuó en 1999 pese a las evidencias depositadas sobre su mesa de presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Santo Oficio de la Inquisición del pasado.

Las denuncias de sus incontables víctimas, a las que se unieron más tarde las de las mujeres con las que el sacerdote Maciel había tenido hijos, arreciaron hasta hacerse insoportables para el Vaticano.

Nadie tomó medidas. «No se procesa a un amigo del Papa», argumentaron quienes debían intervenir, en primer lugar el cardenal Josep Ratzinger, hoy Papa emérito.

Maciel también era su amigo, además de confesor del Papa polaco en muchas ocasiones.

«Esperaban a que Dios les sacara del atolladero con la muerte de Juan Pablo II o la del acusado», dijo en 1999 una de sus víctimas y denunciante, Alejandro Espinosa, que tuvo la desgracia de ser presa predilecta del fundador legionario en el frío caserón del seminario de Ontaneda, Cantabria.

Sobre el asunto, Ricardo Blázquez, cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) dijo para EL PAÍS:

«El Vaticano recibió 240 documentos que evidenciaban que la situación se conocía mucho antes de que se reconociese que se conocía.

Nuestra denuncia es del año 1988, y mientras Ratzinger estuvo de cardenal, se pasaban esta terrible patata caliente unos a otros, sin tomar ninguna medida.

«Creo que la Legión tal como la entendíamos debería ser eliminada”.

Pedofilia en el Vaticano antes de Maciel

Había un antecedente, con el Vaticano en primera línea de la culpa y la penitencia por encubrir una cadena de pedófilos en las Escuelas Pías del aragonés san José de Calasanz, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Pobres, conocidos ahora como escolapios.

Uno de los pedófilos, el padre Stefano Cherubini, tuvo tanto poder de encubrimiento que llegó a ser superior de la orden, arrinconando al fundador.

Los escolapios fueron castigados con la extinción y Calasanz murió a los 91 años en Roma, todavía en desgracia.

Ocho años después, se rehabilitó la congregación.

El escándalo no impidió que Calasanz fuera elevado a los altares. En 1948 fue declarado patrono universal de las Escuelas cristianas por Pío XII.