Los venezolanos utilizan Facebook, Instagram y grupos de Whatsapp como sitios de intercambio de productos de primera necesidad: sin dinero ni especulación
Por Nazareth Balbás para RT.
Lo primero que sorprende es la oferta: variada, disímil, abundante. Lo segundo, la cantidad de grupos que existen. Lo tercero, es que escapa del control público o privado.
El trueque se ha convertido en la nueva alternativa para los venezolanos que padecen los estragos de la guerra económica. El sistema, que existe desde tiempos inmemoriales, cobra fuerza en el país suramericano con característica singular: está fuertemente mediada por las redes sociales.
Leer: ¿Está la economía de Venezuela bajo un bloqueo financiero?
La caída de los precios del petróleo, desde el año pasado, se ha traducido en escasez de divisas para el país monoexportador. La consecuencia más visible ha sido la merma de inventarios en los anaqueles, no sólo de productos de la cesta básica sino de rubros para la higiene y cuidado personal. Mientras los empresarios exigen más dólares para importaciones, el gobierno ha enfocado sus esfuerzos en centralizar las compras prioritarias y diseñar un sistema de distribución con ayuda de las comunidades. En el ínterin, persisten las colas y los venezolanos «le dan la vuelta» a la situación.
Leer: En Venezuela “Hay más colas para comprar barato que protestas”
Una de las iniciativas es la creación de grupos cerrados de Facebook en los que se solicitan y ofertan productos a cambio de otros, así como cuentas en Instagram que funcionan con el mismo propósito. En paralelo, ciudadanos se organizan para conformar redes a través de WhatsApp no sólo para trocar rubros sino para compartir información sobre los sitios donde se expenden alimentos, medicinas o artículos de tocador a precios subsidiados.
Leer: Empresario demuestra que sí hay comida en Venezuela, medio español lo censura
Producto por producto
Una imagen con cinco desodorantes y una caja de pastillas anticonceptivas acompaña la leyenda: «Cambio por leche, azúcar, harina pan, pasta y arroz». La oferta se encuentra en el grupo de Facebook «Truekes en CCS».
Para integrar el grupo, que ya tiene 31.387 miembros, hay que enviar una solicitud y esperar la admisión por parte del administrador. Las reglas son claras: sólo se cambia producto por producto. No hay compras ni ofertas de «bachaqueo», que es como se denomina a la reventa de rubros regulados a precios especulativos, que pueden alcanzar hasta 1000% de su costo real.
«En algunos grupos, por ejemplo en Instagram, son severos con quienes quieren utilizar esos espacios descaradamente para bachaquear: vender bultos de primera necesidad a precios de locura. Se ponen medio moralistas y todo», dice Manuel Palma, un padre de familia con dos hijos pequeños que ha recurrido a los trueques como un sistema para conseguir productos escasos.
«Es una opción válida porque a veces no sólo es que no consigues lo que necesitas, sino que cuando tienes alguito de plata, no encuentras el producto», agrega. Por eso recurre a los catálogos digitales en búsqueda -principalmente- de pañales y comida, y revisa lo que puede trocar a cambio de ellos en su despensa.
Sin embargo, a veces hay riesgos. «En Facebook, para evitar estafas, han creado grupos muy herméticos. Una vez que te agregan, te dictan una cartilla de normas, siempre bajo la vigilancia rigurosa de quienes administran los grupos», cuenta.
Socialismo consumista
Para William Castillo, analista político y actual presidente de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), este fenómeno ocurre pero permanece marginado «porque la Revolución aún no ha desarrollado una reflexión profunda y liberadora sobre el tema del consumo. Somos un socialismo consumista que apenas ahora descubre la noción de producción».
Las normas del trueque las hacen y las cumplen quienes entran en el sistema. Fuera del Estado, fuera de los capitales privados: se pacta el intercambio, se efectúa en un sitio público y no hay dinero de por medio. Es una respuesta espontánea y colectiva, con sus patas cojas, para afrontar una situación extraordinaria.
Pero Venezuela no es el único país en el que revive el trueque. Durante la crisis económica en España, el mecanismo se presentó como una alternativa que ya es de vieja data en Holanda, Reino Unido, Dinamarca y Suecia. En Argentina, la inflación ha hecho resurgir el sistema de intercambio de mercancías sin que medie el dinero.
«El trueque pone patas arriba la noción de mercancía y su valor de cambio. El valor de una cosa no es el precio tal como lo propone el capitalismo sino la percepción de la utilidad (su valor de uso) que tiene quien lo adquiere», añade Castillo.
Resuelvo por WhatsApp
Pero no todos confían o usan redes sociales. La opción para ellos son los grupos de mensajería instantánea como Whatsapp. Un administrador agrega a los miembros y allí se comparte todo tipo de información sobre intercambios de productos o sitios de expendio de bienes de consumo a precios regulados por el Estado.
La opción cobra cada vez más popularidad en los conjuntos residenciales, los vecinos se organizan para ofertar: «he hecho trueque en mi urbanismo. Por Whatsapp tenemos un grupo y cada quien oferta lo que tiene y dice por qué cosas está dispuesto a cambiarlo», dice Siodelys Arredondo, una joven de 30 años.
«Yo he intercambiado harina por pasta de dientes, arroz por pañales. El grupo está integrado por los habitantes de mi conjunto residencual. Cero dinero, sólo trueque. Por allí se resuelve cualquier apuro», insiste.
Los grupos familiares y laborales también son espacios predilectos para el trueque. Catherine Bazó, una joven con dos hijos, confiesa que jamás ha trocado productos por las redes sociales «pero sí con los compañeros de trabajo: comida, jabón, toallas sanitarias. En las oficinas es muy común».
No es bachaqueo
¿Por qué crece esta tendencia? Permite prescindir del dinero, evitar las colas y es una opción contra el llamado «bachaqueo».
En Venezuela, desde el pasado 1 de septiembre, el salario mínimo aumentó a 22.576,60 bolívares más Bs. 44.000 en bono de alimentación. Los «bachaqueros» pueden pedir hasta 1000% más por los productos de la cesta básica que están escasos.
Por eso, muchos venezolanos han optado por comprar productos a precios regulados cuando tienen oportundiad, aunque no los necesiten, para poder trocarlos después por los que sí requieren. Hombres adquieren toallas sanitarias, mujeres sin hijos compran pañales o jóvenes no dejan pasar las latas de fórmula materna. Esos rubros se pueden cambiar por pasta, arroz o jabón.
Esa estrategia le tumba el negocio a los «bachaqueros» y golpea menos la economía familiar, en un país que -según las estimaciones del Fondo Monetario Mundial (FMI)- podría cerrar este año con 700% de inflación. Como dice Palma, el trueque «es una opción válida para aguantar».
Vía RT.