Dos episodios disímiles sobre el matrimonio igualitario: la vista de Xavier Bettel y el Congreso de Yucatán

Los matrimonios (igualitarios o heterosexuales) no deberían ser vistos como espacios limitados a la procreación, sino como contratos que permiten el acceso a derechos

Por Karla Motte | @karlamotte

Regeneración, 22 de abril del 2019.-En una misma semana ocurrieron dos acontecimientos significativos para nuestro país en materia de ampliación de derechos: el primero fue la visita diplomática del Primer Ministro del Gran Ducado de Luxemburgo, Xavier Bettel, gobernante abiertamente homosexual quien, entre otras cosas, impulsó el matrimonio entre parejas del mismo sexo en su país. El segundo suceso, fue la discusión y el desafortunado rechazo de la reforma que buscaba implementar este derecho en el estado de Yucatán.
Los días 8 y 9 de abril, el Primer Ministro Xavier Bettel estuvo en nuestro país; se reunió con el Canciller Marcelo Ebrard, visitó Palacio Nacional en donde se encontró con el presidente López Obrador, y también fue recibido en sesión solemne del Senado de la República. Sobre todo fue muy significativa su participación en la Cámara Alta, pues ante los legisladores, explicó diversos puntos de las políticas progresistas que, desde su gobierno, se han implementado rumbo a la consolidación de una sociedad más equitativa.
Ante las senadoras y los senadores, el Primer Ministro Bettel reconoció que México tuviese un Congreso paritario, y explicó que su agenda política ha buscado crear condiciones de mayor equidad entre hombres y mujeres. Una de sus acciones consistió en una modificación al mecanismo para que las mujeres accedan a la interrupción legal del embarazo, puesto que en el pasado, estaban obligadas a explicar por qué habían tomado esa decisión. Para el mandatario esta condición era injusta, ya que ellas no tendrían por qué hablar con un desconocido sobre una decisión que debe ser reconocida por el Estado como un acto individual y libre.
Mientras el Primer Ministro Bettel explicaba que parte de su agenda ha incluido el reconocimiento a la decisión libre y autónoma de las mujeres sobre sus cuerpos, se escucharon aplausos de las senadoras y senadores, quienes también fueron instados por el mandatario para legislar de acuerdo a las condiciones reales en las que se desenvuelven las personas, más que a partir de sus creencias personales.
También habló sobre el matrimonio igualitario, un tema muy  relevante puesto que él mismo tuvo que salir de su país para poder contraer matrimonio con su actual pareja; y después, en 2014 cuando ya fungía como gobernante, se legalizó la unión entre parejas del mismo sexo en Luxemburgo.  Comentó que el hecho de implementarlo, más que una reivindicación, fue resultado de una situación recurrente: el suicidio de jóvenes que sufren estigmatización por su orientación sexual. Desde su propia experiencia, habló de la dificultad que prevalece para aceptarse a sí mismos en un entorno hostil, y también dijo que la homosexualidad no es una elección, pero la homofobia sí.
Las palabras del Ministro Bettel ante un Congreso de la Unión que por primera vez en la historia es paritario, fueron muy significativas. Les habló directamente a legisladoras y legisladores recomendando apertura hacia la progresividad de los derechos. Y sólo dos días después, ocurrió la discusión sobre el matrimonio igualitario por el Congreso de Yucatán.
Como parte de los balances realizados por un grupo de especialistas tras la petición por implementar una alerta de género en Yucatán, se emitió un informe en septiembre de 2017 en el cual seconsideró  que el matrimonio entre parejas del mismo sexo es parte de la construcción de una sociedad más equitativa y menos violenta. La iniciativa para modificar la definición de matrimonio contenida en el artículo 94 de la Constitución local, implicaría no sólo permitir a las parejas de mismo sexo acceder a la unión civil, sino también eliminar la siguiente concepción sobre lo que significa el matrimonio: “la institución por medio de la cual se establece la unión jurídica de un hombre y una mujer, con igualdad de derechos, deberes y obligaciones, con la posibilidad de generar la reproducción humana de manera libre, responsable e informada. El estado reconoce que es de vital interés para la sociedad que en la unión de hombre y mujer para la procreación, se establezcan límites en cuanto a la edad y salud física y psíquica”.
La normatividad que restringe el derecho al matrimonio, como se ve, en Yucatán también implica la percepción de que el fin del matrimonio es la procreación. Desde este punto de vista, acceder a los derechos de un contrato nupcial, son secundarios y el principal objetivo termina recayendo en el acto de parir. Por lo tanto, la limitación de los tipos de familia contemplados por la ley, además de restrictivos, terminan desdibujando una enorme variedad de familias, incluyendo incluso a las de personas heterosexuales que no tienen interés en reproducirse.
La perspectiva conservadora sobre la materia, desafortunadamente triunfó, y es significativo que también se expresó fuera del Congreso local con un grupo de personas que oraban y argumentaban que el matrimonio “natural” debe ser sólo entre hombre y mujer. Tal como se incluye en la legislación actual, estos grupos consideran que la noción es que el fin del matrimonio es la reproducción, a pesar de que la realidad misma confronta esa idea, puesto que ni el matrimonio es condición para reproducirse, ni reproducirse es condición para casarse.
Las recomendaciones del Ministro Bettel, por lo tanto, deberían resonar con más fuerza, pues su perspectiva es muy útil para confrontar a quienes siguen en una lógica caduca que busca impedir la progresividad de derechos. Tal como expresó el Primer Ministro de Luxemburgo en el Senado: las leyes deben hacerse para acomodarse a una realidad, no para modelarla. Y los ejemplos son claros, puesto que las mujeres van a seguir abortando y las personas no heterosexuales amando a quien les plazca, guste o no a los conservadores.
Los matrimonios (igualitarios o heterosexuales) no deberían ser vistos como espacios limitados a la procreación, sino como contratos que permiten el acceso a derechos. Y los derechos, no se deben poner a consulta ni mucho menos excluir a ninguna persona.
Esperemos pronto nuestro país avance en diferentes localidades de forma incluyente y progresiva, tanto en el reconocimiento por el matrimonio igualitario, como en el de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.