Javier Sicilia, su movimiento y la desmemoria del PAN

Sicilia comenzó sus manifestaciones políticas en 2011, Alejandro Quintanar recorre hechos puntuales de esta movilización y revela la hipocresía del PAN
Sicilia, Calderón y la memoria
Sicilia, Calderón y la memoria

Regeneración, 27 de enero del 2020. Sicilia y la marcha por la paz. Se trata de un análisis y un recordatorio de las posiciones que desde la izquierda y la derecha se han tomado en torno al movimiento del poeta.

El 28 de marzo de 2011 fue asesinado Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta Javier Sicilia, en Morelos, en el contexto de la mal llamada «Guerra contra el narco», perpetrada por el usurpador Felipe Calderón a partir de 2006.

Lo anterior lo señaló en redes sociales Héctor Alejandro Quintanar.

En su hilo en Twitter señala: Como hoy sabemos, dicha «Guerra» fue una prepotente e imprudente fachada, cuyos saldos siguen doliendo y cuyas consecuencias seguimos padeciendo.

Quintanar recuerda que ante el lamentable asesinato de su hijo, Javier Sicilia reaccionó de forma indignada pero pacífica, recogiendo y dando voz a muchas víctimas del dolor social causado por Calderón.

Así nació el «Movimiento por la paz con justicia y dignidad» (MPJD), que tuvo su momento cumbre en la multitudinaria marcha acaecida de Morelos al zócalo capitalino, del 5 al 7 de mayo de 2011.

Las reacciones

En ese momento, las reacciones de diversos actores políticos fueron muy esclarecedoras: un muy importante sector de las izquierdas no sólo apoyó a Sicilia sino que secundó sus tesis y confirmaron la oposición a la carnicería de Calderón en el centro de su agenda.

Confluencia con No más sangre

De ese modo se suscitó la confluencia entre Sicilia y la organización «No más sangre», liderada por el maestro Eduardo del Río, Rius.

Esta iniciativa nació poco antes, en enero de 2011, también para protestar contra la violencia causada por el genocida Calderón.

Un fuerte afluente de Morena hizo suyas ambas proclamas y fue partícipe visible en la marcha del MPJD.

En los espacios de socialización política del hoy partido, las críticas de Sicilia y la oposición a la «guerra contra el narco» se reafirmaron como un asunto vital.

En el plano de la política electoral, López Obrador apoyó, sin protagonismo pero de manera tangible, al movimiento liderado por el poeta.

A tal grado fue el apoyo, que el propio AMLO invitó tanto a Sicilia como a LeBarón a ser candidatos a legisladores.

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La idea era, como es obvio, que ellos desde cargos públicos pudieran hacer algo por las víctimas y en contra de la «guerra».

Ambos rechazaron la invitación, con razones muy válidas. Pero la coincidencia ideológica en la oposición a la violencia estaba fuera de duda.

Por su parte, la reacción del PAN fue indigna, cuando no grotesca.

Quintanar en el hilo Twitter puntualiza:

Calderón, en el castillo de Chapultepec, porfió en seguir esa «estrategia». Y así lo hizo hasta el final de su sexenio de sangre y dolor.

Muchos paleros calderonistas o voceros no oficiales del panismo de plano tuvieron actitudes miserables.

El monero Calderón, por ejemplo, enfocó sus baterías en criticar a Sicilia y defender al presunto narcopolicía García Luna:
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Diversos panfleteros menores defendieron a rajatabla la «guerra» y lanzaron una grotesca contracampaňa llamada «No más drogas».

Con ello defendiendo el belicismo sangriento calderonista y burlándose de la legítima campaňa «No más sangre».

En el colmo de la miseria humana, el libelista David Páramo, férreo defensor de Calderón, al darse a conocer el asesinato de Juan Francisco Sicilia, insinuó que merecía ser asesinado pues, según él, «por algo lo mataron».

(Vale decir que aňos después, cuando los hijos del panfletero Páramo fueron también víctimas de un infame asesinato, Javier Sicilia, en un gesto enorme de nobleza, en vez de hacerle escarnio, se solidarizó con él, como era lo correcto)

En suma, las reacciones inmediatas, que son las que mejor hablan de quienes las emiten, ahí quedaron:

Mientras un buen sector de las izquierdas secundó a Sicilia; el PAN gobernante y adláteres ningunearon o hicieron pugna de su dolor y el dolor de todas las víctimas en el país.

El tiempo ha corrido y hoy es AMLO quien gobierna.

Si bien las carencias en materia de violencia siguen siendo grandes, es innegable que sí hubo un cambio de estrategia. Hoy no es una estrategia belicista la que se ejecuta, sino otra que pondera el combate a la pobreza.

La coincidencia mayor entre Sicilia y AMLO era esa: cambiar la estrategia.

Hoy, su desencuentro se da por diversos motivos, que ya autores como @Navegaciones han explicado mejor aquí:

Pareciera que las protestas de Sicilia contra AMLO son más espontáneas que estratégicas.

Es válido seňalarlo, puesto que el poeta no está exento de críticas.

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Pero de nada sirve que varias personas hayan ido a gritarle consignas pro-AMLO ayer en la marcha que encabezó.

Sicilia, con todo y esa falta de brújula o sus controvertidas posturas ante AMLO (a quien pese a ciertos acercamientos le ha espetado acusaciones poco justas), no es ni debe ser el adversario.

Se trata de un hombre que ha tratado de dar voz a las víctimas de la violencia.

Del mismo modo que hay mucha injusticia en que Sicilia acuse a López Obrador de tener «la misma estrategia» que el corrupto Peňa o el impresentable Calderón.

También es injusto que al poeta se le compare con los opositores reaccionarios, y miserables, de la amlofobia.

En este devenir, falta mucho por definir.

El país aún vive violencia inusitada.

Pero es verdad que AMLO posee un acierto: se está enfocando en la causa estructural de la violencia y, además, en su gabinete no hay delincuentes grotescos, como García Luna, a cargo de la seguridad.

La única claridad es esta: en el momento más álgido de la crisis, que es cuando los actores políticos muestran su más preclaro rostro, el PAN calderonista y sus voceros de 2011 desoyeron y agraviaron a Sicilia y a todas las víctimas de la guerra sanguinaria calderonista.

Hoy PAN exige a AMLO que atienda a Sicilia.

Al hacerlo no sólo carece de memoria, sino que evade su pasado donde ignoraron al poeta.

Y evade, además, que el principal responsable de esta barbarie es un tipejo que, aun cuando ya no milite, no deja de ser de los suyos: Calderón.